Lo que debe tener una dieta saludable está bastante claro. No se trata de evitar las grasas o las calorías, sino de seleccionar las provenientes de las mejores fuentes. Es importante tener un aporte adecuado de proteínas, carbohidratos y grasas saludables. Todo en cantidades adecuadas, por supuesto. En definitiva, se debe seguir en la medida de lo posible lo pautado por el Plato de Harvard. ¿Pero qué pasa con otros nutrientes mucho más concretos? Las vitaminas y los minerales son micronutrientes, que deben estar en una dieta saludable, pero en cantidades mucho más bajas que las de los nutrientes mencionados anteriormente. No obstante, un nuevo estudio, presentado esta semana en el Congreso Europeo de Obesidad, demuestra que algunos micronutrientes, como el zinc o la vitamina B3, están detrás de unos vasos sanguíneos más flexibles. Y, por lo tanto, de una mejor salud cardiovascular. 

El estudio en cuestión se ha realizado en Israel, con investigadores procedentes del Centro Sagol para el Síndrome Metabólico, el Instituto de Endocrinología, Metabolismo e Hipertensión, el Centro Médico Tel Aviv-Sourasky y la Facultad de Medicina Sackler. En él han participado 72 personas con síndrome metabólico y obesidad, a las que se les pautaron unas rutinas concretas de alimentación y ejercicio. El objetivo era ver cómo afectaban los diferentes componentes de una dieta saludable a su salud cardiovascular. Y para ello se centraron en parámetros relacionados con la flexibilidad de los vasos sanguíneos.

Es un parámetro que se vincula fuertemente con la salud del corazón. Por lo tanto, se podría ver de forma sencilla cuáles de los nutrientes que se fueron variando en sus rutinas de dieta saludable tenían una mayor influencia sobre ella. Comprobaron que es el caso del zinc y la vitamina B3. Pero también hubo lugar para analizar algunos macronutrientes y calcular los niveles apropiados de grasas o proteínas, por ejemplo.

Combatir la obesidad con una dieta saludable

Una dieta saludable es esencial, tanto si buscamos adelgazar como si solo queremos vivir y envejecer con salud.

Pero en el caso de los pacientes con obesidad es especialmente importante, ya que tienen una probabilidad mayor de desarrollar enfermedades como los trastornos cardiovasculares, o la diabetes tipo 2. A su vez, todo esto se relaciona con algo conocido como síndrome metabólico, pues es precisamente un conjunto de factores fisiológicos, clínicos, metabólicos y bioquímicos que aumentan la probabilidad de padecer esas dos enfermedades. Entre esos factores destacan la resistencia a la insulina, el estrés crónico y la hipertensión, entre otros. 

Las personas con síndrome metabólico son más propensas a desarrollar trastornos cardiovasculares o diabetes tipo 2

Por eso, los pacientes seleccionados para este estudio tenían tanto obesidad como síndrome metabólico. Justo antes de empezar el estudio todos tuvieron que completar un cuestionario sobre hábitos dietéticos. Además, se les midió el índice de masa corporal, que en todo caso fue superior a 34,28 kg/m2. Y también otros parámetros relacionados con la flexibilidad de los vasos sanguíneos. Estos son la velocidad de onda de pulso (PWV por sus siglas en inglés), el grosor de la íntima media de la carótida (IMT) y la dilatación mediada por el flujo (FMD)

El primer parámetro es el que se utiliza más habitualmente para medir la flexibilidad de los vasos sanguíneos. Por lo tanto, se correlaciona con factores de riesgo de patologías como la aterosclerosis. El IMT es también un biomarcador de aterosclerosis estructural, que se usa para predecir el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. Y, finalmente, la FMD nos indica si los vasos sanguíneos pueden dilatarse con los estímulos adecuados. Por supuesto, también mide la flexibilidad, ya que unas arterias rígidas tendrán mucho más difícil dilatarse. 

Los pacientes mejoraron sus hábitos durante un año, tras el que se volvieron a medir todos los parámetros. Comprobaron que el IMC cayó de media un 9,4%. Además, la FMD había mejorado en un 47%, la PWV en un 13% y el IMT en un 1%. Después, observaron en base a las variaciones dietéticas de estos pacientes con obesidad qué nutrientes estuvieron relacionados con la medida de cada parámetro y, en cierto modo, encontraron una combinación perfecta.

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Macronutrientes y micronutrientes para cuidar nuestro corazón

Para empezar, se vio que las mejoras en PWV se asociaron con reducciones en la ingesta de calorías y grasas saturadas, así como con aumentos en la ingesta de zinc. Tiene sentido, pues este elemento, presente en alimentos como las habas, las nueces o los granos enteros, ayuda a la síntesis de óxido nítrico. Este, a su vez, interviene en la relajación de los músculos de los vasos sanguíneos, disminuyendo su rigidez. 

En cuanto a la mejoría del IMT, se debió a la reducción de la ingesta de calorías y grasas saturadas. Y también al aumento del consumo de proteínas. Es importante destacar que esto no quiere decir que tengamos que contar las calorías de todo lo que comemos. No debemos olvidar que los participantes eran pacientes con obesidad, que de base podrían tener dietas con una cantidad muy elevada de calorías. En ese caso sí podría ser aconsejable disminuirlas, pero no es algo que deba obsesionarnos, siempre que provengan de fuentes saludables. 

No debemos obsesionarnos contando las calorías

Finalmente, las mejoras en la FMD se relacionaron con un aumento del consumo de niacina, también conocida como vitamina B3. Esta vitamina, presente en el pollo, el pescado, las nueces o los cereales, ayuda a dilatar los vasos sanguíneos, sobre todo en la parte superior del cuerpo, por lo que tiene un papel clave en la salud cardiovascular.

Es importante destacar que todos estos pacientes con obesidad tuvieron el seguimiento de un dietista-nutricionista. Y es que, por mucho que este tipo de estudios nos den información interesante sobre nutrientes, el seguimiento de un profesional es indispensable. Sobre todo para ayudar a generar hábitos. Porque la educación nutricional es aún más esencial para combatir la obesidad y mejorar la salud en general. Ahora, además, sabemos algunos nutrientes extra que no debemos descuidar, pero lo importante es aprender a comer. Aunque creamos que sabemos, lo cierto es que es algo que tenemos muy descuidado. 

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