Mientras el mundo entero mira la invasión de Rusia sobre Ucrania, en lo que parece la última entrega jamás esperada sobre los límites que estaba dispuesto a cruzar Vladimir Putin, existe una batalla más sutil pero cada vez menos oculta: la de los ciberataques y el dominio de internet. Y ahí aparece el concepto de RuNet.
Rusia ha sido conocida siempre por sus injerencias en la web mundial. Desde acusaciones directas de ataques informáticos, como aprovechando las vulnerabilidades de servicios como Facebook para ser parapeto fundamental en el escándalo de Cambridge Analytica y así inferir en las elecciones estadounidenses.
También, de forma interna. Es conocida la persecución que el Kremlin desarrolla desde hace años sobre Pavel Durov, creador de Telegram, quien tuvo que salir del país tras ser uno de los mayores millonarios digitales del mismo cuando estando al frente de su anterior creación, la red social VK (el denominado Facebook ruso), no puso fácil cerrar un grupo del defensor de la corrupción y líder de la oposición Alexei Navalny -envenenado el año pasado- que funcionaba en ella.
Pero en esta especie de vuelta haciendo no se sabe muy bien qué lugares oscuros que está impulsando Putin, internet juega un papel fundamental con un proyecto que lleva impulsándose varios años y que, de factor, convertiría a Rusia y los países que se adhirieran a ella en esta iniciativa en la mayor red local del mundo. Hablamos de la RuNet, una serie de mecanismos para tener control del los nodos y la infraestructura de la red en territorio ruso que daría al Kremlin un poder mucho mayor para cercenar accesos a según qué servicios, controlar discursos, o hacer inútiles sistemas como las VPN. Un homólogo del Gran Cortafuegos Chino, pero en una parcela privada.
Qué es la RuNet
Como RuNet se ha venido llamando hasta ahora a todo lo que compete a internet en territorio ruso. En cierto modo ya un territorio paralelo. El buscador Yandex, la citada VK, los dominios .ru…
Pero el gobierno ruso se siente vulnerable ante la libre circulación de información en plataformas como Facebook y Telegram y, por ello, ha intentado restringir su uso. Y por ello Rusia, junto con China, ha liderado la petición de un sistema de gobierno de internet dirigido por el Estado, en contraposición al sistema actual.
Ahí es donde entra en vigor lo que Rusia ha intentado hacer hasta ahora. El 1 de noviembre de 2019 entró en vigor la “ley de Internet soberana” que permite apagar las conexiones a internet dentro de Rusia o a la red mundial sin considera que hay una “emergencia”. Además, permite al Roskomnadzor, el Ministerio de Telecomunicaciones, sin autorización judicial ni contactar a los proveedores de telecomunicaciones, bloquear cualquier contenido de internet que considere sospechoso.
Desconectarse de internet
La teoría de la ley es aterradora pero la práctica para llevarla a cabo también. A finales de 2019 Rusia ya llevó a cabo un primer simulacro para ‘desconectarse’ de internet y, al parecer, funcionó perfectamente. Después, las ha repetido hasta, que se sepa, mediados de 2021. Para ello, cuenta con copias de respaldos de las DNS, de los centros de intercambio de datos, creando una especie de internet cerrada donde la actuación del Gobierno ruso puede ser mucho más directa.
La legislación permite que el tráfico y los datos de la web rusa se dirijan a través de puntos controlados por las autoridades estatales rusas y pide un sistema nacional de nombres de dominio que permita que internet siga funcionando en Rusia aunque el país esté aislado de los servidores externos de otros países, como Estados Unidos.ara saber qué cables cortar o no es mucho más cercana.
A ello se suma un sistema de vigilancia de la información que podría ser cada vez más importante para Rusia es el MIR-1, que se está desarrollando para buscar automáticamente los contenidos que Rusia ha prohibido en plataformas de medios sociales como Facebook, Twitter, Telegram y VK.
En la última de estas desconexiones, en julio de 2021, los equipos instalados por Roskomnadzor no lograron una desconexión total, pero sí permitieron a Rusia reducir la velocidad de redes sociales como Twitter, lo que podría utilizarse ostensiblemente en un escenario en el que los manifestantes utilizaran las plataformas para organizar protestas u otras acciones contra el gobierno ruso. El Roskomnadzor también ha bloqueado el sitio web y la aplicación Smart Voting, desarrollados por el líder de la oposición rusa Alexey Navalny, negando los puntos de entrada a estos sistemas.
De cara al futuro, cabe esperar que Rusia añada nuevas herramientas a su arsenal de sistemas de información. Roskomnadzor tiene previsto desarrollar dos nuevos sistemas además del MIR-1: Oculus, que buscará información visual, y Vepr, que se defenderá de las amenazas informáticas. Estos sistemas podrían ser utilizados por Rusia para reforzar sus propias defensas, mientras que Rusia podría desarrollar otras herramientas para promover la difusión de la desinformación y la desinformación contra Occidente.
Así, Rusia está tratando de rediseñar la infraestructura física que sustenta internet, incluyendo la ubicación del hardware, como los routers y los centros de datos, y cómo se gestionan los protocolos básicos. En parte, se trata de permitir acciones más sutiles en lugar de medidas drásticas y económicamente devastadoras que supondrían el corte de internet en su totalidad, como hizo Kazajistán brevemente durante sus recientes protestas y China durante casi un año en la provincia de Xinjiang tras las revueltas y la respuesta violenta de 2009.