El 28 de agosto del 2020, la noticia de la muerte de Chadwick Boseman desconcertó al mundo del espectáculo. El actor, que se encontraba en un momento estelar de su carrera, falleció debido a un cáncer que atravesó de forma privada. De hecho, guardó el secreto incluso a sus amigos más cercanos. También lo hizo al director y guionista Ryan Coogler, que, por entonces, escribía Wakanda Forever, la secuela del éxito del 2018, Black Panther.
Se trató de un hecho que definió todas las decisiones del realizador en adelante. En una entrevista a Vanity Fair, explicó que, una vez que Marvel decidió que no habría un nuevo T’Challa, se encontró en una encrucijada. Por un lado, descartó el guion que había escrito y que describía la relación entre el héroe y su hijo. El niño, nacido durante sus años de ausencia tras el chasquido de Thanos, era el tema central del argumento.
Por otro lado, Coogler llegó a plantearse la posibilidad de renunciar al cine, una decisión que nació debido al dolor de perder a Chadwick Boseman. No fue el único. El golpe anímico y moral sumió al equipo detrás y frente a cámara en la confusión. La secuela se convirtió en una interrogante sobre cómo podría Marvel expresar el duelo colectivo a través de una película.
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¿Lograría la franquicia, conocida por su buen humor y optimismo, tocar tópicos más oscuros y sensibles sin terminar caricaturizándolos? ¿Sería capaz de elaborar una premisa que abarcara la ausencia de T’Challa y también homenajear su legado?
Black Panther: Wakanda Forever, una película producida para convertirse en homenaje
Black Panther: Wakanda Forever lo consigue. A la vez, es la película del amplio Universo Cinematográfico de Marvel más cercana a un tono adulto. Su historia, que incluye el fallecimiento de T'Challa como un suceso importante, es un recorrido a través de todas las etapas del duelo.
Lo logra sin exagerar ni mostrar de forma artificial los complicados temas que maneja. Para Ryan Coogler, narrar una premisa basada en el héroe ausente se convirtió en un homenaje. Asimismo, en una forma de demostrar que el cine de entretenimiento es mucho más poderoso de lo que podría suponerse.
Algo que repercutió, además, en la valoración de la cinta en medio del resto de las propuestas de la accidentada fase cuatro del estudio. Estas son todas las veces que Black Panther: Wakanda Forever demostró ser la mejor de su más reciente etapa y, con seguridad, de su universo cinematográfico.
Mostrar un tema tabú con elegancia, profundidad y sensibilidad
Marvel, a menudo criticado por su sentido del humor, suele tener problemas en abordar tópicos profundos. Incluso la muerte de Tony Stark (Robert Downey Jr) se mostró a través de un homenaje sincero, que pareció despedir una larga línea de éxitos fílmicos en lugar de un tributo póstumo.
El funeral, a orillas del lago, tuvo mayor semejanza con un cierre de un largo trecho de sucesos extraordinarios, que con un ritual funerario. Lo mismo podría decirse de la pacífica desaparición de Odín (Anthony Hopkins) o los diversos asesinatos del Loki de Tom Hiddleston. Este último suceso, ocurrido en tres historias distintas, incluso se convirtió en un chiste recurrente en la subfranquicia de Thor. Lo que demostró un problema: en Marvel, fallecer es un tema que no se toma demasiado en serio.
Pero Ryan Coogler sí lo hace. Durante el primer tramo de Black Panther: Wakanda Forever se insiste, una y otra vez, en que T’Challa murió de una enfermedad desconocida. Se asume con respeto y dolor. Tanto como para, incluso, referenciar de manera tangencial a lo ocurrido más allá de la ficción.
“Nunca dijo a nadie que estaba enfermo”, dicen su madre Ramonda y su hermana Shuri. Lo que reviste de solemnidad al suceso. Además, hay un ritual funerario que implica la identidad de Wakanda e incluye a sus habitantes. Un líder murió y a él se le llora y rinde tributo.
Se trata de un punto de vista por completo distinto al que Marvel mostró hasta ahora sobre un tema tan duro. Por supuesto, la circunstancia del actor en la vida real lo hacía inevitable. Pero, con todo, la forma de narrar un suceso doloroso de semejante calibre es esencial al comprender la trascendencia de Black Panter: Wakanda Forever.
Personajes con brillantes arcos narrativos que concluyen de manera adecuada
Uno de los grandes atributos de Black Panther: Wakanda Forever es que todos sus personajes tienen un trasfondo que Ryan Coogler explora con cuidado. Desde Shuri, interpretada por Letitia Wright, hasta la reina Ramonda (Angela Bassett). Hay un especial interés en el crecimiento interior.
A la vez, en mostrar cómo los sucesos mayores de Black Panther: Wakanda Forever impactan en sus figuras centrales. Pero no solo desde las perspectivas de sus cambios. También se muestra su madurez, con su aceptación del dolor, y después la esperanza como sucesos inevitables y poderosos.
El guion evita que sus protagonistas sean solo emblemas, aunque de alguna forma lo son. Los matices en su comportamiento, el llanto, la risa, la búsqueda de consuelo, son elementos esenciales para comprenderlos. Al mismo tiempo, para mostrar su recorrido privado hacia nuevas exploraciones espirituales e intelectuales.
Marvel, hasta ahora señalada por crear figuras sin demasiado trasfondo o interés, pudo demostrar con Black Panther: Wakanda Forever la riqueza de sus héroes. Más allá, la forma en que la franquicia es capaz de desenvolverse en un terreno menos movedizo y superficial que solo entretenimiento banal.
Una despedida simbólica para Black Panther que sostiene la premisa del guion
Marvel convirtió sus escenas poscréditos en una tradición enfocada a presentar nuevos personajes o anunciar futuras películas. La de Black Panther: Wakanda Forever no hace una cosa ni la otra. En realidad, es una rara y conmovedora conclusión a la premisa entera de la película, un elemento narrativo hábil que completa el recorrido de la historia.
El centro de la narración fue el duelo y cómo superarlo. Lo que permitió a Shuri enfrentarse a sus temores y asumir el traje del héroe dinástico. Al mismo tiempo, mostró cómo Ramonda enfrentó el sufrimiento por el hijo fallecido en su firme defensa del país. Cada uno de los personajes tuvo la oportunidad de mostrar su reacción hacia la ausencia de T’Challa y cómo reflexionar sobre ella. La secuencia final permite al público hacerlo.
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Al mostrar al hijo de T’Challa, que lleva su nombre y que Ramonda conoció, el largometraje celebra la esperanza. Un niño pequeño encarna un símbolo de profunda belleza sobre el renacimiento. También, el hecho de que Shuri pueda llorar la pérdida de su familia y comprender la importancia de su legado. Con una decisión argumental inteligente, Ryan Coogler construyó un escenario que concluye la historia de forma sensible. Un logro que convierte a Black Panther: Wakanda Forever en una rara joya en medio de la criticada y desigual fase cuatro de Marvel.