El 2021 va camino de cerrarse dejándonos la llegada de los viajes espaciales privados, un nuevo iPhone, el cambio de Facebook a Meta, o la salida de Jack Dorsey de Twitter. Sin embargo, el año tecnológico se va a cerrar como uno de los más convulsos de la historia por una elemento mucho más pequeño y barato; pero imprescindible. Sí, estamos hablando de los chips.
Lo que comenzó siendo junto con el inicio de la pandemia un atasco que conllevó en subidas de precios de las tarjetas gráficas derivó poco después en el primer gran titular: no había stock de las videoconsolas de nueva generación. Después, fábricas de coches tuvieron que parar, se encareció prácticamente todo, y el mundo parecía incapaz de ponerle solución. El problema: una industria intrínsecamente dependiente de China en particular y Asia en general y a la vez completamente unida por hilos de telas de araña a través de patentes que hacían muy complicado poner en marcha nuevas cadenas de suministros.
“En los 20 años que llevo trabajando, es al primera vez que se interesan por mi trabajo”, explicaba un trabajador de una fábrica de Dresde en este reportaje alemán en el que hacían un recorrido por sus propias empresas. Los chips, el corazón de prácticamente toda cosa con botones o pantallas que usamos hoy en día, no habían resultado ser un componente sexy del que hablar. Y, sin embargo, han puesto al mundo, literalmente, contra las cuerdas.
“Ha sido el peor parón que he sufrido como trabajador de la Ford”, comentaba también a Hipertextual Carlos Faubel, Presidente del Comité de empresa de Ford España en Almussafes, Valencia, que ha sufrido parones de producción que han llegado a dejar a 6.000 personas en ERTE durante este tiempo a causa del elemento más pequeño que compone los coches que fabrican.
Cómo se originó el problema de los chips
Hablamos de uno de los efectos dominó más complejos que se han visto. Competencia por componentes, distribución de distintos fabricantes, e incluso algún que otro desastre natural tuvieron que ver en ello.
Al comienzo, la pandemia puso la primera piedra, con muchas industrias y en especial la del automóvil cancelando pedidos, porque, evidentemente, no se estaban vendiendo coches. Eso hizo que muchos fabricantes de chips pivotaran de industria para poder seguir funcionando.
Pero los problemas pueden remontarse más atrás. ¿Alguien se acuerda del problema de Huawei? A finales de 2018 Estados Unidos impuso sanciones comerciales a China. Huawei tuvo que realizar enormes pedidos de chips antes de que se aplicaran estas sanciones. Apple y otros siguieron su ejemplo en un intento de no quedarse atrás… y en ese momento se cerraron las puertas por la pandemia.
La pandemia siguió poniendo piedras en este despropósito al hacer que la demandad de ordenadores, videoconsolas y otros aparatos se elevara por el confinamiento… Mientras China seguía atravesando la crisis en su fase inicial.
Pero hubo otros factores. Según contaba Craig Barret, antiguo CEO de Intel a Bloomberg, los microprocesadores tienen un proceso tan complicado de elaboración que depende de una maraña de distintas empresas y actores implicados. En total, varias decenas de empresas se reparten esta especie de puzzle a nivel mundial, con fundiciones y diseñadores dispersos por todo el planeta, como te explicamos aquí.
“El proceso es tan delicado que las salas donde se construyen los semiconductores están más limpias que los quirófanos de los hospitales. En un quirófano, se permiten 10.000 partículas de contaminación atmosférica por un metro cúbico de aire. En una sala donde se construye un semiconductor, solo permiten 10 por cada metro cúbico”, explicaba el ex de Intel.
Por último, la naturaleza también puso algo más de su parte, con las sequías de Taiwan que se esparcieron durante 2020 afectando también a las fábricas. Para hacerse una idea, el mayor fabricante de chips del mundo, TSMC, también tuvo que reducir su uso de agua (fundamental para la producción de chips) debido a las órdenes del gobierno. Taiwán representa más del 60% de los ingresos totales de las fundiciones de chips del mundo y el país no pudo mantener su producción habitual.
Videoconsolas, smartphone o automóviles: todos los sectores afectados
Como comentábamos el caso de la Ford en España, el sector del automóvil ha sido uno de los más afectados, con periodos en los que el encargo de un coche podía suponer más de 10 meses de espera, en parte también por el aumento del coste de los fletes de envío de barcos contenedores desde Asia, otra vuelta de tuerca de la crisis.
Los smartphone y su industria también. Aunque Apple ha salvado hasta ahora bien la papeleta, algunos de sus proveedores se han visto afectados. Aún con todo, eso no ha evitado que se dieran algunas voces de alarma en la compañía. Xiaomi, por poner otro ejemplo, también ha asegurado que deberá subir precios de seguir así, y Samsung ha tenido que anunciar retrasos en sus lanzamientos.
Los últimos datos muestran que las ventas de smartphones han caído un 6% interanual, según la IDC y esto se debe a que la producción se ha estancado. En cuanto a la subida de precios, esta podría llegar definitivamente en 2022, ya que lo chips encargados este año ya se han hecho a un coste mayor.
El precio de verdad sí que se ha dejado notar en las tarjetas gráficas, y en concreto por sus GPU, un mercado que ya venía inflacionado por el auge del gaming y sí, también por el minado de criptomonedas.
También ha habido una rotura de stock, y al parecer, también muchos minoristas han subido los precios desde hace meses al ver venir esta escasez. Samsung y TSMC, que suministran a Nvidia y AMD, respectivamente, han tenido problemas serios.
En total, según Goldman Sachs, la escasez mundial de chips ha afectado a 169 sectores diferentes.
¿Y para 2022?
Con un Black Friday y unas Navidades que ya han dejado escasez de algunos elementos, como juguetes, y precios no tan competitivos como suelen verse, la pregunta es obvia: ¿Cuándo se solucionará esto?
Muchas voces hablan de 2022, pero el actual CEO de Intel, Pat Gelsinger, es menos optimista. En una entrevista con la CNBC, Gelsinger dijo que “ahora estamos en lo peor; cada trimestre del año que viene mejorará, pero no veremos el equilibrio entre la oferta y la demanda hasta 2023”. Otras voces, como la líder de AMD, Lisa Su, se muestran convencidas de que lo peor pasará a comienzos de 2022. Lo cierto, es que da la impresión de que nadie está en condiciones de hacer vaticinios.
La propia industria chipera está en un proceso de cambio entre lo 2 y los 3 nanómetros, que puede generar un nuevo status quo. Por su parte, tanto Estados Unidos como la Unión Europea están invirtiendo para volver a poner en marcha fábricas locales que evite que estén tan maniatados por los proveedores asiáticos. Todo ello puede suponer un cambio industrial de calado, con muchas interconexiones complicadas de predecir.