Estamos en plena época navideña, y seguro que ya te has metido entre pecho y espalda más de un trozo de turrón. Y de dos. Y de tres. Al igual que todos los años, las bandejas de los turrones nos persiguen en todos y cada uno de los eventos familiares a los que acudimos estos días festivos y jolgoriosos.
Quizá tu familia sea muy moderna, o tu tía Amparo se haya vuelto runner a la vejez y decida ahondar en el mundo de los alimentos healthy. En esta aventura nutricional, la puerta de los turrones sin azúcares añadidos ha sido abierta. Y tú, indefenso ante esta vorágine repentina de salud, te has visto obligado a probar alguna que otra porción de estas variantes comestibles del dulce navideño más famoso habido y por haber.
Pero, ¿realmente existen los turrones sanos? ¿Cuáles son sus ingredientes? Veamos si realmente merece la pena hacerse con uno de estos ejemplares y huir de los típicos turrones hiperazucarados que encontramos en el mercado. Quizá te lleves más de una sorpresa. Vayamos al turrón, nunca mejor dicho.
Ingredientes turroneros
Turrones hay muchos, de todos los tipos, colores y sabores. Sin embargo, si nos remitimos a las versiones clásicas solemos encontrar como ingredientes fundamentales: frutos secos como almendras, yema de huevo, miel, chocolate en ocasiones y sobre todo azúcar. Muchísimo azúcar entre todo este amasijo de ingredientes turroneros. Podemos encontrar fácilmente que el 50 % de la composición de un turrón es puro azúcar.
¿Y qué pasa? Pues que en los últimos años los fabricantes se han dado cuenta de la mala fama que tiene el azúcar por vincular su consumo excesivo con múltiples enfermedades metabólicas como diabetes, obesidad o dolencias cardiovasculares. Por ello, las versiones “0%” o “sin azúcares añadidos” han inundado las estanterías de los supermercados en los últimos años. Estas variantes prescinden del azúcar para dar paso a edulcorantes, compuestos que no son tan maravillosos como muchos piensan.
Los edulcorantes no son peligrosos, pero tampoco una maravilla
Dentro de los diferentes aditivos que pueden añadirse a los alimentos, los edulcorantes ocupan un lugar polémico. La razón es que, aunque aportan un menor número de calorías a los alimentos que el azúcar, la evidencia científica sigue vinculando su consumo al aumento del peso. Sí, parece algo contradictorio, pero los estudios así lo demuestran.
Las hipótesis dicen que los edulcorantes nos siguen manteniendo enganchados al sabor dulce, haciendo que comamos más alimentos insanos a la larga y alterando nuestra percepción del sabor dulce. Esto atrofia el sentido del gusto, impidiendo que disfrutemos del auténtico sabor de otros alimentos. Por si fuera poco, los turrones son productos muy palatables. Es decir, resulta sumamente placentero consumirlos por sus elevadas dosis de grasa y azúcar: son manjares prácticamente irresistibles. Desgraciadamente, esto viene acompañado de una enorme densidad calórica. Es decir, encontramos en un trocito muy pequeño de turrón un gran número de calorías. Y ahí está el problema, incluso cuando cambiamos el azúcar por edulcorantes.
A todo ello hay que sumarle los problemas que algunos edulcorantes plantean hacia la microbiota intestinal, la comunidad de seres diminutos que convive con nosotros dentro del cuerpo humano (siendo mayoritarios en el intestino). Algunos edulcorantes que habitualmente se añaden en los turrones supuestamente healthy pertenecen al grupo de los polialcoholes. Estos compuestos se llevan regular con la microbiota, y también pueden provocar diarreas si se consumen en exceso —de hecho es obligatorio indicarlo en el envase. La problemática viene cuando algunos turrones “sin” llevan edulcorantes como primer ingrediente, el más numeroso, ocupando un 40% de la composición total del producto. Conviene ir a la cena de Nochevieja con un tapón de corcho por si las moscas.
¿Qué turrón me como entonces?
La gran pregunta es qué tipo de turrón deberíamos priorizar. ¿El de toda la vida o una versión más sana? La respuesta nutricionalmente adecuada es que, “depende”. Sí, no es algo tajante. Bien es cierto que algunos turrones “sin” suelen contener más porcentaje de almendra y otros frutos secos. Aun así, tenemos las mismas. Aunque un turrón “sin azúcares añadidos” y con edulcorantes sea menos calórico, lo cierto es que no va a suponer una gran diferencia en tu dieta si te has puesto hasta arriba de canapés de ensaladilla rusa, asado de cordero y vino tinto.
La Navidad es una época concreta del año donde solemos excedernos con las ingestas, y no está mal intentar recortar un poco el pienso y comer de forma saludable. Sin embargo, no deberíamos poner el foco en los turrones o los dulces navideños. Hay cosas más prioritarias. Por ejemplo, introducir más frutas, verduras y hortalizas en el menú navideño, o también adecuar las raciones a las de un ser humano y no ingerir cantidades dignas de un animal de bellota.
Después, si elegimos un turrón muy azucarado o una versión fit del mismo será una cuestión menor. Al fin y al cabo, es un dulce puntual y mientras lo consumas como tal, te dará igual si es un turrón normal y corriente o una modernidad. Elige el que más te guste y disfruta comiéndolo sin remordimientos, ya que la salud mental y el bienestar emocional también son muy importantes en estas fechas. Eso sí, si de paso consigues no ponerte como un obelisco tampoco pasa nada. Todo sea dicho, que comiendo menos la Navidad se disfruta igualmente. Mastica despacio y no te metas el jamón ibérico y el queso curado a dos carrillos. Conoce un poco también.