Uno recuerda cuáles han sido las grandes apuestas del cine de terror español de cada año, más o menos destacadas. Por ejemplo, Los otros (Alejandro Amenábar, 2001), Nos miran (Norberto López Amado, 2002), El orfanato (Juan Antonio Bayona, 2007) o Verónica (Paco Plaza, 2017). En enero ya tuvimos en cartelera Malasaña 32 (Albert Pintó, 2020), y este mes de julio llegará a nuestras salas Voces, la ópera prima de Ángel Gómez Hernández, un cineasta con una amplia experiencia en la realización de cortos, con nueve en su haber desde 2006, y al que ser entusiasta del género le viene de familia.
Según nos ha contado, no le cabe ninguna duda: “Se debe sobre todo a una influencia que yo llevo experimentando desde que tengo uso de razón. Mi padre es un absoluto, rotundo fan del cine de terror; es probablemente la persona más amante y experta del género, conocedor de cualquier mínimo detalle de la película más recóndita en el lugar más recóndito jamás filmada”, asegura. Y por dicha influencia en casa y la oportunidad común de zamparse multitud de películas terroríficas, desarrolló “un gusto y una apetencia especiales hacia el género, que hizo que destacara respecto a cualquier otro, sin despreciar ninguno”.
Así pues, a nadie le debe extrañar que encabezara el proyecto de un filme como Voces: “Surgió por la necesidad de seguir ahondando en ese tipo de terror que tanto me gusta como espectador y como cineasta”, explica, “de contar historias que, aunque se basen en aspectos que, aparentemente y a priori, pueden ser lugares comunes, luego ahondan en circunstancias y en conceptos un poco más novedosos. Y, en este caso, nos parecía muy interesante abordar en profundidad el mundo de las psicofonías, que siempre ha sido la guarnición de las películas de terror pero pocas veces realmente el eje central de la narración”.
Con estos mimbres, es lógico suponer que Ángel Gómez habrá contado con diversos referentes del género para la elaboración del filme: “Tienes tu propia voz, intentas construirla, una autoridad creativa en ese sentido. Pero es inevitable que esas influencias estén ahí”, reconoce. “Y, de hecho, en Voces he jugado a ello en según qué momentos. Porque es una película muy clásica que va a agradecer muchísimo el público en general pero creo que, sobre todo, el ya más experimentado en este tipo de cine. Pues he jugado a sembrar una serie de referencias, guiños y pistas para el espectador”.
Y precisamente aquellas personas tan aficionadas como este joven director español al género terrorífico no deberían levantarse de su butaca sin que terminen los créditos, pues hay una escena justo después: “Se trata de un homenaje muy personal que hago concretamente al cine de fantaterror italiano y español, sobre todo al de Mario Bava [La máscara del demonio] y Dario Argento [Rojo oscuro]. Y también tiene connotaciones del cine de demonología americano, que ha sido una influencia muy importante. Y espero que el público aguante los créditos para verla porque es una escena muy especial para mí”.
Voces huele a posibles secuelas, y no solo por la escena poscréditos: “Es inevitable que uno fantasee con la idea de dar mayor extensión al universo de la película y, por supuesto, es uno de los pensamientos que, como sueño, tengo ahí, llevarlo a cabo”, confiesa. “Ojalá los productores encuentren motivos, en este caso, de cierto éxito de la película como para darle continuidad. Y, de ser así, ya tengo más o menos claro por dónde querría que continuara”. Pero no tanto al estilo de The Conjuring (James Wan, 2013), “no necesariamente encontrar en cada película una entidad concreta que genere una nueva iconografía”.
Porque lo que verdaderamente le interesan son “los personajes, es decir, poder seguir conociendo su historia, ya se encuentren con viejos conocidos en este aparato de horror, ya con nuevas iconografías que vayan apareciendo”. Y sabe muy bien de lo que habla, pues no hay más que preguntarle por sus directores favoritos de terror y menciona, por ejemplo, a F. W. Murnau (Nosferatu), Tod Browning (La parada de los monstruos), James Whale (El doctor Frankenstein) o el ya mencionado Dario Argento, que le ha influido mucho “a nivel estilístico”. Y no es el único.
“Si tuviera que elegir a alguien más actual, aunque se ha ido alejando parcialmente del género o ha ido entrando y saliendo, hablaría de M. Night Shyamalan [El protegido]”, apunta, y que es el cineasta cuya a obra probablemente más le ha impactado: “Señales [2002], aunque se aleja un poco del universo de Voces, es la película que me hizo querer ser director de cine en su día”. Y también la de Takeshi Shimizu (La maldición), quien, “sin considerarlo espléndido en todos los aspectos” como cineasta, le parece que, “a la hora de narrar terror, es una de las voces más poderosas que ha dado la historia del cine”.
Y, desde luego, no escatima palabras al enumerar sus títulos preferidos: Suspense (Jack Clayton, 1961), La mansión encantada (Robert Wise, 1963), Onibaba, El más allá (Kaneto Shindô, Masaki Kobayashi, 1964), La leyenda de la casa del infierno, Amenaza en la sombra (John Hough, Nicolas Roeg, 1973), Terror en Amityville (Stuart Rosenberg, 1979), The Ring (Hideo Nakata, 1998), El sexto sentido (Shyamalan, 1999), Dark Water (Nakata, 2002), Shutter (Banjong Pisanthanakun y Parkpoom Wongpoom, 2004), Babadook, It Follows (Jennifer Kent, David Robert Mitchell, 2014), The Witch (Robert Eggers, 2015) o Hereditary (Ari Aster, 2018).
Por otro lado, Ángel Gómez es consciente de las reticencias que el público puede tener para ir al cine ahora mismo por el coronavirus, y de que debe mostrarse responsable, cauteloso y mirar por los demás en cualquier salida ociosa. “Pero considero que eso no debería privarles de disfrutar de una película como Voces, tan sensorial, que traspasa la pantalla y que creo que llega a arrollar las butacas de la sala”, afirma. “Creo que es una película que se debe disfrutar en la gran pantalla, que no debemos esperar a ver en otros formatos menores para dejarnos impresionar por todo el calibre narrativo que ofrece. Es una película para ver en sala de cine; eso es indudable”.