Todo el mundo lo tiene claro: Albert Einstein fue uno de los científicos más épicos de la historia. Este físico le dio la vuelta a la tortilla, teorizando y elaborando algunas de las leyes físicas más rompedoras del panorama científico. Por ejemplo, la archiconocida teoría de la relatividad que redefinió completamente el concepto de gravedad y abrió la veda para descubrir los misterios escondidos tras los agujeros negros. Y precisamente, hablando de teorías, se teoriza mucho sobre si la dieta de Albert Einstein durante gran parte de su vida tuvo algo que ver con la obtención de tan loable inteligencia.
Muchos rincones de Internet afirman que durante gran parte de su vida, la dieta de Albert Einstein fue vegetariana. Sin embargo, en otras partes es posible leer que solamente se alimentaba a base de carne y que eso tuvo que ver con que fuera un erudito. En definitiva, parece que no hay consenso alimentario al que agarrarnos para dilucidar cuál era la dieta fetiche de Albert Einstein.
Hay otro asunto que tampoco tiene aval científico, por muy bien que suene: consumir según qué tipo de alimentos no va a volvernos más inteligentes. Es decir, si no eres muy espabilado es poco probable que un bol de chía con mango te vuelva un cerebrito. Por otro lado, tampoco parece que unos nachos con queso te vayan a tener el efecto contrario. Aunque es bonito fantasear con ello. Por desgracia, nada de esto parece tener una base científica sólida a la que agarrarnos.
El omega-3 es pura fantasía alimentaria, también para la dieta de Albert Einstein
Lo que sí tiene evidencia científica sólida y consolidada a lo largo de los años es la relación entre algunos nutrientes que obtenemos de la dieta y ciertos procesos neurológicos. Aunque pueda parecer descabellado, lo cierto es que la dieta sí puede influir realmente en la salud de nuestro cerebro. De hecho, algunos nutrientes como los ácidos grasos poliinsaturados omega-3 que encontramos en el salmón o las nueces cumplen importantes funciones en este ámbito. Este tipo de grasa sirve como sustento para reforzar la membrana que rodea a nuestras células, siendo clave en muchos procesos metabólicos.
Por ello, contar con un cerebro saludable no solo te ayuda a resolver ecuaciones de tercer grado, sino que se asocia con un mejor rendimiento cognitivo. En cristiano, significa que podemos mejorar nuestra memoria, concentración y retrasar el envejecimiento de nuestro cerebro, tan ligado a enfermedades neurodegenerativas como el alzheimer o el parkinson. No sabemos si esto entraba en la dieta de Albert Einstein, pero seguro que algo le ayud
De hecho, la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) ha validado algunas declaraciones saludables que pueden utilizar aquellos alimentos ricos en ácidos grasos poliinsaturados de la línea omega-3, como el ácido alfa-linoleico (ALA), el ácido docosahexaenoico (DHA) y el ácido eicosapentanoico (EPA):
- El ácido alfa-linoleico (ALA) contribuye al mantenimiento de niveles normales de colesterol en sangre.
- La ingesta de ácido docosahexaenoico (DHA) contribuye al desarrollo normal del cerebro del feto y de los lactantes.
- Los ácidos eicosapentanoico (EPA) y docosahexaenoico (DHA) contribuyen al funcionamiento normal del corazón.
Antioxidantes para que no te oxides
Pero no solo de grasa va la cosa, sino que existen otros componentes en los alimentos que nos ayudan a retrasar el inexorable deterioro de nuestro encéfalo. Por ejemplo, los antioxidantes que encontramos en frutas como los arándanos, la naranja o las fresas ayudan a combatir el estrés celular. Sí, nuestras células también se estresan. Este estrés poco tiene que ver con no llegar a fin de mes o con esperar ansiadamente el próximo capítulo de Caballero Luna. Viene referido al propio deterioro natural de nuestras células, donde intervienen unos compuestos llamados radicales libres, seguro que te suenan. Por suerte, los antioxidantes nos ayudan manteniendo a raya su malévolo efecto deteriorante.
Otros alimentos como el cacao también destacan por su alto poder antioxidante. oncretamente atribuido a sus flavonoides que se enmarcan dentro del grupo químico de los polifenoles. De esta forma, algunos estudios científicos muestran una relación entre el consumo de cacao, la protección de las neuronas y un mejor rendimiento cognitivo, también relacionado con la presencia de metilxantinas como la teobromina.
Más alimentos antioxidantes buenos para tu cerebro
Adicionalmente, también encontramos compuestos saludables en alimentos como el brócoli, las espinacas o las coles de Bruselas, donde la vitamina K cumple un importante rol en la prevención del deterioro cognitivo y las enfermedades neurodegenerativas. Para rematar la faena, también encontramos otro micronutriente ampliamente relacionado con funciones antioxidantes y protectoras del sistema nervioso: la vitamina E. Podemos encontrar altas cantidades de vitamina E. Por ejemplo, en el aceite de girasol y frutos secos como las avellanas, almendras y cacahuetes. Aunque los cacahuetes realmente no son fruto seco, sino legumbre.
En definitiva, seguir la dieta de Albert Einstein no te convertirá en un genio. De hecho, lo más probable es que sigas siendo igual de imbécil. Aún así, es importante mantener un consumo regular de alimentos ricos en antioxidantes y beneficiosos para la salud del cerebro. De esta forma conseguirás llegar a la vejez con un sistema nervioso envidiable, un cerebro de catálogo y una memoria para jugar al dominó digna de epopeya antes de “ir pidiendo tierra”.