La ley trans ha sido sin duda uno de los hitos políticos más discutidos de este 2022. Si bien la posibilidad de autodeterminación de género ha sido recibida con júbilo, tanto dentro del colectivo como entre otras muchas personas fuera del mismo, también ha habido ciertos grupos sociales y políticos que han intentado desprestigiar esta medida. Al final, se ha generado una disputa entre supuestos bandos en los que, paradójicamente, las personas trans han estado mucho menos presentes de lo que deberían. Porque, por mucho que intentemos ponernos en sus zapatos, nadie puede entender su realidad como ellas.

Solo las personas trans saben lo que es sentir que algo no va bien. Que toda la realidad que se les asigna al nacer no se corresponde con lo que sienten. Con lo que son. Solo esas personas saben lo que es someterse a tratamientos que no resultan especialmente agradables, para sentirse más cerca de su verdadera realidad. Pero no les preguntamos sobre ello. Al menos no tanto como deberíamos.

Y eso es un problema por muchos motivos. Para empezar, porque estamos generando una guerra dialéctica sobre la vida y los derechos de personas a las que no se les está dando suficiente voz. Pero también porque todo esto puede derivar en una falta de referentes para las personas trans.

Muchos comienzan a andar por el camino de la transición sin ni siquiera saber qué pueden esperar de él. Ellos deben encargarse de busca la información y los referentes porque no se los estamos poniendo al alcance de la mano, como sí hacemos con otros colectivos. Al menos no tanto. Este artículo es un intento de hacer ese camino un poco más sencillo para quien lo necesite. Y también un intento de dar a conocer la realidad de las personas trans a cualquiera que quiera leerlo, poniendo el foco donde realmente deberíamos ponerlo siempre. 

Transicionar también es social

La autodeterminación de género no es algo que se decida de la noche a la mañana. Alguien no se levanta un día y decide que quiere ser hombre o mujer. Lo que ocurre es que, poco a poco, ve que la realidad que siente no se corresponde con la del género que se le asignó al nacer. Puede que vea claro que su realidad es totalmente la opuesta o que primero quiera experimentar con el no binarismo.

Eso precisamente es lo que le pasó a Marta (nombre ficticio). "Yo al principio no lo tenía claro. Simplemente quería jugar con la expresión de género y experimentar porque yo sabía que había algo que no estaba bien, pero no tenía claro el qué". Eso fue entre 2017 y 2018, cuando tenía 17-18 años. Empezó así lo que se conoce como transición social. Un periodo en el que las personas trans empiezan a hacer ver a su entorno, y también a sí mismas, que no tienen claro que su género sea el que se les asignó al nacer. Aquí pueden darse algunos pasos como el cambio de nombre. "En la transición social ya me cambié el nombre, porque mis amigas me llamaban en femenino y era un nombre no binario".

Más tarde, en 2020, Marta empezó la transición médica. Sin embargo, es importante remarcar que no siempre se pasa más allá de la transición social. No todas las personas se hormonan o se operan y eso no hace menos válida su decisión, porque la transición es algo muy amplio. Lo ha explicado a Hipertextual la enfermera y sexóloga Carmen Jurado, quien trabaja acompañando a personas trans y sus familiares en el Hospital Reina Sofía, de Córdoba. "Se llama transición a esas conductas, expresiones, cambios, muchas veces externos, que se llevan a cabo para mostrarse más acordes con lo que sienten". Aquí, la sexóloga incide en la importancia de entrecomillar ese “acordes”; porque, en realidad, ¿qué nos indica lo que es acorde y lo que no?

"Discrepan de lo que se les asignó al nacer, los roles que por tu sexo asignado al nacer se esperan de ti. Es decir, de la expectativa que tiene todo el entorno, la sociedad en general, en función de tus genitales, que es como nos sexan. No nos sexan mirando nuestro cerebro, aunque tampoco sería una forma de hacerlo, porque puedes tener un cerebro más andrógino y sentirte más identificado con personas más consideradas del sexo masculino o femenino".

Carmen Jurado, enfermera y sexóloga

En definitiva, la vida no está compuesta solo por blancos o negros. También hay grises. El problema es que todo se rige con base en una forma muy concreta de decidir qué es blanco y qué es negro. Pero es una forma de clasificar que puede conducir a errores. "Hay una mirada muy binaria, por lo que estas personas intentan transicionar para sentir ese nuevo encaje". 

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La información sobre el tratamiento es esencial

Como Marta, Max pasó antes por una transición social, aunque con la vista puesta en la médica. Con 16 años, se dio cuenta de que era un chico y comenzó a informarse él mismo. "Lo primero que hice fue empezar a informarme de los pasos que había que seguir y qué tenía que hacer", relata a este medio. "En ese momento la transexualidad estaba dentro de la famosa lista de enfermedades mentales, así que lo primero que hice fue hablar con mi psicóloga". 

Este es uno de los avances que se han conseguido para las personas trans en los últimos años. Ya no se debe aportar un informe psicológico certificando disforia de género, porque por fin ha salido de la lista de enfermedades mentales. En su caso, Max nos cuenta que su psicóloga ya había tenido varias sesiones con él y le hizo el informe de una manera mucho más orgánica, sin el incómodo examen al que se vieron sometidas muchas personas trans hasta hace no tanto tiempo. 

Aun así, como era menor de edad, no podía dar ningún paso más sin la autorización de sus padres y no se atrevía a hacerlo, así que se esperó hasta los 18 para empezar la transición médica.  "Miré por internet los pasos que tenía que seguir y una vez que cumplí los 18 años hablé con mi médico de cabecera y le pedí que me derivara al endocrino para, a ser posible, empezar el tratamiento hormonal".

Cuenta que el trato a partir de ese momento fue inicialmente muy bueno. "No me pusieron ninguna pega, me mandaron a la endocrina, me hizo muchas pruebas y un montón de preguntas y miró muy bien tanto el historial médico mío como de mi familia". Esto es clave, pues las hormonas no dejan de ser un tratamiento farmacológico que puede tener contraindicaciones, por lo que es importante tanto hacer un estudio completo como informar al paciente de los posibles efectos.

En Hipertextual hemos hablado sobre ello con Sergio Román, facultativo especialista en Endocrinología y Nutrición en el Hospital San Jorge de Huesca. "A todas las personas trans en la consulta antes de iniciar el tratamiento se les realiza una analítica y una historia clínica completa para descartar que haya contraindicación médica para el uso de la terapia hormonal", explica.  "Tanto los estrógenos como la testosterona estarían contraindicados en patologías como la insuficiencia hepática avanzada, la presencia de un cáncer hormonodependiente activo (cáncer de mama, de próstata, de endometrio...) o la presencia de enfermedad cardiovascular establecida". Además, añade que, en el caso de la testosterona, “también está contraindicada en el embarazo”.

Por todo esto, es muy importante informar adecuadamente a las personas trans que deciden hormonarse. "Se les explica de forma verbal y por escrito en un consentimiento informado los efectos esperables y posibles efectos secundarios". 

Tanto Marta como Max tuvieron que pasar por estas pruebas y este consentimiento informado antes de empezar su transición médica. Ella nos cuenta que en todo el proceso se sintió muy cómoda con los sanitarios que la trataron. "He oído muchas barbaridades, pero yo fui muy bien tratada desde el inicio". Max se ha sentido bien en general, aunque con algunas excepciones. Por ejemplo, tras cambiarse de ciudad, se le asignó una endocrina que no estaba especializada en personas trans y eso le supuso un retraso en la continuación que él deseaba para su transición médica. "Literalmente solo se limitó a decirme que estaba obeso y cuando le pedí que me metiera en lista de espera para la mastectomía, después de un año de consulta, me dijo que ella no era de atención a las personas trans y que no podía hacer eso".

Afortunadamente, todo esto es algo que se va solucionando con el tiempo. Los hospitales tienen cada vez más personal especializado en el trato a las personas trans. Buen ejemplo de ello es el hospital en el que trabaja Carmen Jurado. No solo está ella acompañando a las personas trans. También cuentan con un equipo muy amplio, con profesionales de diferentes especialidades. "La atención a las personas trans necesita de la participación de urólogos, ginecólogos, representantes de salud mental, otorrinos, porque a veces se aborda el tema de la modificación de la voz, y también especialistas en cirugía plástica". Además, es clave el papel de los endocrinos. En su caso, en el hospital hay dos dirigidas a personas trans, una especializada en menores de 14 años y otra para mayores de esa edad. 

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Si no te operas, no eres menos hombre o mujer trans

El sexo y la identidad de género no es lo mismo. Como ya hemos visto, el sexo es una clasificación que se hace de una persona cuando esta nace con base en una serie de criterios. Normalmente, el factor clave para dicha clasificación son los genitales, de modo que un individuo puede ser hombre, mujer o intersexual, si tiene rasgos de ambos. 

Por otro lado, la identidad de género se define como "el sentido subjetivo de saber a qué sexo se pertenece". Este puede no coincidir con el sexo marcado por los genitales. Es entonces cuando hablamos de personas trans. Ahora bien, que exista esta incongruencia relativa al sexo con base en las clasificaciones establecidas no significa que haya necesariamente una disforia hacia los genitales. Es algo que nos cuenta Max a través de una vivencia personal.

"Se me derivó a un ginecólogo supuestamente especializado en atención a las personas trans. Digo supuestamente, porque no dejó de hablar de como yo seguramente no querría ver mis ovarios o mi útero o saber su estado, cuando eso no es realista, porque se puedo ser trans y no tener disforia genital".

Max, hombre trans

Es por este motivo que hay personas que, aun decidiendo pasar por las hormonas, no tienen interés en operarse. Marta, por ejemplo, no se ha sometido a ninguna intervención, aunque sí está en lista de espera para ponerse pecho. No tiene intención de nada más. De hecho, para ella su única queja con el trato recibido ha sido precisamente las prisas de algunos profesionales por ofrecer esa cirugía. "En mi caso el trato ha sido siempre muy bueno, lo único quizás la presión de que se te ofrecen muy pronto las operaciones de reasignación, que si tú a lo mejor no lo tienes claro, en la siguiente cita, dependiendo de qué médico, te lo pueden repetir otra vez".

En cuanto a Max, ya se ha sometido a la mastectomía y está en lista de espera para la histerectomía. Ambos han debido pasar por lista de espera muy largas, especialmente en el caso de Max, que tuvo que esperar aún más por el año perdido con el cambio de endocrina. Esto puede repercutirles psicológicamente, pero quizás no lo haría tanto si la sociedad no diese tanta importancia a ese tipo de cuestiones para denominar el género de una persona.

No es un camino de rosas, pero suele valer la pena para las personas trans

Hasta hace no demasiado tiempo, los fármacos que toman las personas trans no se habían probado en ellas, sino que se habían desarrollado con otros fines. Afortunadamente, esto es algo que está cambiando, como nos cuenta Sergio Román. "Hay varios estudios en poblaciones trans a largo plazo en los cuales se ha visto que los efectos secundarios del tratamiento son poco habituales y que el número de personas trans que abandonan el tratamiento o detransicionan son un porcentaje muy bajo", relata. “No obstante, es recientemente cuando empieza a haber más investigación sobre salud trans, ya que, al igual que ha pasado anteriormente con otras minorías, no se realizaban estudios centrados en ellas, puesto que siempre los sujetos de estudio solían ser personas de raza blanca y cisgénero”.

De hecho, esto es algo que se ve, por ejemplo, con las mujeres cis. Hasta no hace mucho, los ensayos clínicos se llevaban generalmente con hombres cis. Por lo tanto, las dosis se pautaban para ellos, pudiendo producirse más efectos secundarios en pacientes femeninas. Ocurre lo mismo con las personas negras. Por genética o cuestiones asociadas al color de piel, los efectos de ciertas enfermedades o instrumentos pueden ser muy variables en ellas. Sin embargo, es algo que no se ha estudiado tanto. No extraña que en pacientes trans haya pasado algo parecido, aunque es una gran noticia que esto vaya mejorando. 

Ahora bien, hay personas trans como Max que insisten en que, aun habiendo recibido toda la información sobre efectos secundarios, les habría gustado conocer detalles aparentemente nimios, pero que resultan muy incómodos. Con respecto a la testosterona que él se inyecta cada 18 días, señala que es "un medicamento que hay que tomarse muy en serio, con la regularidad y la dosis que te piden, porque si no te puede dar incluso un ataque al corazón". Además, piensa que si tienes trastornos de la conducta alimentaria o problemas relacionados con la comida o el peso, "habría que tener mucho cuidado con tomarlo". Se dan muchos cambios en el cuerpo y hay que tenerlo en cuenta.

También recuerda que se puede sufrir alopecia. “Yo no la sufro, pero sí he notado que se me cae más el pelo”. En cuanto a los cambios de humor, “los he notado para bien, pues tengo un humor más estable”. Aun así, menciona un efecto curioso que tanto él como otras personas trans con las que ha hablado sufren y es que se les hace muy difícil llorar. “Por ejemplo, en el funeral de mi abuelo yo quería llorar, pero físicamente no podía, no salían lágrimas de mi cuerpo”. 

En general, aunque él está muy feliz de haber transicionado médicamente, insiste en dejar claro que “es un proceso duro, cambia el cuerpo, te duele el clítoris, tiene sequedad vaginal…”. Son pequeños detalles, pero es importante que se sepan y se incida en ellos.

En cuanto a Marta, ella toma valerato de estradiol en pastillas, divididas en dos tomas al día. También toma media pastilla de bloqueantes de la testosterona. Al principio rechazó esto último, pero finalmente sí ha empezado a tomar una dosis pequeña. Cuenta que, sobre todo al principio, lo que más notó fueron los cambios de humor. "De repente estás muy bien y luego muy mal, después muy eufórica y luego muy triste".

Por otro lado, aclara que no se ven afectadas las erecciones. "Las mujeres que tienen problemas con las erecciones suele ser más bien por algo psicólógico, porque nunca han estado cómodas con el pene", aclara. "Tienen mucha disforia de género y no funciona, lógicamente, porque no es una parte que les guste usar". En cambio, cuenta que "sí desaparecen con la hormonación las erecciones involuntarias asociadas a picos de testosterona". Es decir, las típicas erecciones matutinas o por contacto con algo frío, por ejemplo.

En definitiva, para Marta los efectos han sido más llevaderos que para Max. No obstante, en general ambos están contentos con el resultado. Y eso es lo habitual, como bien recuerda el endocrino entrevistado para este artículo. "Los resultados del tratamiento hormonal son en general bastante favorables. No hay efectos secundarios graves y se ha objetivado que la satisfacción y la salud mental de las personas trans que reciben un tratamiento adecuado mejoran notablemente".

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¿Es que nadie va a pensar en los niños?

Una de las grandes críticas de la ley trans es que los mayores de 16 años puedan transicionar sin consentimiento de sus padres. Y también que se dé la posibilidad de autodeterminación de género a los niños menores de esa edad. No obstante, a menudo estas críticas forman parte del desconocimiento, pues aquí hay que tener varios factores en cuenta.

Para empezar, los niños no pueden someterse al mismo tipo de hormonación que los adultos. Lo explica Sergio Román. "En el caso de les niñes trans, lo que se utilizan son bloqueadores de la pubertad", especifica. "Se ha visto que no tienen efectos perjudiciales a largo plazo y que, en caso de querer suspenderlos, los efectos son reversibles".

También hemos hablado sobre ello con Carmen Jurado. "De los menores se habla mucho como si viene un niño, se le hormona y se le opera, pero eso no es así para nada", cuenta la enfermera. "Se le atiende y se hace muchísimo acompañamiento antes de llegar a esa opción de la prescripción de hormonas". Además, recuerda que, a estas edades, "aún queda mucha maduración y evaluación, como a cualquier persona no trans". Por eso, también se espera a ver la evolución. "Lo que también se hace es evaluar el nivel de conciencia y conocimiento que tiene sobre lo que está pidiendo, sobre todo cuando piden hormonarse".

Por otro lado, es importante destacar que las intervenciones quirúrgicas no se hacen en menores de 18 años. "Y, aun así, muy pocos se operan a esa edad".

Cambios motivados por la sociedad

Una de las mayores paradojas de las personas trans es que esa sociedad que las critica por los pasos que llevan a cabo es a menudo la misma que las fuerza a realizarlos. Lo explica muy bien Carmen Jurado:

"El cuerpo normativo es el más frecuente. Lo que sucede con más frecuencia es que la forma en que te sientes en el género y el rol exigido y tu cuerpo coinciden. Hay que trabajar a todos los niveles que hay cuerpos normativos y no normativos. Ahora mismo la norma no la vamos a hacer desaparecer. Sin embargo, no se tiene que someter todo el mundo a eso a la fuerza por el hecho de que no se entienda el hecho sexual humano de que hay otros cuerpos no normativos que existen y tienen el mismo derecho a existir. Mucho de lo que se hacen las personas trans en sus cuerpos viene para encajar en esa idea normativa de la sociedad".

Carmen Jurado, enfermera y sexóloga

De hecho, la sexóloga nos cuenta que, cuando habla con las personas trans a las que acompaña en el hospital, "la mayoría expresan que les gustaría no ser trans, porque en esta sociedad es más fácil no serlo". 

Esto es algo en lo que coinciden Max al contarnos su proceso. "Tristemente, las personas trans no tomamos hormonas solo para estar a gusto con nosotros mismos". Para él, el periodo que tuvo que esperar hasta hacerse la mastectomía fue anímicamente terrible, pero no solo porque él se sintiese mal. También porque se sentía observado por no ser como se supone que un hombre debería ser. "La espera fue de dos años y medio que me pesaron como una losa y han sido horribles anímicamente, porque veía cómo se operaba otra gente mientras yo estaba en lista de espera, sufría disforia y aguantaba comentarios desagradables".

En cuanto a Marta, ella está de acuerdo en que parte de la premura por realizar ciertos cambios que tienen algunas personas trans proviene precisamente de su entorno. "Si tu entorno te fuerza mucho a hacerte operaciones, te vas a sentir más mujer. Pero no lo suficiente hasta que tú como persona trans interiorices lo que eres y sepas que, hagas lo que hagas, sigues siendo lo que siempre has sido". Además, añade que "la transición no tiene ni un principio ni un final, sino que sucede durante toda la vida".

Todo esto, en parte, es lo que se busca al añadir más profesionales especializados en los hospitales o al legislar para hacer la vida de las personas trans más fáciles. No se obliga a nadie a someterse a ningún tipo de cambio. Personas como Carmen Jurado, con el acompañamiento a personas trans, o Sergio Román, con su conocimiento específico sobre tratamientos hormonales en estos pacientes, ayudan a esas personas a tener la libertad de ser. No se trata de un capricho ni un sentimiento, sino de una realidad. Una realidad en la que cada cual debería ser libre de definirse sin presiones. 

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