Cuando uno se dedica a entrevistar a miembros del equipo de largometrajes y series de televisión, termina por comprender que no es necesario hacerles preguntas demasiado enrevesadas, de esas por las que deben reflexionar durante unos cuantos segundos para responderlas bien, dejando pasear la mirada por la habitación, y que las sencillas pero certeras sirven perfectamente para sacarles contestaciones jugosas. Y reencuentros esperados como los de Friends: The Reunion (Ben Winston, 2021) o Harry Potter: Regreso a Hogwarts (Eran Creevy, Joe Pearlman y Giorgio Testi, 2022) demuestran que lo abstruso sobra por completo.
Las cuestiones en este especial no se revelan demasiado profundas ni podrían serlo porque la saga dirigida entre Chris Columbus (Señora Doubtfire), Alfonso Cuarón (Gravity), Mike Newell (Donnie Brasco) y David Yates (La sombra del poder) no lo amerita. Pero una de las que ha llamado la atención está relacionada con la actriz Emma Watson, que interpreta a Hermione Granger en la octología y a la que luego hemos visto como Lucy Armstrong en Las ventajas de ser un marginado (Stephen Chbosky, 2012) o Meg March en Mujercitas (Greta Gerwig, 2019).
La fama y la soledad abrumaron a Emma Watson
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La persona detrás del celebérrimo rostro de la joven bruja estuvo planteándose muy seriamente abandonar la franquicia, basada en las novelas de J. K. Rowling (1997-2007), después de Harry Potter y el Cáliz de Fuego (David Yates, 2005). “La gente definitivamente olvida lo que asumió y la gracia con que lo hizo”, dice Tom Felton (Draco Malfoy), en Harry Potter: Regreso a Hogwarts. “Dan [Radcliffe] y Rupert [Grint] se tenían el uno al otro. Yo tenía a mis compinches. Mientras que Emma [Watson], no solo era más joven, sino que encima estaba sola”.
“Creo que tenía miedo”, reconoce la propia Emma Watson. “Lo de la fama me vino grande. Pero mucho”. Rupert Grint (Ron Weasley) comenta que “nunca habían hablado de ello”, y “supone que cada uno iba a su ritmo, vivían en el momento” y “no se les ocurrió que probablemente todos tenían sentimientos similares”. Y Daniel Radcliffe (Harry Potter) remata: “Éramos solo niños. Cuando era un niño de catorce años, nunca me hubiese vuelto hacia otro niño de catorce años y le hubiera dicho: «Oye, ¿cómo estás? ¿Está todo bien?». Pero tal vez debió hacerlo.