Si pongo un iPad Pro de quinta generación y el nuevo iPad Pro de sexta generación con chip M2, lado a lado, es imposible saber cuál es cuál. Eso no es necesariamente malo. Pero parece ser el hilo conductor en la mayoría de los lanzamientos de producto de Apple este año. Salvo el iPhone 14 Pro y el Apple Watch Ultra, parece que todo el hardware lanzado en 2022 por la compañía parte de mejoras más sutiles que de saltos grandes. Ya sea de potencia, de diseño, de características o de nuevas funciones.

El iPad Pro M2 no es la excepción. En cuanto a diseño, tamaño, peso, pantalla, cámara y autonomía, es exactamente el mismo dispositivo que podías comprar el año pasado, el iPad Pro con chip M1. Hay algunas diferencias notables, sin duda. Pero en un 80 %, mis opiniones con este equipo son las mismas que las del año pasado.

Hay algunas mejoras, todas relacionadas al chip M2. El mismo que ha sido incorporado al MacBook Air que tanto nos ha gustado. Eso ofrece —en ciertos momentos, no siempre— mejoras en velocidad y desempeño. Estos días el SoC de un dispositivo es un elemento muy complejo capaz de hacer tareas relativamente específicas que el fabricante —en este caso Apple— decide incorporar, basado en los usos que les damos a sus dispositivos. Es una de las grandes virtudes de hacer tu propio hardware y software.

iPad Pro M2 (6ª gen)

El iPad Pro de sexta generación con procesador M2 mantiene el mismo diseño, tamaño de pantalla, características, autonomía, peso y aspectos técnicos que el de quinta generación, con una excepción: el nuevo chip M2. Esto dota a la tablet de mejoras en potencia y la capacidad de puntero flotante con el Apple Pencil. Es la actualización más continuista que ha hecho la empresa con relación a este producto, en toda su historia. Es más rápido en algunas tareas, pero sigue siendo limitado por el software y apps disponibles.

Puntuación: 3.5 de 5.

M2: un gran paso hacia delante, pero será difícil notar sus mejoras

Empecemos, entonces, por ahí. Por el M2, el responsable de todas las novedades del iPad Pro de sexta generación. El chip está construido bajo una arquitectura de 5 nanómetros, con 20.000 millones de transistores, 8 núcleos de CPUs (4 de los cuales son para alto rendimiento) capaces de acelerar el dispositivo en un 15 %. También incorpora un GPU de 10 núcleos que es hasta 35 % más veloz. Un motor neuronal de 16 núcleos que es 40 % más rápido. Y, por último, capacidad de codificar y decodificar vídeo, desde el hardware, en formato ProRes. Gracias a esto último, es capaz de hacerlo 300 % más rápido que antes. Además, el nuevo chip tiene un ancho de banda de memoria de 100 GB/s, que hace que ciertas tareas de alto desempeño sean significativamente más veloces.

En comparación, el chip M1 tiene 6 núcleos de CPU, 5 núcleos de GPU y sin la capacidad de codificar o decodificar vídeo en ProRes.

Apple está haciendo fuerte apuesta por este formato por la versatilidad que ofrece (poco comprimido, útil para editar sin utilizar demasiados recursos por estar poco comprimido) y por el hecho que los iPhone Pro son capaces de hacer grabaciones nativas en ProRes.

De hecho, la cámara del iPad Pro de sexta generación con chip M2 también es capaz de grabar vídeo en ProRes. Salvo eso, es exactamente el mismo módulo que el iPad Pro de quinta generación.

Todo esto, en papel, suena muy bien, pero los números suelen ocultar los matices y las sutilezas. En el día a día será complicado notar esas diferencias en velocidad entre el M1 y el M2. Esto ocurre porque los chips de Apple están diseñados para usar los núcleos de eficiencia para tareas simples y solo activar los de alto desempeño cuando haga falta. Esto no es una crítica, justo lo contrario.

iPad Pro M2

La interfaz gráfica de los iPads, iPhones y Macs ya es sumamente rápida sin necesidad de emplear la última generación de un chip de Apple. Para sacarle provecho al M2 hay que hacer tareas como editar fotos inmensas en formato RAW utilizando Lightroom o Pixelmator Photo. Aun así, en el M1, todo esto ya era extremadamente rápido. Diría que, para sacarle provecho en términos de desempeño, hay que ir a apps de edición de vídeo, empleando clips en 4K e intentar llevar el software al extremo con muchísimas pistas y multicámaras.

Suena bien, pero aquí nos damos contra la pared del que creo que es el problema más grande del iPad: tienes un hardware descomunalmente impresionante, con un chip que, literalmente, está en Macs, pero simplemente no hay apps para sacarle provecho. Seguimos enfrentándonos a una profunda deficiencia de software profesional para el iPad. Ni siquiera por parte de Apple. No hay Logic X, ni Final Cut Pro X, ni Xcode.

Algunas otras compañías como Adobe están haciendo esfuerzos grandes para portar sus apps al iPad. Pero, por lo visto, aún queda un largo trecho, sin señales de que las cosas cambien hasta 2024 o 2025.

Las pruebas sintéticas evidencia una de las cosas más sorprendentes de Apple y su chip M2. Aún sin refrigeración, aún en un dispositivo tan liviano y tan delgado, es capaz de conseguir valoraciones casi tan altas como un MacBook Air M2 y superiores a un Mac Mini M1, un equipo de escritorio, con refrigeración activa y mucho más espacio para “respirar”.

Pero, mientras que puedo instalar y abrir Premiere Pro o Final Cut Pro para editar vídeo 4K en un Mac Mini M1, no puedo hacerlo en el iPad Pro M2, aun cuando la tablet es más potente. Insisto, los números esconden los matices, y esto último es, creo, la mejor forma de ejemplificarlo. Sí, es cierto que una versión de Davinci Resolve llegará a iPadOS a finales de año. Pero antes de celebrar su llegada, me gustaría probarlo.

Puntero flotante

iPad Pro M2 / puntero flotante

El nuevo iPad Pro M2 incorpora una nueva función con el Apple Pencil llamada puntero flotante. La mejor forma que tengo de explicar cómo funciona es como si Apple hubiese activado realidad aumentada al Pencil. Cuando lo acercas a la pantalla, sin tocarla, la interfaz gráfica reacciona.

Es muy sutil, y de verdad que lo es. Sin tener que tocar la pantalla, al acercar el Apple Pencil, ya muestra exactamente donde la tocaría. Permite un nivel extra de precisión que muchísimas personas van a aprovechar. Además, te da la sensación de una conexión mucho más profunda entre el iPad y el accesorio. Es bastante peculiar, casi desconcertante, sin llegar a serlo, pero de forma positiva.

Esta es una manera muy curiosa de desdibujar los límites entre lo real y lo virtual, porque literalmente notas como los elementos en pantalla, digitales, reaccionan a una acción física, sin llegar a tocarlos. Es posible que usuarios casuales del iPad Pro no le saquen provecho, ni le vean demasiada utilidad, pero se abre una nueva capa de interacción con apps a nivel tridimensional que puede dar para mucho. Esta es una novedad, por lo que tenemos que esperar a que apps lo incorporen.

Una curiosidad con relación al puntero flotante, es que parece ser una función que no requiere de ningún cambio de hardware en el Apple Pencil o en el iPad. Se trata de una capacidad posible gracias a la potencia del M2.

WTF Apple?

Hasta aquí todo lo realmente nuevo. Ahora viene lo desconcertante. El iPad Pro de sexta generación se comercializa con el Magic Keyboard. Es un accesorio que transforma a la tablet en un dispositivo similar a un portátil, más orientado al trabajo. Tiene teclado con recorrido y tamaño completo, y un trackpad muy funcional, cómodo y que se comporta de forma muy similar a los del MacBook. ¿Todo bien verdad? Pues no.

Hace ocho años alguien dentro de Apple decidió que las teclas de función (F1, F2, F3, etc.) y la tecla Esc no eran realmente útiles y que se podían eliminar del teclado físico. En los Macs se reemplazó por la Touch Bar. En los iPads simplemente desaparecieron de los teclados. Es una de las decisiones más desconcertantes que ha hecho la compañía en toda su historia.

En los teclados físicos del iPad han sido reemplazos por otra tecla inútil que tocamos una vez cada tres años. De verdad, no tiene sentido alguno. Pero sigue pasando.

Apple poco a poco ha ido reculando. En los Macs, la Touch Bar ha ido desapareciendo paulatinamente, y con ello han vuelto las teclas de función. Pero sobre todo, la maravillosa tecla Esc que usamos cientos de millones de personas a diario como una forma rápida de ir para atras, cerrar modales, popups o avisos emergentes. Está en una posición cómoda (esquina superior izquierda) que acelera nuestras vidas y la hace mejor. Pero alguien en Apple sigue creyendo que no hace falta en el iPad Pro y nos la siguen negando en el Magic Keyboard.

iPad Pro / Magic Keyboard

What the actual fuck, Apple? Sin embargo, aquí viene algo muchísimo más desconcertante. El nuevo Magic Keyboard Folio para el iPad de décima generación, vamos, el iPad económico, ¡sí que la tiene! Incluso incorpora las teclas de función, nuevamente. What. The. Fuck. De hecho, la compañía lo promociona en su material de marketing, como una novedad. What the fuck, Apple. En serio, what the actual fuck?

Además de ser un diseño de dos piezas que permite retirar el teclado y usarlo únicamente como una cubierta. Es una solución muchísimo más versátil que vendría muy bien para el iPad Pro. Quiero pensar con todas mis fuerzas que en poco tiempo veremos versiones para el Pro de 11 y 12,9 pulgadas. Realmente quiero creer que llegará en unas semanas o pocos meses, y no vamos a tener que esperar hasta octubre de 2023 para tener un Magic Keyboard en condiciones para el Pro.

Todo esto me resulta una decisión rarísima y francamente desconcertante por parte de Apple. Tan solo puedo concluir que la crisis de componentes, accesorios y logística ha afectado a la compañía y les han limitado la producción o las posibilidades de hacer el Magic Keyboard Folio en tres tamaños diferentes.

Mención aparte el peso del Magic Keyboard. Introducido en 2020 y ligeramente modificado en 2021 para acomodar al iPad Pro de quinta generación, cuando sumamos el peso de la tablet, se hace más pesado que un MacBook Air. Y ahí es cuando empieza a perder sentido el accesorio. Tal vez la renovación del dispositivo pudo ser un buen momento para lanzar una versión del accesorio mucho más liviana y versátil, pero no sucedió.

El iPad Pro M2 es mágico, pero el software sigue limitando todo su potencial

Hacerte o no con un iPad Pro de sexta generación con chip M2 tiene dos respuestas. Si tienes en tus manos un iPad Pro M1, creo que no hay motivos suficientes para actualizar. El puntero flotante no me parece motivo suficiente, y considero que aún quedan años antes de realmente aprovechar el soporte de ProRes a nivel hardware.

Pero claro, casi nadie actualiza estos dispositivos de un año a otro. De hecho, los iPads suelen tener un tiempo de vida larguísimo, cinco a seis años. Incluso más. Estoy convencido de que la mayoría de las personas que se decidan por un iPad Pro M2 vienen de una tablet mucho más antigua, buscando nuevas funciones que este dispositivo se las dará. Esta es la segunda respuesta.

iPad Pro M2

Dejando claro lo anterior, este es, definitivamente, el ciclo de actualización del iPad menos importante en los doce años de vida del producto. Eso es notable, y me hace volver a lo que mencionaba al inicio de este análisis. 2022 parece ser un año complicado para Apple, con una curiosa dificultad en dotar de mejoras con peso a varios de sus productos. El Apple Watch Series 8 es exactamente igual al Series 7, incluso con el mismo SoC, ofreciendo una sola mejora: el sensor de temperatura que, además, no puede ser usado con fines médicos. El iPhone 14 es un iPhone 13 de arriba a abajo, salvo un par de características poco determinantes para actualizar. El iPad Pro M2 sigue la misma línea.

Pero, a diferencia del Apple Watch o el iPhone, la gama de iPads no cambia de “número” cada año. Como reclamo de marketing, el iPhone 14 parecería ser significativamente mejor al iPhone 13. Aunque no lo sea. Pero el iPad Pro es el "iPad Pro". El iPad es el "iPad". No hay un “iPad 10” o un “iPad 9”, y este no es el “iPad Pro 6”. Es tan solo el iPad Pro, sin más. No será la primera vez que una actualización anual de la tablet de Apple es incremental.

No creo que todo lo anterior sea malo, tampoco creo que sea bueno. Pero los entusiastas de la tecnología queremos encontrar siempre un ángulo para adjetivizar estas actualizaciones anuales, encasillándolo como algo positivo o negativo. Sin embargo, hay muchos matices aquí.

Por sí mismo, el iPad Pro de sexta generación con procesador M2 es un gran dispositivo. Un gran ejemplo de lo que la tecnología es capaz de hacer. Diría que es, en muchos sentidos, la cúspide de lo que la tecnología puede conseguir en paquetes cada vez más pequeños. Es un objeto de cristal rectangular con más potencia que equipos de escritorio que, pocos años atrás, considerábamos “descomunales”, y otras palabras hiperbólicas para describir lo imposiblemente rápidos.

Toda esa tecnología, toda esa capacidad descomunal de innovación que se ha vuelto invisible, tanto que a Apple cada vez le cuesta más comunicar lo innovadores que son, no es suficiente si el software no está al mismo nivel. En el caso del iPad, lamentablemente, sigue sin estar donde debería estar.

iPad es un gran dispositivo de hardware donde, lamentablemente, el software no da la talla

Es mi queja anual. Todos los años digo y escribo lo mismo: el iPad es un gran dispositivo de hardware donde, lamentablemente, el software no da la talla. Antes ocurría porque su sistema operativo era el mismo que el iPhone en una pantalla más grande. Eso cambió con iPadOS, y fue una gran noticia. Cada día hay más desarrollo nativo para la tablet. Pero aún no es suficiente. Las apps, simplemente, siguen sin estar al nivel. Esto es un equipo profesional que me debería permitir producir, pero aún no estamos ahí.

Me explota la cabeza cuando pienso que este iPad en el que estoy escribiendo es tan potente como el MacBook Air M2. Impresiona, sin duda, en el mejor sentido de la palabra. Pero, ¿de qué sirve tanta capacidad de procesamiento si no puedo sacarle provecho?

Cuando Steve Jobs anunció el iPad en 2010, millones soñamos con un dispositivo potente y versátil que terminaría reemplazando a los portátiles. Algo que funcione como una ventana a un mundo digital, pero gracias a accesorios modulares, sea tan potente como un MacBook Pro. Ese futuro nunca llegó. Y es curioso, porque en el pasado Apple jamás tuvo problemas con lanzar productos que canibalicen a otros. El iPod mini destruyó al iPod. El iPod nano hizo lo mismo con el iPod mini, y el iPhone masacró al iPod nano.

Doce años más tarde el iPad no ha logrado desestabilizar el mercado como muchos esperábamos. Y no es por su diseño, precio, autonomía o capacidades. Es por el software. Está en una mitad incómoda. Ya no es un iPhone más grande para hacer más cosas, y tampoco es un equipo de altas prestaciones donde puedo trabajar y dejar atrás mi portátil.

El iPad Pro M2 nos acerca un poco más a ese sueño, pero mientras Apple no se rebele contra sí misma, y iPadOS compita tú-a-tú con macOS, ese sueño seguirá siendo inalcanzable.