Si la de AstraZeneca se administrara como una vacuna intranasal, podría reducir mucho la capacidad de contagio de pacientes vacunados. Esta es la conclusión de un estudio publicado en Science Translational Medicine por un equipo de científicos de Reino Unido y Estados Unidos.

En él, usan esta nueva vía de administración en hámsters y monos, por lo que aún no se puede saber si sería aplicable a humanos. Su objetivo era comprobar si se lograba así reducir el desprendimiento viral o, lo que es lo mismo, la carga viral que un individuo infectado libera al toser, hablar o respirar, por ejemplo. Por supuesto, los monos y los hámsters no hablan, esto sería solo aplicable a las personas. 

Los resultados obtenidos en este estudio con la vacuna de AstraZeneca fueron muy positivos, pues sí que se redujo notablemente esa carga. Estamos comprobando que los contagios en personas con pauta completa de las vacunas del coronavirus es una realidad. Lo que no está tan claro es a qué nivel contagian a otras personas. Ahora, sabemos que, con una vacuna intranasal, las posibilidades de que esto ocurriera serían aún más bajas.

Ventajas de la vacuna intranasal

La mayor ventaja de una vacuna intranasal contra el coronavirus o cualquier otro patógeno respiratorio es que empieza a combatirlo desde su misma puerta de entrada. 

Al administrarse por la nariz, se genera una mayor respuesta inmunitaria en la mucosa respiratoria, de modo que no hay que esperar a que el virus avance para que comience la batalla defensiva del organismo. Desde la entrada, ya se encontraría con los primeros obstáculos. 

Eso sería algo especialmente útil para evitar contagios. A lo largo de la pandemia hemos sabido que cabe la posibilidad de que las personas que ya pasaron la infección, e incluso las vacunadas, puedan contagiar el virus aunque no enfermen ellas. Esto se debería a que las partículas virales en sus mucosas respiratorias aún no se habrían enfrentado al sistema inmunitario y sí que podrían contagiar a otras personas. Pero si ese enfrentamiento comienza en la nariz, la cosa cambia. 

¿Para qué sirve este estudio con AstraZeneca?

vacunas del coronavirus, person holding white and blue labeled bottle AstraZeneca
Foto por Spencer Davis en Unsplash

La inmensa mayoría de vacunas del coronavirus que ya se están administrando o que se encuentran aún en desarrollo son de administración intramuscular. Pero también contamos con algunas opciones de vacuna intranasal. Actualmente hay siete en fase 1 de ensayos clínicos con humanos. Otras, como la que está desarrollando el CSIC en España, se encuentran un pequeño paso por detrás, reclutando a los voluntarios para comenzar dichos ensayos.

Actualmente hay siete vacunas intranasales en fase 1 de ensayos clínicos

Por lo tanto, todavía queda mucho para que podamos disponer de alguna de ellas. Es por este motivo que los autores del estudio que se acaba de publicar pensaron que podría ser interesante cambiar la forma de administración de una vacuna ya aprobada, concretamente la de AstraZeneca.

Procedieron a administrarla como vacuna intranasal a hámsters y monos y, una vez pasado el tiempo para que se generase la inmunidad, realizaron un hisopado nasal y una PCR. Vieron que la carga viral en la nariz era mucho menor que en los animales que habían recibido la forma normal de administración. Esto, además, supuso un menor desprendimiento. Al haber menos carga viral en la nariz, los animales liberaban menos partículas del virus en la respiración, por ejemplo. 

Ahora mismo la variante delta se ha convertido en la mayor preocupación en muchos países, por estar generando grandes brotes de COVID-19. Esto se debe a que es muy contagiosa y se transmite con una carga viral mucho mayor. Las vacunas juegan un papel muy importante para intentar reducir esta carga y, si es desde la nariz, mejor que mejor.

Por supuesto, que la vacuna intranasal haya funcionado en hámsters y monos no significa que ya pueda administrarse así a los humanos. No obstante, al ser la de AstraZeneca una de las vacunas del coronavirus que ya se han aprobado, los ensayos clínicos podrían ser más rápidos que con las vacunas que aún se encuentran en fase 1. 

Habrá que verlo. De momento, el pinchazo en el brazo y el mantenimiento de las medidas de seguridad siguen siendo nuestras únicas armas. Son muy poderosas, pero debemos aprender a usarlas. Un gran poder conlleva una gran responsabilidad. 

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