Son muchos los caminos que pueden llevar a la extinción de una especie, desde el deterioro de su hábitat hasta el cambio climático. Pero, sin duda, la superstición humana no se queda atrás. Sanguijuelas, tiburones y pangolines son algunos ejemplos de los animales vendidos en el mercado negro para la obtención de todo tipo de remedios sin ninguna evidencia científica. Y a esa lista se suman también las tortugas marinas de la especie golfina (Lepidochelys olivacea), cuyos huevos se han convertido en un codiciado afrodisíaco en Panamá.

Ni qué decir tiene que de ninguna manera estimulan el deseo y la satisfacción sexual. Aun así, los cazadores furtivos frecuentan las playas a las que las hembras de estas tortugas marinas van a desovar para hacerse con los huevos rápidamente, antes de que eclosionen. Esto se ha convertidor en un problema muy serio en la península de Punta Chame, donde la especie corre ya un grave peligro.

De hecho, la situación es tan preocupante que varios voluntarios han comenzado a patrullar las playas, con el fin de ahuyentar tanto a los cazadores de tortugas marinas como a los perros callejeros, que también se alimentan de los huevos. Después, los recolectan y los entierran en un vivero alejado de comerciantes sin escrúpulos. Finalmente, una vez que eclosionan, ayudan a las pequeñas tortugas a volver al mar. Eso sí, también deben tener algunas consideraciones, pues no basta con dejarlas directamente en el agua.

Tortugas marinas en peligro por un deseo inexistente

En Panamá se ha corrido la voz de que los huevos de estas tortugas marinas pueden ayudar a los hombres a disfrutar del sexo. Esto ha llevado a muchas a lanzarse a comprarlos en el mercado negro. Quizás el placebo les ayude. Pero en ese caso también se les podría decir que les ayudará llevar un calcetín de cada color y al menos no empujarían a ninguna especie hacia la extinción.

Y es que la tortuga golfina está ya catalogada como vulnerable en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Es importante comprender que forma parte de una cadena trófica en la que no se debe interferir. Por ejemplo, los voluntarios de la ONG Fundación Tortuguias se encargan de ahuyentar a los perros callejeros, pero no a las águilas. Los primeros suelen ser fruto de la actividad humana. Sin embargo, las segundas forman parte de esa cadena en la que, si se elimina un eslabón, pueden caer muchas especies.

Pero los que sin duda no tienen ningún derecho a acercarse a los huevos de tortugas marinas son quienes solo buscan lucrarse con ellos. Esas personas que hacen creer que tienen un beneficio como afrodisíacos para poder venderlos a precio de oro.

Es de ellos de quienes los alejan principalmente estos voluntarios, cuyo trabajo ha sido recogido por Agence France-Presse y reproducido por Science Alert. Todos ellos recogen los huevos, los entierran en viveros y después los llevan cerca del mar. ¿Pero por qué no dentro?

Bethany McCarter (Wikimedia Commons)

La importancia de volver a casa

Las tortugas marinas, tanto de esta como de otras especies, comienzan un largo proceso de migración cuando vuelven al mar. Sin embargo, a la hora de poner los huevos, vuelven justo al lugar en el que nacieron. Así se aseguran de anidar en un lugar seguro. Tiene sentido; pero, aun así, es algo que ha llamado la atención a los científicos durante mucho tiempo.

Se habla de una especie de impronta, por la cual en su recorrido hacia el mar memorizan el punto exacto al que tendrán que volver. Por ese motivo, los voluntarios panameños no se atreven a liberar a las crías directamente en el mar. En cambio, vuelven a la playa en la que recogieron los huevos y depositan a las tortuguitas cerca del agua, pero no dentro.

La forma en que lo hacen no es lo más importante. Pero también ha sido estudiada. Se analizó en 2017 con tortugas bobas, aunque se considera que es extrapolable a otras tortugas marinas. En general, parece que todas utilizan el campo magnético de la Tierra para orientarse. Se sabía que ya lo hacen para migrar, al igual que muchas aves, pero hasta ese momento no se comprobó que también usan esta técnica para saber dónde deben volver a la hora de poner los huevos.

Ellas tienen claro cómo hacerlo. Pero, por desgracia, también hay humanos sin escrúpulos que saben dónde encontrarlas. Para evitar que sus crías nunca lleguen a nacer, el trabajo de estos voluntarios es indispensable. Aunque ojalá no hiciese falta.

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