La llegada del Apolo 11 a la Luna fue un hito histórico, con consecuencias principalmente a nivel científico, pero también social e incluso religioso. Y es que no solo voló con ellos la estampa de una virgen cordobesa después de que el secretario de su hermandad insistiera en pedirlo. También, se instauró en cierto modo una diócesis en nuestro satélite. Por eso, desde la vuelta de Neil Armstrong y sus dos compañeros, existe el puesto de obispo de la Luna.

En aquel momento recayó sobre la figura de William D. Borders. Hoy en día, se trata de John G. Noonan. Para ninguno ha supuesto una obligación demasiado exigente. Al fin y al cabo, no hay feligreses a los que guiar. 

Lo único que tienen ambos en común es que son obispos de la diócesis de Orlando. Eso es lo que les convierte en la máxima autoridad eclesiástica de la Luna, por obra y gracia de un tratado de más de un siglo de antigüedad.

¿Por qué hay un obispo en la Luna?

Uno de los eventos que se celebraron antes del lanzamiento del Apolo 11 para celebrar la inminente llegada de los humanos a la Luna fue un banquete inter religioso, en el que participaron líderes de varias religiones y órdenes eclesiásticas.

El objetivo era reflexionar desde las diferentes religiones las consecuencias de tal hito histórico. Sin embargo, también hubo lugar para las conversaciones distendidas y el humor. Fue en una de esas charlas en la que el entonces obispo de Orlando, Willian Borders, señaló que él debería ser nombrado obispo de la Luna. Sus compañeros tomaron la afirmación entre risas. Sin embargo, cuando el eclesiástico sacó a colación el Derecho Canónico, la cosa cambió. En aquel entonces aún seguía vigente el código de 1917, en el que se señalaba que todo territorio conquistado pasaría a formar parte de la diócesis de la que partió la expedición.

Estas leyes religiosas debieron enunciarse en época de conquistadores, cuando los humanos tomaban nuevos territorios como si se tratase de mercancía, sin tener en cuenta a las personas que ya vivían en ellos. Dejando a un lado lo poco ético que esto resultaba, en este caso dio lugar a algo bastante cómico. Y es que, con base en esa ley religiosa, el obispo de Orlando debería ser nombrado obispo de la Luna, ya que el Apolo 11 partiría de Cabo Cañaveral, ubicado en Orlando. 

la Luna, eventos espaciales

Sorpresa hasta para el Papa

Como bien sabemos hoy en día, la misión fue un éxito, el Apolo 11 llegó a la Luna y un ser humano puso el pie sobre ella por primera vez. Colocaron una bandera estadounidense y, en cierto modo, dieron el territorio por conquistado. Por lo tanto, desde ese momento, Borders pasó a considerarse el obispo de la Luna.

Cuando un tiempo después tuvo un encuentro con el entonces Papa, Pablo VI, este se sorprendió al conocer la noticia. Ni siquiera la máxima representación de la Iglesia Católica conocía a fondo el Código Canónico vigente. Aun así, cuando este se lo explicó, aceptó el nombramiento. Un nombramiento que, además, se ha seguido adjudicando a cada nuevo obispo de Orlando. Por eso, hoy en día es John Noonan quien ostenta el cargo más cómodo del mundo: guiar la fe de los feligreses de una diócesis inhabitada. ¿Cambiarán las cosas cuando se instauren las primeras colonias en nuestro satélite? Ya lo veremos. Sería bonito vivir en un lugar en el que no se inmiscuya la religión, pero tendremos que esperar para saberlo.

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