Un pensamiento recurrente de incuestionable lógica es que, cuando un personaje de ficción actúa escondiendo su verdadera identidad, sus enemigos darían cualquier cosa por conocerla y aprovecharse de dicha información para hacerle todo el daño posible, en especial si hay otras personas vulnerables en su entorno cotidiano. Como supondréis, los superhéroes de los cómics de Marvel, DC, etcétera son abonados a estas intrigas, incluso los que se disfrazan con los calzoncillos por fuera y se ocultan tras las gafas insuperables de Clark Kent como Superman. Pero existe un villano al que no le interesa nada de esto.

Al inefable Joker, que ha tenido el rostro de Jack Nicholson en Batman (Tim Burton, 1989), de Heath Ledger en El caballero oscuro (Christopher Nolan, 2008) o de Joaquín Phoenix en la película que lleva su nombre (Todd Philips, 2019), le suele importar un pimiento que Batman sea el millonario Bruce Wayne. “Joker tradicionalmente prefiere no ver debajo de la máscara”, explica Craig Elvy con elocuencia en ScreenRant, porque “cree que la exposición pública de Batman arruinará la diversión que está teniendo con el Cruzado con Capa, y esta actitud sigue ampliamente a los cómics de DC”.

No es de extrañar esta actitud en un psicótico juguetón como Joker. Y “es posible que el villano no quiera que se revele la identidad de Batman porque podría significar el final de la carrera del superhéroe” y, así, perdería “a su mejor enemigo”. El espectáculo debe continuar, y “esta renuencia se demuestra en El caballero oscuro”, cuando el Joker de Heath Ledger exige que maten a “Coleman Reese [Joshua Harto], el empleado de Wayne Enterprises (hay una pista ahí mismo) que afirma conocer la identidad de Batman”. Y, aunque alguna vez sí ha querido descubrirla, su costumbre es la opuesta.

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DC

En la película animada Batman del futuro: El regreso del Joker (Curt Geda, 2000), el bueno de Joker tortura a Tim Drake (Dean Stockwell) para que le revele quién es su archienemigo enmascarado. Y, en ocasiones, el propio antagonista parece saberlo, como en el cómic El regreso del Joker: La muerte de la familia (2012-2013), donde Bruce Wayne devuelve una de sus tarjetas de visita al villano encarcelado en el Asilo Elizabeth Arkham para criminales dementes de Gotham. Pero Craig Elvy apunta a unas motivaciones de mayor profundidad en Joker, a la luz de lo publicado en DC, basadas en su identificación con el propio Batman.

“Joker es uno de los pocos villanos de Batman que no tiene una identidad civil adecuada, y esta es una elección deliberada”, dice. “El Joker es el Joker las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana porque, quienquiera que fuera antes, hizo esa transformación total, pero Bruce Wayne hizo exactamente lo mismo cuando decidió convertirse en Batman, incluso si mantuvo una identidad dual (...) para convertirse en el protector de Gotham y el Joker es, sin duda, más consciente de esta dualidad compartida que Batman”. Porque, “para Joker, Batman es real y «Bruce» es el alter ego enmascarado”.

Y continúa con dos ejemplos: “Esta dicotomía está perfectamente resumida por Grant Morrison” en Batman 663: El payaso a medianoche (2007), cuando el Joker le dice a su némesis: “¿Por qué ser un paria desfigurado cuando puedo ser un notorio Dios del crimen? ¿Por qué ser un niño huérfano cuando puedes ser un superhéroe?”. Y es que “en esta historia, la falta de interés del Joker en Bruce Wayne es lo mismo que su desinterés por su propia vida antes de convertirse en el Joker”. Y Morrison había había abordado este asunto antes con el dibujante Dave McKean en la edición de Arkham Asylum: A Serious House on Serious Earth [1989], “cuando Joker dice de un Batman con capucha: «¡Ese es su verdadero rostro!»”.