La carrera por tener una vacuna contra el SARS-CoV-19 ha comenzado a dar sus frutos. Tenemos varias aprobadas en varios países: Pfizer y BioNTech, Moderna y Oxford-AstraZeneca. En Rusia ya están vacunando a sus ciudadanos con la Sputnik V y países latinoamericanos, como Argentina, también recibirán esta inyección. Pero aunque tengamos ya unas cuantas vacunas, eso no significa que se haya acabado todo. De hecho, en España se están desarrollando doce vacunas contra la COVID-19 y tres de los grupos de trabajo son del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
¿Cómo son estas tres vacunas contra la COVID-19 que se desarrollan en España? ¿En qué fases de los ensayos están? ¿Son diferentes a las vacunas que están ya aprobadas? En Hipertextual hemos hablado con tres investigadores de los equipos que están desarrollando estas vacunas para conocer un poco más sobre qué se está haciendo en España para luchar contra el SARS-CoV-2.
Una variante de la vacuna de la viruela, ¿candidata más cercana?
Mariano Esteban es el Jefe del Grupo de poxvirus y vacunas del Centro Nacional de Biotecnología (CBN-CSIC) y lleva trabajando desde que se publicó la secuenciación del genoma del SARS-CoV-2 en una vacuna junto con su equipo. "Ese mismo día, mi colega de laboratorio, Juan García Arriaza, y yo empezamos a trabajar duramente. Y ya en dos meses teníamos un prototipo", explica a Hipertextual desde el otro lado del teléfono. Esta es la vacuna de la que habló Pedro Duque, el ministro de Ciencia e Innovación, cuando dijo que ya teníamos un candidato a vacuna en España el pasado mes de abril. Por aquel entonces "todavía estaba en fase inicial", señala el investigador. "Había que hacer los estudios en animales".
A lo largo de la Historia de la humanidad, solo una enfermedad ha sido completamente erradicada. Y fue gracias a una exhaustiva campaña de vacunación que la viruela desapareció. Ahora, la vacuna que está desarrollando Esteban junto con su equipo de investigación "está basada en una variante de la que erradicó la viruela", explica el investigador. En este caso, se utiliza un virus atenuado de poxvirus al que se le ha incorporado "el gen de la proteína Spike o S, el de la espícula".
"Hemos demostrado que en modelos animales produce una inmunidad muy potente produciendo anticuerpos neutralizantes y la activación de los linfocitos T, que son los encargados de reconocer y destruir a una célula infectada".
Ensayo clínico de la vacuna
Los investigadores esperan comenzar la primera fase del ensayo clínico para esta candidata a vacuna española este primer trimestre de 2021. "Este candidato vacunal está en proceso de patente; está también en proceso de producción por una empresa gallega, que ya ha producido lo que se llama el lote técnico y está ya lista para producir el lote clínico. Con este lote clínico-señala Esteban- presentaremos a la agencia española del medicamento el dosier clínico para que nos autorice a iniciar los ensayos". "También se lo enviaremos a la agencia europea del medicamento para que dé su aprobación", añade.
"Empezaríamos con una fase 1 de 100 voluntarios sanos para ver la seguridad e inmunogeneicidad, es decir, el grado de respuesta inmune. Prácticamente se solaparía con el ensayo clínico en fase 2 con 500 voluntarios ya para confirmar la seguridad y obtener más información sobre la inmunogeneicidad. Y si todo ya fuera muy bien, ya podríamos considerar una fase clínica 3 con 20.000 o 40.000 voluntarios. Eso ya sería para el verano avanzado, es decir, el tercer trimestre de 2021", explica Esteban a Hipertextual.
El investigador y su equipo llevan muchos años trabajando con vacunas contra el VIH, Ébola, Zika o Chikungunya. Y ahora contra el SARS-CoV-2.
Diferencia con otras vacunas
La diferencia entre la vacuna contra la COVID-19 creada por el grupo español y las que ya están siendo aprobadas son varias. En primer lugar, las de Pfizer o Moderna utilizan ARN mensajero que "penetra en la célula y produce la proteína S" y que consigue "activar una respuesta inmune muy interesante, ya que induce una protección del 95%". Sin embargo, Esteban explica que la inmunidad "puede ser más corta en el tiempo" que la que están desarrollando ellos mismos.
"En nuestro caso, usamos un poxvirus, que es un virus muy atenuado. No se replica en las células humanas, pero sí transporta la información genética del coronavirus al interior de la célula de una manera muy eficaz. Más eficaz que la del ARN ya que es una partícula viral que entra rapidísimamente en las células y empieza a producir la proteína del coronavirus. Las primeras 24 horas son clave, ya que es cuando más proteína S se produce y para de producirlas a partir de las 48 horas", indica Esteban.
"Al ser un virus, con una información genética muy potente, lo que hace es producir miles y millones de copias de la proteína. Por lo que se va a producir una respuesta inmunológica muy fuerte", señala el investigador. Además, su vacuna no necesita tanto frío para conservarse como la de Pfizer. "Puede mantenerse meses en la nevera e, incluso, días a temperatura ambiente", indica el investigador.
En el caso de la de Oxford-AstraZeneca, el vehículo es otro: un adenovirus que es "inocuo para los humanos". Pero la idea es similar: enseñar la proteína S del coronavirus para provocar la respuesta inmune.
Ingeniería genética, la vacuna de los expertos en coronavirus
La experiencia con otros coronavirus, como el SARS-CoV-1 y el MERS-CoV, tenían que tener algo positivo. Y es que, a pesar de que se frenaron las pandemias en su día, se ha seguido investigando estos tipos de virus. Por eso, han cogido más de 30 años de experiencia con los coronavirus -17 de ellos dedicados a coronavirus humanos como los que provocan el SARS y el MERS- para desarrollar su vacuna.
"Se diferencia del resto de vacunas del mundo en que está basada en el propio virus", cuenta a través del teléfono Sonia Zúñiga, investigadora del CNB-CSIC, que trabaja junto con Luis Enjuanes e Isabel Sola desarrollando esta vacuna española contra la COVID-19. "Lo que nosotros hacemos es reconstruir el virus por ingeniería genética en el laboratorio y le vamos quitando elementos que causen una enfermedad severa y que hacen que se disemine. De manera que al final nos quedamos con candidatos a vacuna que no generarán la enfermedad ni se podrán diseminar", indica.
"Y tiene una particularidad porque no es un virus y, por tanto, no se puede diseminar, pero se inocula por las mismas vías que la infección natural (vía nasal). Por lo que la protección en mucosas esperamos que sea más alta de la que dan otro tipo de vacunas contra la COVID-19. Y eso, unido a que lleva varios componentes del virus, va a hacer que se estimule una inmunidad más completa: inmunidad humoral (anticuerpos) frente a la proteína de la espícula y respuesta celular frente a diferentes componentes virales".
Diferencia con otras vacunas
Por tanto, es una vacuna que no solo reconoce la espícula sino, además, otras partes del virus. Por ejemplo, la diferencia entre la vacuna española y la de Oxford-AstraZeneca, es que esta última solo cuenta con un componente: la proteína S. Y lo mismo sucede con la de Pfizer o Moderna, aunque se haga a través del ARNm. "La nuestra tiene más componentes virales, lo que es una diferencia con otras vacunas del mundo", señala la investigadora.
"Nuestra vacuna también está basado en un ARN, pero que se amplifica; lo que implica que la dosis que hay que inocular de vacuna es mucho menor de otros ARN que no se amplifican". Por lo que no sería necesaria una segunda dosis. "Nuestra experiencia con vacunas similares que hemos desarrollado, por ejemplo para el coronavirus que produce el MERS, es que con una única dosis de vacuna se protege al 100% en modelos animales, que es por el momento donde lo hemos probado. No solo frente a la enfermedad sino también frente a la infección. Esperamos que la vacuna para el SARS-CoV-2 sea tan buena como las que hemos desarrollado en el pasado", concluye.
La vacuna española de ADN
El grupo de investigación de Vicente Larraga trabaja en una vacuna de ADN. "La vacuna lo que tiene son dos elementos fundamentales: un gen del virus, en este caso el que codifica la proteína S, y por otro lado tiene un vector que es un plásmido. Es decir, una molécula de ADN circular que se encuentran en la naturaleza", explica a Hipertextual a través del teléfono Pedro José Alcolea, doctor en Bioquímica y Biología Molecular del Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas (CIB-CSIC). Alcolea es, además, coinvestigador principal de esta nueva vacuna contra la COVID-19 que se desarrolla actualmente en España. "Pero nuestro plásmido es sintético, porque tiene diferentes elementos de diferente origen, con el objetivo de introducir el gen del virus en las células y que sean las propias células las que lean el gen y sintetizan el antígeno", añade.
Una vez leído por nuestras células, son ellas mismas las que expresan la proteína S para que el sistema inmunitario lo detecte y desarrolle una respuesta. No es la primera vez que este grupo de trabajo desarrolla una vacuna similar. De hecho, sus investigaciones se basan en otra anterior: la de la leishmaniosis canina. "Llevamos trabajando muchos años y, además, ya está en fase de registro en la Agencia del Medicamento". Es decir, todo el conocimiento que el equipo de Larraga y Alcolea ya tenía, ahora se está utilizando para desarrollar en el menor tiempo posible la vacuna del SARS-CoV-2. "Esto nos ha permitido responder rápidamente a las circunstancias y empezar con la vacuna del coronavirus".
Buscando la vacuna contra la COVID-19
Este tercer equipo español en busca de una vacuna contra la COVID-19 comenzó algo más tarde sus investigaciones que los otros grupos. Sin embargo, esperan pedir a mediados de este mes de enero la aprobación para comenzar los ensayos clínicos. "Esta vacuna comenzamos a pensar cómo hacerla a finales de abril y ya en mayo nos pusimos manos a la obra", cuenta Alcolea.
"En primer lugar diseñamos varios candidatos: la proteína entera, una subunidad, una región que parece ser más inmunogénica, meterle otras secuencias que podrían ser adyuvantes... Hicimos un estudio preliminar en ratones de genotipo silvestre solo para evaluar la respuesta inmunitaria y vimos un candidato que era más prometedor que los otros. Y a partir de ahí repetimos ese experimento solo con el candidato seleccionado".
"Hemos hecho varios experimentos más para evaluar la dosis, la vía de administración, etc. Y ya teniendo claro que inducía una buena respuesta humoral y celular, lo que hicimos a continuación fue iniciar los ensayos de protección frente a desafío por el virus", explica el coinvestigador principal.
Para continuar con los ensayos, el grupo de investigadores ha tenido que colaborar con la doctora Noemí Sevilla del Centro de Investigación Animal (CISA) del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA); ya que es uno de los dos laboratorios de bioseguridad de nivel 3 que hay en España. De hecho, es en este laboratorio donde los otros grupos están ensayando también sus vacunas.
Muy buenos resultados en la fase preclínica
Además de un laboratorio de estas características, son necesarios los ratones llamados hACE2. Estos son ratones transgénicos que son ahora mismo los más usados para investigar en COVID-19. Se debe a que "los ratones convencionales no se infectan por el virus mientras que estos ratones transgénicos sí tienen los receptores humanos ACE2", explica a Hipertextual el investigador. "También estamos usando un modelo de hámster para hacer ensayos similares".
"Hemos terminado el ensayo con ratones humanizados y hemos visto buenos resultados de protección", señala Alcolea. "También vamos a ver si con otras rutas podemos mejorar aún más los resultados, pero por el momento estamos contentos. Como siempre, hay que optimizar las cosas... La investigación es así, por eso vamos tan relativamente despacio con respecto a lo que le gustaría a la sociedad". Sin embargo, a pesar de todo esto, "pocas veces se habían visto unos avances tan rápidos ante la presión que está suponiendo la pandemia", ha señalado el investigador.
Una de las grandes ventajas de esta tercera candidata, según ha señalado Alcolea, es la temperatura de conservación. "Nuestra vacuna se podrá distribuir a temperatura ambiente si es necesario. Es una ventaja enorme", señala. Además, "es una vacuna que tiene aspecto de ser muy muy segura, que lo comprobaremos si entramos en fase uno del ensayo clínico. Pero no observamos ni siquiera aumento de temperatura en los perros cuando ensayamos la de la leishmania", comenta el investigador.
Investigación contra la COVID-19 en España
Ahora que tenemos las primeras vacunas nos queda encontrar la que nos haga tener una mayor inmunidad contra el SARS-CoV-2. La principal desventaja de que apenas conocemos este nuevo virus de hace un año es que no sabemos cómo es la inmunidad que se genera contra esta. Pero aún estamos a tiempo de encontrar la fórmula ganadora, es decir, la que genere inmunidad por mucho tiempo. ¿Será una de estas vacunas españolas la clave para terminar con la COVID-19 definitivamente?
Ya hemos visto cómo la investigación previa tanto de coronavirus como de otras vacunas puede ayudar a desarrollar una vacuna de la forma más rápida posible. Sí, la burocracia durante la pandemia ha sido menor, pero lo que más ha ayudado es aplicar tecnologías que ya se estaban desarrollando para encontrar la vacuna contra la COVID-19. Una que sea segura y eficaz. Y en España se sigue trabajando para encontrar la mejor vacuna contra la COVID-19.