En enero, el coronavirus era una amenaza abstracta que ocurría a miles de kilómetros de distancia de Norteamérica y el resto del mundo occidental. O al menos, esa era la percepción de un Hollywood ocupado en comenzar un año que traería la reinvención de sus franquicias más exitosas, secuelas y nuevos proyectos de los estudios, además del comienzo de la filmación de varias de las producciones estelares del año entrante.

Luego del consistente récord de taquilla del 2019 —en el que incluso se rompió el célebre récord de la película más taquillera, gracias al fenómeno Avengers: Endgame del Universo Cinematográfico de Marvel —, las probabilidades de otra recaudación sin precedentes eran muy cercanas y entraban en los cálculos de los principales estudios.

Incluso en febrero hubo contundentes indicios que el 2020 bien podría ser uno de especial importancia en taquilla: la tercera parte de la franquicia Bad Boys obtuvo un considerable éxito fuera y dentro de Estados Unidos, lo mismo que Sonic the Hedgehog de Jeff Fowler, el film basado en un vídeojuego más rentable de la historia. Después, la reinvención del clásico monstruo de Universal El Hombre invisible de Leigh Whannell y a cargo de Blumhouse se convirtió en un inmediato éxito de crítica y público. Incluso, Onward de Pixar —el que se considera el último estreno antes que la emergencia obligara a la Industria a paralizar operaciones— obtuvo unos respetables números en taquilla.

‘Avengers: Endgame’ destruye primeros récords de taquilla aún antes de su estreno mundial

De modo que cuando la crisis sanitaria obligó al cierre de cines, la medida tomó desprevenida a la industria y a buena parte de las empresas relacionadas con el mundo del espectáculo. La inmediata consecuencia fue una complicada situación en que la mayoría de las decisiones viables para mantener en pie la mayor parte de la meca del cine deben atravesar largas discusiones y contradicciones, en medio de un clima cada vez más caldeado y sin duda complicado para buena parte de sus miembros y trabajadores.

A dos meses del cierre del circuito de distribución cinematográfica, el futuro sigue siendo incierto. No hay fechas exactas sobre una posible reapertura general y los pocos tanteos sobre la posibilidad, parecen estar sometidos a la doble presión del aumento de víctimas en suelo norteamericano y al hecho, que buena parte del mundo no parece dispuesto a relajar del todo la cuarentena, en tanto las curvas de contagios y víctimas no alcancen un índice aceptable. Por si eso no fuera suficiente, la industria del cine lidia con la consecuencia directa de un rígido cuadro de normas y disposiciones, que hacen que una eventual evolución al mucho más flexible mercado virtual esté resultando un proceso lento y torpe.

¿Hollywood podrá regresar a la normalidad? Los equipos de producción también se lo preguntan

¿Cómo cambia y cambiará Hollywood bajo el peso de una amenaza sanitaria que, al parecer, no solo influirá en la manera en que el público se relaciona con el cine a corto y mediano plazo, sino que es más que probable pueda repetirse cada cierto en forma cíclica? Es indudable que los elementos más importantes del calendario anual de estrenos —incluido el esperado verano que asegura la proyección de los blockbuster de temporadas— y el otoño, con su cronograma de festivales, no se llevaran a cabo, incluso si la reanudación de actividades ocurre en una fecha tan temprana como durante las primeras semanas de Julio, algo que buena parte de Hollywood ya descarta.

De modo que la situación, está obligando a estudios y productoras a plantearse un escenario esencialmente virtual y no sólo para el resto del año 2020, sino también al menos para los próximos cuarenta y ocho meses. Ya se asume como un hecho inevitable, que la normalidad no regresará a Hollywood, lo que está provocando una reacción en cadena que podría transformar al mundo del cine tal y como lo conocemos.

Una mirada a un panorama preocupante

Por ahora, ya está claro que el verano cinematográfico y sus considerables ganancias fruto de los estrenos de temporada, no ocurrirá, de modo que, en la actualidad, Hollywood se prepara para afrontar el enorme coste de cadenas de distribución prepagadas, campañas de marketing canceladas y todo lo que incluye el hecho que la temporada más lucrativa del año, no sólo no se lleve a cabo, sino que, además, tampoco tenga la posibilidad de resarcirse de una manera inmediata.

Ingenio y adaptación: la clave de las pequeñas productoras que debería imitar Hollywood

Se trata de un juego de posibilidades: Incluso si mañana se decretara el fin de la cuarentena mundial y se asegurara que cada víctima potencial recibiera una vacuna, lo más probable es que el retorno a un ritmo normal de convivencia, llevara meses para ocurrir. Pero en una circunstancia como la actual, en la que es muy improbable las medidas de distancia social se levanten en meses — en algunos países se habla de años — la industria hollywoodense deberá aceptar que al menos, el 2020 no dejará ninguna ganancia, lo que por supuesto, repercute financieramente en la mayoría de los estudios y productoras.

La otra variable a tener en cuenta es que de producirse un escenario en que los cines abran sus puerta a mediados de septiembre u octubre es más que probable que el público se niegue a asistir en masa o, al menos, en la proporción que la industria necesitaría para sostener la inversión de las películas con presupuestos que sobrepasan los cien millones.

Hace unos días, New York Times se preguntaba si los grandes proyectos de este año se proyectarían incluso antes salas diezmadas y con la altísima posibilidad de un desastre taquillero inevitable. ¿Qué podría ser más rentable para los estudios? ¿Mantener en reserva sus grandes películas hasta que se recupere una normalidad relativa? ¿O solo asumir las pérdidas que podrían afectar de manera directa varios de los escenarios más prudentes a nivel de filmación y proyectos futuros?

Por ahora, Hollywood parece adoptar la actitud de esperar y tratar de analizar sobre la marcha las soluciones más inmediatas a los problemas más complicados. Ya el Festival de Tribeca y YouTube unieron fuerzas para crear un mega festival en el que las grandes fechas de Otoño, podrán mostrar su selección de películas y la Academia de Artes y Ciencias cinematográficas, tomó la decisión de flexibilizar su normativa para la selección, permitiendo que películas que no hayan cumplido la normativa de presentarse al menos durante una semana en el Condado de Los Angeles, puedan optar a las categorías de mayor envergadura del premio.

premios oscar 2020
Getty Images

¿Pero es suficiente las maniobras? Todo indica que no: después de todo, la opción virtual continúa provocando una evidente incomodidad en el mundo del espectáculo. Algunos estudios tantean la posibilidad de estrenos virtuales a través de sus estrenos más pequeños. Paramount vendió su comedia dirigida por Kumail Nanjiani e Issa Rae, The Lovebirds, a Netflix en un intento de recuperar la inversión, pero el trato no resultó demasiado rentable y ya hay comentarios sobre el hecho que la inversión de Netflix apenas recupera costos de producción de las películas.

Un año sin Premios Oscar ni festivales, ¿es posible?

Por otro lado, Universal estrenó su película animada Trolls: World Tour (con un considerable presupuesto alrededor de los 25 millones de dólares) al mercado virtual a pedido por 19,99 dólares. Hace unas semanas y en pleno debate con los circuitos de distribución que consideraron la maniobra del estudio como tramposa, Universal declaró que Trolls estableció un inédito récord digital de ganancias en cualquier plataforma de PPV virtual, pero no ofreció cifras sobre las supuestas ganancias, por los que hay rumores que aunque la película resultó un éxito no recuperó bajo ningún aspecto la inversión inicial.

Por supuesto y aunque Netflix abrió el camino para la posibilidad que películas producidas para el formato online puedan llegar a la ceremonia de premios y de hecho, hacer un papel en las diferentes premiaciones todavía es muy pronto para admitir que la batalla de la plataforma tenga verdaderos resultados a corto y mediano plazo. Pero otro lado, Hollywood no parece tener verdaderas opciones en medio de un desastre financiero de proporciones colosales. ¿Qué ocurrirá si los grandes estudios se niegan a utilizar plataformas virtuales para el estreno de sus películas? ¿Podría pasar que grandes estrenos como el remake de West Side Story de Spielberg — planeado de forma tentativa para diciembre — sea estrenado dos años después, con el evidente riesgo de resultar poco atractivo para un público con la atención puesta en proyectos por completo distintos? Lo mismo podría decirse de la película de David Fincher Mank y Hillbilly Elegy de Ron Howard, por lo que el panorama aun es lo suficiente confuso como para resultar preocupante de cara al futuro del cine como industria rentable.

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