Aunque pueda parecer lo contrario a estas alturas de la saga superheroica, los huevos de pascua no son un invento de Kevin Feige y su equipo para el Universo Cinematográfico de Marvel. El primero ni siquiera pertenece al séptimo arte: lo puso Warren Robinett en el videojuego Adventure de Atari en 1979. Pero tampoco debe extrañarnos lo más mínimo que los haya sobre Star Wars en los largometrajes que protagoniza el profesor Indiana Jones de Harrison Ford.
No en vano, Lucasfilm es la productora de ambas franquicias y George Lucas y Lawrence Kasdan han estado involucrados en sus historias y libretos. Por este motivo, han podido aprovechar para que, cuando Indiana Jones huye de los Havitos al comienzo de En busca del arca perdida (1981) a bordo del avión de Jock Lindsey, encarnado por Fred Sorenson, en el mismo se lee: “OB-CPO”, es decir, el Obi-Wan Kenobi de Alec Guinness y el pequeño droide C-3PO de Star Wars.
El arranque de dicho vehículo suena como el viejo hiperimpulsor del Halcón Milenario. Por otra parte, mediado el filme, el aventurero y el Sallah de John Rhys-Davis encuentran el artefacto mítico en el Pozo de las Almas, y vemos unos jeroglíficos en una columna con el mencionado C-3PO y R2-D2, y otros más tarde que representan a la Leia Organa de Carrie Fisher al cargar en el mismo R2-D2 los planos de la Estrella de la Muerte.
Algo más que los malos presentimientos de ‘Star Wars’ en ‘Indiana Jones’
El lujoso club nocturno de Shanghái del que escapa el protagonista en El templo maldito (1984), por las desavenencias y traiciones del dueño, el Lao Che de Roy Chiao, por las cenizas del emperador Nuhachi y un diamante, se llama nada menos que Obi Wan, el nombre sin guion del Jedi que recoge al Luke Skywalker de Mark Hamill en Tatooine y lo conduce hacia su destino en Una nueva esperanza (1977).
El avión trimotor del gángster oriental hace el mismo ruido que el hiperimpulsor del Halcón Milenario cuando falla. Por otro lado, los barriles de carboneto que transporta el buque en el que Indiana Jones se reencuentra al inicio de La última cruzada (1989) con el cazatesoros de Paul Maxwell apuntan hacia la carbonita, el material en el que Han Solo fue congelado durante El Imperio contraataca (1980) por orden del Darth Vader de David Prowse y James Earl Jones.
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Y, en el templo de Akator, donde acaba El reino de la calavera de cristal (2008), vuelve a mostrarse a C-3PO y R2-D2 en unos grabados; y durante la escena de la aparición extraterrestre, Indiana Jones se aproxima a su hijo, el Mutt Williams de Shia LaBeouf, y a la Marion Ravenwood de Karen Allen y murmura: “Tengo un mal presentimiento sobre esto”. Una frase que resulta imposible que no identifiquen los seguidores de Star Wars.
El ídolo dorado en una galaxia muy, muy lejana
Luke Skywalker la pronuncia en la primera película galáctica, y luego, el Han Solo del propio Harrison Ford; y sale también por la boca de Leia Organa en El Imperio contraataca, la artificial del C-3PO de Anthony Daniels y, otra vez, la del dueño del Halcón Milenario en El retorno del Jedi (1983) y la del Obi-Wan Kenobi de Ewan McGregor en La amenaza fantasma (1999).
La dice además el Anakin Skywalker de Hayden Christensen en El ataque de los clones (2002); su maestro en La venganza de los Sith (2005) y Han Solo en El despertar de la Fuerza (2015) de nuevo, el K-2SO de Alan Tudyk en Rogue One: Una historia de Star Wars (2016), el BB-8 con pitiditos en Los últimos Jedi (2017) y el protagonista de Han Solo (2018).
Por último, el Lando Calrissian de Billy Dee Williams la suelta en El ascenso de Skywalker (2019). Sin embargo, estos easter eggs no son unilaterales, sino que alguno hay de Indiana Jones en Star Wars. Por ejemplo, el ídolo dorado que el icónico personaje de las películas de Steven Spielberg descubre en Perú durante la secuencia famosa con que empieza En busca del arca perdida aparece en la colección del Dryden Vos de Paul Bettany en la misma Han Solo.