Uno se alegra al poder decir que el espectáculo de acción y aventuras que ha conseguido el director Angus MacLean en Lightyear (2022), con jugosos elementos de ficción científica, emotividad marca de la casa y una magnífica animación, se revela un entretenimiento de lo más interesante cuyas peripecias y giros asombrosos no pueden menos que provocarnos una satisfacción muy agradecida. No cabe duda de que los espectadores van a pasárselo bien con ella.
Viene con gato incluido, por otra parte; el SOX al que pone voz Peter Sohn. Y, gracias a las estupendas ideas de género que esconde, se la puede considerar la película más interesante de Pixar desde Del revés (2015) y sus sentimientos protagonistas, nada menos; o la mejor desde la conmovedora Coco (2017) por el alcance del conjunto. Y sentido del humor no le falta, sin duda; y dos de sus tres escenas poscréditos se empecinan en el mismo con el nivel de las secuencias precedentes.
Los chistes jamás nos provocan vergüenza ajena en el metraje completo de Lightyear, pero tampoco hay muchos que nos arranquen una carcajada. Que el guionista sea Jason Headley tal vez lo explique: también escribió Onward (2020), y entre sus méritos no está hacernos reír demasiado. Pero nos proporciona un rato agradable con una media sonrisa en la cara. Y, para muestra, un par de botones: entre los créditos y después de toda la sarta de artistas.
Atención, ¡spoilers a continuación!
Una escena poscréditos con un guiño de Pixar
Uno de los personajes que nos caen peor en la película de Angus MacLane es el comandante Burnside, con Isiah Whitlock Jr. a las cuerdas vocales. No solamente debido a su actitud autoritaria, tan distinta a la de su predecesora en el cargo, la amigable Alisha Hawthorne de Uzo Aduba, por cuyas inclinaciones amorosas ha sido prohibida Lightyear en diversos países musulmanes y andan los homófobos alborotados en las redes. El tipo es francamente obtuso, un auténtico incordio.
Por su negativa a proseguir con las pruebas para lograr de nuevo los vuelos hiperespaciales e irse del planeta T’Kani Prime, el Buzz Lightyear al que expresa Chris Evans se transforma en el villano, el emperador Zurg de James Brolin, y su versión joven debe pararle los pies. El caso es que, en la primera escena poscréditos, uno de los insectos gigantes de ese mundo se desintegra al chocar contra el escudo de energía láser que protege la base humana y Burnside ríe en su despacho de mando.
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No obstante, nos brinda un guiño para los espectadores atentos que se hayan zampado incluso los cortos de Pixar. Porque, si os fijáis en uno de los estantes que se hallan a la izquierda del odioso sujeto, encontraréis un trofeo curioso con una figura muy parecida al robotito en el que se enfoca BURN·E, la breve historia del propio Angus MacLane sobre una anécdota aledaña a la trama principal de WALL·E (2008) con la que sí nos despepitamos de veras.
Otra escena sin demasiada gracia y la única relevante en los créditos de ‘Lightyear’
La segunda escena poscréditos se centra en el robot DERIC del realizador, al que el protagonista y sus amigos, la entusiasta Izzy Hawthorne de Keke Palmer, la osada Darby Steel de Dale Soules y el atolondrado Mo Morrison de Taika Waititi, habían abandonado unas cuantas secuencias antes mientras les explicaba cómo llegar a unas instalaciones. El pobre autómata sigue hablándole a los ausentes como su antecesor, ERIC, se da la vuelta al fin y descubre que está solo.
Tras las dos previas, que no aportan en exceso ni a la trama de Lightyear ni a la experiencia cinematográfica del público que acuda a verla a las salas comerciales, tenemos otra cuando los logos móviles de The Walt Disney Company y de Pixar Animation Studios han aparecido en pantalla. Mucho se han arriesgado el director y sus compañeros al situarla entonces porque es extremadamente fácil que la mayoría se la pierda si nadie les ha avisado. Como nosotros en este artículo.
En los segundos que dura, se desvela que el emperador Zurg sigue con vida. No ha sido destruido en la aparatosa explosión que el intrépido Buzz Lightyear había provocado en su nave sirviéndose de un contenedor de combustible hiperespacial. Puede que gracias a la tecnología futurista de su traje robótico, más resistente de lo que habíamos supuesto. Los ojos rojos del mismo parpadean para demostrarlo, un aviso evidente de que el antagonista puede regresar en una presumible secuela.