“Ese niño necesita que le dé el aire del campo”. Esta frase, que toda abuela rural ha pronunciado en algún momento de su vida, es una realidad como un templo. Puede que muchas de ellas no sepan exactamente el motivo, pero tienen toda la razón cuando aconsejan a sus hijos que lleven a los niños al pueblo. Pero el tema no está solo en el aire. En general, el contacto con la naturaleza que experimentan los niños en el campo refuerza su sistema inmunitario y su microbiota intestinal.

Y lo mejor es que el cambio se experimenta rápidamente, en cuanto llevan un mes jugando en este tipo de ambientes. Son las conclusiones de un estudio publicado recientemente en Science Advances por un equipo de científicos de la Universidad de Helsinki.

Ventajas de los niños en el campo

Este estudio se realizó en diez guarderías, ubicadas en dos ciudades finlandesas, Lahti y Tampere.

En total participaron 75 niños, con edades comprendidas entre los 3 y los 5 años, procedentes de estos centros, que a su vez se dividieron en tres grupos. Los del primer grupo tenían el patio típico de grava. Los del segundo serían equivalentes a las bosquescuelas, en las que los niños salen frecuentemente a dar paseos por la naturaleza. Finalmente, en las guarderías del tercer grupo se había cubierto el suelo de cemento con zonas verdes, de modo que sus recreos se asemejaran a los del grupo anterior.

Los investigadores tomaron muestras de sangre, piel y heces de todos los participantes, justo antes y un mes después de que los centros del tercer grupo cambiaran su patio.

Curiosamente, con solo ese breve periodo de tiempo, la microbiota intestinal de los alumnos del tercer grupo se había transformado hasta ser comparable a la de los niños que llevaban mucho más tiempo acudiendo a escuelas con bosque. En cambio, los que seguían pasando sus recreos en un patio convencional de grava tenían una variedad mucho más pobre de microbios beneficiosos en su intestino y su piel. Además, se observaron diferencias similares en los marcadores sanguíneos asociados a la fortaleza del sistema inmunitario.

Esto explicaría por qué se ha comprobado en otros estudios que los adultos y niños en el campo a menudo exhiben menos alergias que las personas que viven en las ciudades. ¿Pero por qué?

escuela campo

Un sistema inmunitario más entrenado

Los seres humanos nacemos con un sistema inmunitario con un gran potencial, pero aún sin entrenar.

Para poder combatir en un futuro de una forma eficaz posibles patógenos, nuestras defensas necesitan “practicar” primero con otros menos perjudiciales. A su vez, esto también repercute en la riqueza de la mal llamada “flora” del organismo. Se conoce principalmente la del intestino, pero también se encuentra en otras partes del cuerpo, como la piel o los genitales.

Esta es, por ejemplo, la razón por la que se cree que los niños nacidos por cesárea pueden desarrollar más alergias y otros problemas derivados de un mal funcionamiento de su sistema inmunitario. Durante un parto natural, entran en contacto con la microbiota vaginal de sus madres, empezando ese entrenamiento desde el minuto cero de su existencia.

Pero esto no se observa solo en el nacimiento. Vivir en la naturaleza aporta una riqueza microbiana en el ambiente muy beneficiosa, que se ha observado a una gran variedad de niveles. Por ejemplo, existen estudios que muestran que la microbiota intestinal de los cazadores recolectores del Amazonas es muy rica en comparación con la de las personas que viven en áreas industriales de Estados Unidos.

Las causas, más allá de este posible “entrenamiento”, no están claras. Lo que sí parece cada vez más evidente es que criar a los niños en el campo puede ser una gran idea. Y que, si eso no puede ser, al menos dejarles jugar en zonas verdes periódicamente puede ser muy beneficioso para su salud. Y ni siquiera hace falta que pase mucho tiempo para que empiecen a experimentar los beneficios. Deja que se manchen de tierra, su salud lo agradecerá.

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