El terror no es un género fácil a la vista de la impresionante cantidad de morralla que se estrena cada año; peor que en la mayoría del resto. O pocos directores talentosos se interesan en él. El estadounidense Michael Chaves demostró su inclinación terrorífica en el corto fallido The Maiden (2016); y si no supo darnos buenas sensaciones en absoluto con su ópera prima, La Llorona (2019), ha hecho un trabajo más decente en Expediente Warren: Obligado por el demonio (2021).

Se trata de dos de los últimos largometrajes en su franquicia, el Warrenverso, que lleva ocho y comenzó con la fundacional The Conjuring (James Wan, 2013); y solamente ha pinchado en la pedestre Annabelle (John R. Leonetti, 2014) y la mencionada primera película de Chaves.

Por ello, nos resultaba un poco extraño que le permitiesen sustituir a Wan como realizador de la tercera entrega protagonizada por Ed y Lorraine Warren, uno de los filmes troncales. Sobre todo, siendo la espeluznante El caso Enfield (Wan, 2016), la anterior de la trilogía, lo más destacado de la saga con bastante diferencia.

Las demás, Annabelle: Creation (David F. Sandberg, 2017), La monja (Corin Hardy, 2018) y Annabelle vuelve a casa (Gary Dauberman, 2019), resultan ejercicios satisfactorios con unos cuantos detalles imaginativos. Y que uno se pueda sentar a ver seis de las ocho películas estrenadas del Warrenverso sin ningún problema —lo que incluye Obligado por el demonio— y hasta disfrutar lo suyo de una de las mismas, supone un logro digno de ser puesto en palabras.

‘Expediente Warren: Obligado por el demonio’: lejos de ‘El caso Enfield’

expediente warren: obligado por el demonio michael chaves crítica
Warner Bros.

Pese a que el guion de este nuevo Expediente Warren lo firma David Leslie Johnson-McGoldrick, que ya se había encargado de El caso Enfield, no podemos sino constatar que Michael Chaves no es James Wan, ni una puesta de largo como La Llorona, nada del calibre de Saw (2004); igual que esta parte tres está claramente por debajo de la segunda y, desde luego, de la primera en intensidad sostenida.

La creatividad incuestionable que rezuma la composición de Wan para ciertas escenas de la historia del poltergeist londinense, la inquietud casi constante, el asombro por determinadas ideas y los escalofríos que nos arranca no los gozan los espectadores en ningún momento del largo metraje de Obligado por el demonio. Y, aun así, su director no llega a columpiarse nunca y cumple.

Michael Chaves se las apaña para que el conjuro al que se enfrentan los Warren sea narrado con cierta soltura, sin una planificación audiovisual jubilosa pero tampoco menos que eficiente y atinando para no descabalgar al público de la experiencia cinematográfica. Joseph Bishara repite al mando de la banda sonora por sexta vez en el Warrenverso desde The Conjuring y no falla ni ofrece algo memorable.

Sin arrepentimientos y apostando por detalles diferentes

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Warner Bros.

Como el reparto en su conjunto, desde los habituales Patrick Wilson (Watchmen), Vera Farmiga (Infiltrados), Sterling Jerins (Paterson), Shannon Kook (Los 100) y Steve Coulter (House of Cards) encarnando a Ed, Lorraine y Judy Warren, a Drew Thomas y al padre Gordon hasta Ruairi O’Connor (Handsome Devil), Sarah Catherine Hook (NOS4A2) y Julian Hilliard (La maldición de Hill House) en la piel de Arne Johnson y Debbie y David Glatzel.

O John Noble (El Señor de los Anillos), Keith Arthur Bolden (Cobra Kai) y Eugenie Bondurant (El Club de la Lucha) como Kastner, el sargento Clay y ese personaje. Ninguno de estos actores se enorgullecerá de su participación en Expediente Warren: Obligado por el demonio ni se arrepentirá. Porque las insalvables arbitrariedades de La Llorona no se presentan aquí, y las peripecias tienen justificación y sentido.

Además, David Leslie Johnson-McGoldrick y Michael Chaves apuestan por homenajear a clásicos del género, una villanía diferente a la de The Conjuring y El caso Enfield, escenarios diversificados y un clímax en paralelo que se aparta de los de las dos predecesoras. Hablamos, pues, de un filme de terror digno y defendible pero jamás muy estremecedor.