En una de las escenas de la nueva película de Netflix El ejército de los muertos (Army of the Dead) de Zack Snyder, Hunter Bly (Hiroyuki Sanada) explica al grupo de mercenarios que contrató para un robo imposible cuál es el plan. “De alguna forma funcionará”, dice al describir la entrada a la bóveda de seguridad de un casino. “Lo importante, es que ocurrirá”.
El diálogo podría resumir el argumento entero y la forma en la que Zack Snyder tomó la decisión evidente y sin pudor de mostrar su estilo a fondo. Sin ataduras, discusiones y debates a los que responder, esta colosal y en disparatada épica al género zombi es deslumbrante. También un recorrido por las obsesiones de un director que tiene un lenguaje más maduro y que comienza a entender las ventajas de disponer de él.
Es difícil analizar a El ejército de los muertos sin entender a plenitud a Snyder, el también creador del Snyder Cut de La Liga de la Justicia. La película de Netflix, que dirige, coescribe y en la que incluso crea la fotografía, es una oda frenética a su universo. También es una osada carta de duelo, terror, dolor y expiación en forma de una aventura trepidante. Resulta desconcertante la forma en la que Snyder construye un monumental homenaje a un género en ocasiones menospreciado.
Muchos zombis sí, pero también mucho Zack Snyder
Zack Snyder tiene la osadía de tomar una trepidante historia cargada de exageraciones y una desenfrenada libertad para contarse a sí mismo. Lo hace desde la búsqueda consciente de sustentar sus reflexiones en metáforas más o menos elaboradas. El resultado es un espectáculo que desborda toda expectativa (para bien o para mal) y se sustenta sobre la versión de Snyder sobre lo portentoso.
Si en El Amanecer de los muertos (2004), el director ya daba una mirada novedosa al zombi, en El ejército de los muertos logra una renovación total. La figura del muerto viviente emerge con un nuevo peso pero en especial, un recorrido tenebroso hacia algo más complejo.
Los monstruos de Snyder son despojos frenéticos. El argumento de la película de Netflix analiza la posibilidad de una evolución y lo hace desde la tragedia, una noción sobre cierta astucia rudimentaria y el poder. Para el director, la muerte se sostiene sobre algo más elaborado y lo demuestra con una versión inquietante del dominio. El monstruo es también un enemigo, uno astuto, poderoso y difícil de vencer. Y es a través de esa visión — excepción — que Snyder decide contar lo que parece una historia personal de considerable consistencia.
'El ejército de los muertos': lo que pasa en Las Vegas, se queda en Las Vegas
A primera vista , El ejército de los muertos es una mezcla improbable de géneros y matices. Es una película del género zombi, pero también una heist movie. Incluso tiene algunos matices de una disaster movie, aderezada con algunas pinceladas de humor y sarcasmo.
Pero más allá de eso, es una provocación. Una medida, creada y conceptualizada sobre un Snyder en plena libertad creativa. Convencido, además, de que el trayecto hacia una película semejante valió la pena. Después de años de depurar sus lugares visuales y narrativos favoritos, el director encuentra en este rudimentario recorrido fílmico una forma de expresar ideas personales.
El ejército de los muertos es una tramposa cacería de un objetivo, entretenimiento en estado puro, pero también de Snyder como un director que desea decir ideas concretas. Y lo hace debajo de una pirotecnia de extravagante, excesivas escenas con una fotografía dramática y juegos de iluminación llamativos. Para el director es de especial importancia dejar claro desde la primera escena (con un prólogo lóbrego y tenso bien construido) que El ejército de los muertos es más de lo que parece.
Por supuesto, Snyder es un director de excesos y no lo disimula en esta película de Netflix. Hay grandes explosiones, las ya famosas escenas ralentizadas y disparos a granel. Pero debajo de todo eso hay una historia. La muerte encarnada por el zombi es algo más que una recreación sobre un género flexible.
Snyder, padre que perdió a su hija en una tragedia, dedica especial atención a la relaciones entre los personajes. Y es esa percepción del uso de la metáfora lo que lleva la película a un extremo inesperado. Las conversaciones y escenas son, en realidad, un entramado complejo de un homenaje silencioso y póstumo a algo más importante. Y Zack Snyder no lo disimula.
La familia detrás de decorado de Las Vegas
El argumento disparatado de El ejército de los muertos comienza con una oferta. Después de una breve introducción que deja claro el origen de lo que ocurre en Las Vegas, se plantea la posibilidad de saquear un casino. Un riesgo gigantesco con una ganancia aún mayor. Por si el peligro de ser mordido y convertido en una criatura inclasificable no fuera suficiente, también hay una amenaza nuclear. Todo se analiza bajo el crisol de una aventura extraña, con ribetes de pesadilla inquietante.
Snyder escribe un guion que apuntala su estilo visual. Hay amplios planos radiantes, acercamientos dramáticos y uso de la cámara subjetiva para poner en relieve las emociones. Pero en realidad, al director le importa más algo más extraño en una película de este género: el trasfondo que deja entrever la acción.
El ejército de los muertos es toda una declaración de intenciones. Zack Snyder, ya sea de forma intencional o por puro instinto, tomó todos los hilos argumentales para crear algo más extraño y duro de lo previsible. Para el directo no se trata solo de la debacle zombi limitada a la ciudad de Las Vegas, sino lo que ocurre más allá. Tras el robo caricaturesco a un casino, la excursión del grupo de mercenario encabezados por Scott Ward (Dave Bautista) es simbólica.
Van hacia la muerte, avanzan hacia la muerte, van entre la muerte. Bautista, convertido en una suerte de alter ego de Snyder, es el cabeza visible y también es un padre. Uno decidido a hacer todo lo necesario para que su hija Kate (Ella Purnell) esté a salvo en mitad de la hecatombe.
Padre e hija a través de la muerte en 'El ejército de los muertos'
La relación entre Scott y Kate se pone de relieve desde las primeras escenas de El ejército de los muertos. Lo hace en las recurrentes concepciones sobre el vínculo paterno como hilo que hace avanzar la historia. Pero si en otras películas del director los personajes exploran sus emociones a través de subterfugios simbólicos, aquí lo hacen a través de la acción.
Y aunque es un recurso poco usual y exagerado, funciona. Lo hace por la sinceridad de Snyder de mostrar el dolor en diálogos torpes y acartonados, pero a la vez sentidos. Scott es un padre preocupado que se enfrenta a los reproches y reclamos de su hija y muestra su vulnerabilidad. Una hija a la que tendrá que encontrar en medio de un cataclismo de ruinas y criaturas que lanzan alaridos a la distancia. Y Scott está dispuesto a hacerlo. Más allá del dinero y la codicia, Kate va primero.
Esta ciudad en ruinas, en la que los muertos yacen a pleno sol para despertar en cualquier momento, es el territorio en que Snyder cuenta su historia. La privada, la del hombre que fue tentado por una fortuna gigantesca. El que abandonó la codicia para ir en busca de un propósito real. La del padre desolado. La del hombre que camina en el valle de la muerte. Una y otra vez, Snyder se aparta de los caminos habituales del género y decide por profundizar en sus personajes.
Y es su visión de los zombis lo más desconcertante de la película. Tomando elementos de El amanecer de los muertos, Snyder esta vez da un paso más allá. Sus monstruos son algo más que vagabundos hambrientos.
Hay una inmortalidad burlona y catastrófica en la sociedad de los monstruos, creada y sostenida incluso por la promesa de descendencia. Snyder no deja nada en el tintero y avanza, dando espacios a todos sus personajes para sus grandes épicas personajes. Entre muertes salvajes, escenas inverosímiles y su habitual incapacidad para la sutileza, Snyder crea su obra más madura en esta película de Netflix
Quizás el anuncio que el director logró finalmente expiar el sufrimiento a través del cine, sus búsquedas y objetivos. Lo cual, al final de este largo y azaroso recorrido por la mente del director, es una buena noticia.