Para los espectadores a los que les maravillan los misterios del espacio exterior y plantearse a qué rincones del mismo podremos llegar los seres humanos en un futuro más o menos próximo, las aventuras de naves que se adentran en esos enigmas de la ficción cinematográfica pueden resultar cautivadoras. Y, si uno alucina con series documentales como las tres entregas que nos han regalado hasta el momento de Cosmos (Carl Sagan, Ann Druyan y Steven Soter, 1980, 2014, 2020), es más que probable que le interese Away, la propuesta marciana de Netflix para este 2020 con el estadounidense Andrew Hinderaker a la cabeza.

Su aún escasa trayectoria incluye guiones para Penny Dreadful (John Logan, 2014-2016), Puro genio (Jason Katims y Sarah Watson, 2016-2017) y The Path (Jessica Goldberg, 2016-2018). Esta última es escritora tan principal que no se comprende que no la señalen como corresponsable de Away, y en su currículum encontramos, por otra parte, la escritura de capítulos para Parenthood (Katims, 2010-2015), la dirección del largometraje Refuge (2012) y más letra para el filme Alex of Venice (Chris Messina, 2014), en el que comparte crédito con los novatos Katie Nehra y Justin Shilton.

Además, el episodio “Go” (1x01) lo ha realizado Edward Zwick, que también ejerce de productor ejecutivo y estuvo tras las cámaras de películas como Tiempos de gloria (1989), Leyendas de pasión (1994) o El último samurái (2003). En él y pese a que se trata de un recurso típico a estas alturas del séptimo arte, los guionistas tienen las luces necesarias para poner el inicio de la historia de Away en mitad de los acontecimientos, lanzarnos a la cara veloces flashes de un incidente ocurrido con anterioridad y, a continuación, llevarnos dos semanas antes del comienzo. Todo en escasos minutos; y listo, ya estamos enganchados.

away primera temporada netflix crítica
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Lo suficiente al menos como para querer saber qué diantres le ha sucedido en la travesía a esta tripulación de astronautas rumbo al planeta rojo. Más adelante nos topamos con alguna otra triquiñuela narrativa, y con montajes paralelos al son de canciones, alguno con elementos imprevistos, y otros muy oportunos para los clímax. Y los flashes no constituyen algo excepcional en el primer capítulo, sino un ingrediente de tipo impresionista. Lo malo es que no se repite en ninguno de los otros nueve, conque esta licencia estilística quizá podamos achacársela a Zwick y agrieta un poco la cohesión visual de Away.

Hay un sentido del humor mundano que, por serlo, da credibilidad a ciertas conversaciones; y preguntas de sobra conocidas acerca de la exploración espacial que se responden bien. Sin embargo, el nivel más frecuente no destaca por su elocuencia. Nunca cae hasta lo vergonzoso, por supuesto, pero no pocos diálogos y algunos discursitos de cara a la galería se sustentan en tópicos evidentes. Y, por su reverso lacrimógeno de la fuerza espacial, uno se pregunta si lo primero que le solicitaron a los actores poco conocidos en el casting de Away fue demostrar que pueden hacer que se les salten las lágrimas con la facilidad de estos terrícolas llorones.

Y es indiscutible que no les fue mal, ya que casi todos cumplen con ese requisito, desde Hilary Swank (Million Dollar Baby) como Emma Green, Josh Charles (El club de los poetas muertos) y Talitha Bateman (Annabelle: Creation) en la piel de Matt y Alexis Logan hasta Ray Panthaki (Gangs of London) como Ram Arya, Mark Ivanir (La lista de Schindler) encarnando a Misha Popov, Vivian Wu (El último emperador) como Lu Wang o Atto Essandoh (Girls) en los zapatos de Kwesi Weisberg-Abban. Por fortuna, la composición musical de Will Bates (Otra Tierra) no se dedica al subrayado sentimentaloide.

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La serie se revela tan interesada en el drama familiar y en las vicisitudes psicológicas de sus protagonistas como, salvando las distancias, ese filme estupendo que es First Man (Damien Chazelle, 2018). Con toda lógica, pues no hay emoción en el cine si los espectadores no sienten una empatía férrea por los personajes, sin ahondar en su interior convulso y en las relaciones íntimas que les atan y condicionan su conducta. El problema es que Away parece ser un poco melodramática y hasta un pelín cursi en ocasiones; no hasta el punto de resultar alarmante, claro, pero tampoco debemos hacer la vista gorda con ello.

De todas maneras, Andrew Hinderaker ha colocado el foco y el corazón donde deberían directores del calibre de Christopher Nolan, por ejemplo, en películas tan esperadas como Tenet (2020): en los personajes. Y lo mueve de uno a otro en cada capítulo a la forma de Lost (J. J. Abrams, Damon Lindelof, Jeffrey Lieber, 2004-2010), pero con el entorno de Emma Green en el centro de la escena. Y hay tramas personales en Away con cierto encanto y capacidad de conmovernos, como la de “Half the Sky” (1x03); y se apuesta por inquietantes componentes clásicos de las aventuras espaciales en “Excellent Chariots” (1x04).

Uno halla tensión genuina en un par de secuencias de peligro, una de las cuales hasta reviste cierta hermosura, pero tampoco produce inquietud como para tirarse de los pelos. Y nos complace descubrir que Away mejora conforme transcurren los episodios: la escala del tono dramático se asienta, el palique se vuelve un poco más persuasivo, se atenúa el melodrama y la cursilería, los contratiempos a los que se enfrenta la tripulación del Atlas I logran interesarnos tanto como sus disensiones y momentos de conexión humana. Y al fin nos brinda algo más que llorones en el espacio sideral o con los ojos puestos en él.

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