Dentro de dos años, el primer cómic de las Tortugas Ninja celebrará su aniversario cuarenta. Entre 1984 y el presente, 2022, la industria del entretenimiento ha dado salto tras salto en relación con su público. Cambiaron las maneras de consumo. Aparecieron producciones que alteraron la concepción previa de las narrativas. Las audiencias tienen más acceso a diversos productos, algo que puede enriquecer su criterio. Aun así, el relato de Leonardo, Raphael, Michelangelo y Donatello se sostiene en espacios como Netflix a través de El ascenso de las Tortugas Ninja.

Esta película animada toma el testigo dejado por la serie desarrollada por Nickelodeon durante 2018 y 2020. Aunque este antecedente sirva de referencia, una de las primeras cuestiones que hay que aclarar en relación con El ascenso de las Tortugas Ninja es que funciona como un relato independiente. Se puede ser próximo o no a la historia y, más allá de la posición, comprender su sentido; también, lo que quizá es lo más importante: el pulso entre las personalidades de los protagonistas, una de las bases sobre las cuales ha girado cada adaptación año tras año. 

Pero El ascenso de las Tortugas Ninja en Netflix tiene algunas vueltas de tuerca que evocan a distintas narrativas destacadas durante parte de esos casi cuarenta años que tienen las historietas. El visionado de esta película permite pensar en Terminator, en Kung-Fu Panda, y la saga de Los Vengadores del Universo Cinematográfico de Marvel. ¿Eso implica una traición o la desvirtualización del relato base? No. Se trata de una mutación más de las tortugas.

El ascenso de las Tortugas Ninja: la historia

Un héroe debe viajar al futuro para evitar la muerte de las Tortugas Ninja. Ese embajador de los días por venir es Casey Jones, un personaje icónico dentro de las adaptaciones más recientes sobre el relato. La película hace una correcta transición entre roles, cediendo de forma progresiva el peso a los dueños de la narrativa, los cuatro mutantes. 

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Casey Jones dará con una línea temporal en la que la amenaza que intenta detener llegó mucho antes de lo previsto. A través de un portal, Krang fue capaz de destruir todo lo conocido, incluyendo a los superhéroes. Casey Jones cae en un tiempo en el que aún es posible evitarlo, pero una serie de torpezas de Leonardo precipitan distintos acontecimientos. Entonces, en Netflix, la narrativa vuelve a uno de sus fuertes y tiende un guiño con su tradición: la relación y el crecimiento de las cuatro tortugas. 

Tanto en los cómics como en las adaptaciones animadas, los contrastes entre las personalidades de Leonardo, Raphael, Michelangelo y Donatello enriquecen la sucesión de acontecimiento porque influyen en ellos. Su carácter está al servicio de los hechos, de la acción, de los conflictos y, también, de las soluciones. En esa línea, Leonardo es la base de El ascenso de las Tortugas Ninja, pecando de arrogancia y egocentrismo, hasta el punto de poner en peligro a sus hermanos y, por consecuencia, a Nueva York

Su transformación como personaje propicia los nudos del relato y también, hacia el final, el desate de estos. Krang se presenta como un rival contra el que no pueden oponerse. Aunque estas tortugas cuentan con una serie de poderes místicos –Michelangelo evoca a Doctor Strange, en algunas cuestiones, por ejemplo–, su adversario es superior en casi cualquier rivalidad; salvo en una: el plano en el que logran unir sus habilidades e inteligencia para dar espacio a la estrategia antes que a la fuerza. 

El ascenso de las Tortugas Ninja

Un clásico de los 80's sigue en pie hasta la actualidad. ¿Casualidad? ¿Exceso? No. El ascenso de las Tortugas Ninja representa parte de la habilidad de distintos creadores para mantener un relato vivo, adaptándolo a distintas tendencias sin traicionar su esencia. Sus personajes sigue generando polaridad, sus acciones propician conflictos y sociales, a la vez que abunda la pizza. Una historia entretenida disponible en Netflix.

Puntuación: 3 de 5.

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El héroe

Leonardo representa, en un trayecto de poco menos de hora y media, distintos estadios del héroe. Aquel que parece predestinado, por habilidades naturales, a alcanzar algo que otros; el que, a través de parte de su carácter, puede liderar y sobreponerse a adversidades. Pero, también, es el mismo que puede confundir habilidad y sentido de guía con prepotencia y egoísmo. En esa fina línea se sostienen los acontecimientos de El ascenso de las Tortugas Ninja.

El ascenso de las Tortugas Ninja, critica

El Leonardo del pasado, de acuerdo con el comienzo de la película, es un joven arrogante que impone su criterio por sobre las decisiones de equipo. La habilidad por sobre la estrategia. El ego por sobre el plan de grupo. Por eso fracasan en la idea de tener la llave que abre el portal por el que llega Krang. Entonces, su viaje se altera. Movido por sus emociones antes que por su inteligencia, entra en una espiral de malas decisiones que ponen en peligro a sus hermanos. La ruta cambia cuando reconocen que, junto con los otros, no solo es más, sino que también se la puede pasar mejor.

Casey Jones, el personaje secundario, tiene intervenciones clave para ayudar a Leonardo a avanzar en ese viaje de transformación. No habrá máximo potencial sin los otros y, para llegar a los otros, necesita aquietar su mente y ego para dar paso a otro tipo de gestión de sus habilidades. Mientras tanto, los combates con Krang ofrecen un despliegue visual impresionante, hasta el punto de dejar la sensación de que en pantalla grande se podrían disfrutar aún más. Los héroes van a salvar Nueva York, sí, pero el fondo de la historia es lo más relevante: primero se rescatan a sí mismos de sus temores para poder hacerlo. 

Más allá de las producciones live action, cuestionables, Las Tortugas Ninja siguen encontrando en las adaptaciones animadas un espacio en el que pueden ser fieles a su tradición y adecuarse a algunas tendencias narrativas contemporáneas. Puede que por eso sigan estando presente tantos años después de su lanzamiento. Nada parece indicar que saldrán pronto del imaginario colectivo.