Los españoles hemos cumplido ya el primer mes de confinamiento en nuestras casas. Las cifras de muertos siguen con una tendencia descendente, al igual que las de hospitalizaciones e ingresos en unidades de cuidados intensivos. Además, salvo en excepciones como el día de hoy, el número de nuevos casos notificados también parece seguir esta evolución favorable. Todo esto nos lleva a pensar que pronto podremos empezar a salir de esta cuarentena, pero no podemos olvidar que los datos siguen siendo muy elevados y que es muy importante hacer todo lo posible por no retroceder, por lo que debemos asumir que aún falta mucho para volver a la normalidad.

De momento, en España se ha planteado que las primeras medidas consistan en que puedan salir los niños a dar paseos cortos por su vecindario y que los adultos puedan practicar deporte al aire libre, pero también sin alejarse de casa. Los establecimientos no esenciales seguirán cerrados, al igual que los bares y la gran mayoría de desplazamiento seguirá restringidos, ¿pero hasta cuándo?

Según un estudio llevado a cabo por científicos de la Universidad de Harvard y publicado recientemente en Science, es posible que hasta 2022 no podamos llegar a esa normalidad absoluta que tanto ansiamos. Lo que sí parece claro es que la consecución de la vacuna será una pieza clave para llegar hasta ella. Y para eso, como ya sabemos, todavía falta mucho tiempo.

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Sin darnos cuenta, hemos pasado a convertirnos en protagonistas de una de esas películas de ciencia ficción en las que las personas deben pasear por la calle con mascarillas y extremando las medidas para evitar contraer un virus que ha marcado un antes y un después en la historia de la humanidad.

En Italia, el primer foco importante de Europa, llevan unos días más que nosotros en confinamiento y las medidas también comienzan a surtir efecto. Por eso, muchos medios de comunicación han publicado ya el calendario hipotético de las fases de salida escalonada de la cuarentena.

Todo empezaría el 4 de mayo, con la libre circulación de personas por las calles, siempre y cuando lleven mascarillas y respeten las distancias de seguridad. Ese mismo día ya se podría abrir tiendas de artículos no esenciales, pero manteniendo un aforo muy limitado de público, haciendo fila y/o pidiendo cita. Más tarde, el 11 de mayo, abrirían los tribunales y oficinas profesionales, seguidos por los restaurantes y bares, que podrían volver a recibir a sus clientes el 18 de mayo, respetando las medidas de distanciamiento físico. El 25 de mayo abrirían las peluquerías, con uso obligatorio de mascarillas y atendiendo a un solo cliente a la vez, y el 31 se volverían a realizar eventos deportivos, aunque aún a puerta cerrada.

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Tras el verano empezaría la tercera fase, inaugurada con la vuelta a las clases de los equivalentes italianos al bachillerato y la enseñanza secundaria. Esto ocurriría en septiembre, mientras que no se incluye una teoría de cuándo podrían regresar los alumnos de educación infantil y primaria. Más tarde, como regalo de Navidad, abrirían cines y teatros, dejando paso a un nuevo año, que empezará todavía con algunas restricciones. Por ejemplo, las discotecas, partidos de fútbol o cualquier otro evento con afluencia masiva de público no podrían volver a la normalidad hasta marzo de 2021. Con esto ya estaría casi todo listo, a falta de la apertura de fronteras, que tendría lugar el 31 de ese mismo mes.

Esto son solo teorías, pues ante una situación como esta es imposible elaborar un plan definitivo. Las medidas que se vayan tomando dependerán de cómo evolucione la enfermedad y cómo pueda responder a ello el sistema sanitario.
Según los criterios establecidos por la Comisión Europea, las restricciones solo podrán relajarse cuando se cumplan tres importantes requisitos: que se produzca una disminución significativa del número de infecciones durante un periodo prolongado de tiempo, que los hospitales dispongan de suficientes camas, unidades de cuidados intensivos, medicamentos y equipos y que el sistema sanitario sea capaz de realizar pruebas masivas, monitorizar la propagación del virus y rastrear y poner en cuarentena a las personas portadoras lo antes posible.

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Una vez que esto se cumple, es necesario disponer de sistemas de rastreo de contacto entre personas y que se expandan aún más las pruebas generalizadas a la población. Además, esta deberá seguir manteniendo las medidas de higiene y distanciamiento social. En cuanto a las restricciones de viaje, deberán levantarse con mucha cautela, permitiendo en un inicio solo los desplazamientos entre áreas con niveles de riesgo comparativamente bajas. Finalmente, es importante destacar que las personas mayores o de riesgo deberán mantener el confinamiento durante un periodo de tiempo más largo, por su seguridad.

La otra opción: cuarentenas intermitentes

En el estudio de Harvard, se apunta a la posibilidad de realizar cuarentenas intermitentes hasta 2022. Llegan a esta conclusión después de realizar una simulación de 20 semanas de confinamiento, tras las cuales tuvo lugar un nuevo pico epidémico.

Esto se debería a que el distanciamiento social durante un largo periodo impediría que una proporción adecuada de la población adquiriera inmunidad. Si dicho pico coincide con el otoño, con la nueva llegada de los meses de frío, podría contribuirse otra vez a la saturación del sistema sanitario, de ahí que propongan cuarentenas más cortas, pero intermitentes, hasta 2022. Por supuesto, la obtención de la ansiada vacuna podría hacer todo esto innecesario y otorgarnos la llave para volver a la normalidad.

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En el más optimista de los escenarios, esto podría ocurrir dentro de un año, por lo que no sería necesario esperar hasta 2022.

De nuevo, es importante recordar que esto, al igual que el calendario hipotético de Italia, es una teoría. Las medidas solo podrán tomarse a medida que se ande el camino; ya que, por desgracia, nos enfrentamos a un enemigo desconocido, cuyos movimientos siguen siendo difíciles de predecir. El tiempo dirá cuáles son los siguientes pasos. De momento, solo tenemos que quedarnos en casa.

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