Tras la reunión del Comité de Emergencias de la Organización Mundial de la Salud (OMS), celebrada ayer, el director general de la misma, Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha anunciado hoy el final de la situación de Emergencia Intencional para la pandemia de COVID-19, declarada previamente en 2020.

Aunque parecía que esta decisión podría haberse tomado en su última reunión, hace tres meses, se decidió postergarla un poco más. Por suerte, desde entonces las cifras han mejorado tanto que, esta vez sí, ya no se consideran una situación de emergencia.

Eso sí, Adhanom ha recordado que el virus no se ha ido. Actualmente se está estudiando una posible nueva variante y seguirán surgiendo más. Ahora mismo, las cifras de infecciones y muertes por COVID-19 continúan a la baja, pero será necesario seguir monitorizando la enfermedad, por si fuese necesario volver a tomar medidas. Puede que el final del SARS-CoV-2 no llegue nunca, pero hemos avanzado mucho.

La optimista evolución de la COVID-19

Desde que supimos por primera vez de la enfermedad, la COVID-19 ha ido evolucionando mucho. Primero pensamos que solo serían unos pocos casos. Después vimos que era algo mucho más serio, que se extendía por todo el mundo sin control. Por eso, se declaró la situación de pandemia el 11 de marzo de 2020. Todas las esperanzas estaban puestas en las vacunas, que llegaron en diciembre, invitándonos a creer que todo acabaría por completo. Y lo cierto es que mejoraron mucho nuestras vidas. Tanto como para devolverlas a la normalidad. Pero no acabaron con el virus por completo.

Mientras tanto, surgían nuevas variantes y nuevas olas de un virus que, al fin y al cabo, se comportaba como es normal: mutando.

La OMS ha ido realizando revisiones periódicas de la situación. En enero de 2023 la mayoría de países habían eliminado ya cualquier medida frente a la COVID-19 o habían dejado solo unas pocas, como aquí en España. Sin embargo, entonces se decidió que las cifras seguían siendo susceptibles de tener un impacto grave en la salud pública. Por aquel entonces, se habían diagnosticado en una semana en todo el mundo 1,3 millones de nuevos casos y se habían certificado 14.000 muertes. Ahora, sin embargo, en una semana se han registrado 630.000 casos y 3.500 muertes, por lo que la OMS ha decidido que ya no supone una carga tan alta a nivel asistencial. Por eso, aunque insisten en que la enfermedad sigue entre nosotros, han dado ese esperado paso atrás.

¿Y ahora qué?

Estamos en una fase importante desde que empezó la pandemia de COVID-19. Los científicos conocen mucho mejor la enfermedad, los sanitarios están mejor dotados para atender a los pacientes e incluso la población tiene sus propias formas de diagnóstico y prevención.

Además, se siguen desarrollando nuevas vacunas, a la espera de la ansiada vacuna nasal, y se administran refuerzos de las que ya existen a la población de riesgo. Asimismo, se siguen publicando estudios, tanto sobre los efectos de las vacunas como del avance de la propia COVID-19. Porque la conocemos mucho mejor, pero aún queda mucho por aprender. Aunque ya no sea una situación de emergencia, debemos aprender de lo ocurrido, tanto por la posibilidad de nuevos brotes como de cara a futuras pandemias.

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