Cuando Westworld se estrenó en 2016, el enfoque de la producción era mostrar los adelantos técnicos de forma tangencial, para enfocarse en el misterio de la mente bicameral que sostenía a los robots.

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Un reto que obligó a la producción a imaginar un mundo más allá del parque que, aunque no se mostraba, era capaz de disfrutar de una atracción violenta en la que la inteligencia artificial era sometida al nivel de víctima para el disfrute de placeres y fantasías retorcidas de quienes podían pagarla. Dos temporadas después, el momento de presentar ese mundo llegó y Nolan lo ha hecho un despliegue radiante de buenos efectos especiales y un considerable esfuerzo de diseño.

Después de la destrucción parcial de dos de los parques en medio de una rebelión sin precedentes, los sobrevivientes cruzaron lo que parece ser el mar que separa al Westworld insular hacia un mundo real, que a todas luces desconoce en realidad las capacidades de las sofistificadas atracciones del parque.

O eso parece sugerir esa gran primera secuencia en la que Dolores (Evan Rachel Wood) se presenta en la casa de un asociado a la empresa Delos para robar información y dinero. Dolores no solo es capaz de controlar los aditamentos electrónicos de la casa, sino que deja claro que los ciudadanos del mundo real ignoran el verdadero riesgo de una comunidad de robots de cuerpos perfectos, cientos veces más fuertes que un ser humano común y sobre todo, con todas las ventajas de la inteligencia artificial.

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Recrear ese mundo entre lo inocente y retorcido resultó el reto de la temporada, y también la forma en que la serie se planteó la disyuntiva para renovarse a una nueva dimensión. En primer lugar, los personajes que sobrevivieron a la gran conflagración final en el parque, se encuentran dispersos alrededor del mundo: desde Los Ángeles, Londres, Beihai y China. El elenco parece estar esparcido alrededor de este mapa futurista con la intención de mostrar una mirada muy amplia sobre el porvenir con cierto aire sofisticado. De hecho, buena parte de la producción se llevó a cabo en sets tan dispersos como Valencia, así como en Los Ángeles y San Diego.

Pero más allá de los lugares que escogieron los personajes para ocultarse o actuar en mitad de lo que tiene toda la apariencia de ser una guerra a punto de desatarse entre seres humanos y la inteligencia artificial, Nolan y Joy dedicaron unos cuantos capítulos para mostrar el brillante, frío pero sobre todo, sofisticado 2058, ese lugar atemporal que sostendrá el argumento en los próximos episodios.

El porvenir en metal y cristal

Westworld Temporada 3

Aunque ya sospechábamos que el mundo más allá del parque más sangriento de la televisión, era notoriamente sofisticado y funcional, el diseñador de producción Howard Cummings se encargó además, de asumir el hecho que las expectativas sobre el futuro no fuera en esencia una mirada pesimista sobre el futuro, sino algo más elaborado. “La visión del futuro no es distópica; en realidad es que los humanos terminaron conquistando algunos de los problemas", dice en una entrevista para Variety.

Para comenzar, es evidente que en el mundo real de Westworld la naturaleza y la arquitectura conviven con cierta armonía, algo que el diseñador encontró en las estilizadas edificaciones de Singapur, en las que las “huellas de los nuevos edificios deben incluir vegetación”, apunta señala Cummings. De hecho, la noción de grandes edificaciones futuristas en combinación a vegetación y fauna, fue una gran inspiración para el horizonte del centro de Los Ángeles que mostró la serie en su primer capítulo. Las tomas aéreas del episodio mostraron algunos edificios específicos de Singapur, como Marina One y el Hotel Oasia, fueron usadas como planos amplios (a los que se le añadió digitalmente brillos de espejos y metal) además de la silueta de la ciudad de Los Ángeles para reflejar el progreso de la ciudad alrededor de 2058.

También hubo consultas sobre el modo en que la arquitectura podría evolucionar: el arquitecto danés y amigo personal de Jonathan Nolan, Bjarke Ingels, creó diseños de producción que abarcaron algo mucho más amplio que la mera idea de prosperidad y brillante que la serie muestra: Ingels, especializados en diseños que además componen una armonía evidente con espacios urbanos que incorporan la flora y fauna circundante, creó todo tipo de estructuras que mostrarán al mundo del siglo siguiente, que finalmente parece haber vencido la superpoblación, la contaminación y otros tantos males modernos. Varios de los bocetos de Ingels fueron incorporados de manera tangencial en tomas de contexto, dice el supervisor de efectos visuales Jay Worth.

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La falta de tráfico también fue una idea novedosa que intenta brindar al paisaje urbano de Westworld una sensación de prosperidad y como otras tantas otras del programa, nació en Singapur. En la actualidad, no se permiten automóviles en el centro de la ciudad, lo que brinda un aire radiante y pacífico incluso en los momentos más complicados y con mayor número de transeúntes del día. “La idea de nuestro mundo es: si las personas ricas están a cargo, ¿cómo van a controlar el medio ambiente para beneficiarse? Y la forma en que lo hacen es restringiendo a todos los demás”, dice Worth para explicar el aire solitario y un poco inquietante de Westworld, que ya despertó algunas críticas por la sensación extraña que mientras ocurrían violentas situaciones en plena calle, había poca o ninguna presencia humana a los alrededores.

Se trató de un truco sencillo: además de bloquear los accesos a los lugares de filmación del programa, eliminó digitalmente todo lo que podía sugerir control de tráfico: desde semáforos a parquímetros, el paisaje urbano de Westworld tiene toda la apariencia de una ciudad en la que el traslado y el tráfico ya no representan un problema.

“Uno de los mayores desafíos para hacer Westworld es que cada centímetro de cada encuentro está diseñado por separado”, dice Worth. “Un gran porcentaje de nuestras tomas son de continuidad y actualización mundial, pero las tomas divertidas son los sobrevuelos: cuando nuestra cápsula de aire está saliendo del agua en Santa Mónica y hemos reemplazado prácticamente el horizonte que llega al centro por uno nuevo, más limpio y sofisticado”.

El “módulo de aire” se basó en un avión no tripulado, dice Cummings, y tenía que ser elegante y funcional para la producción, debido a que la gran panorámica que podría ofrecer el recurso, sería la primera mirada que el espectador tendría acerca de la prosperidad y la belleza del futuro, en contraposición a la oscuridad y sordidez que se oculta debajo de las intrigas corporativas, que serán el centro de esta temporada.

“Queríamos la capacidad de llevarlo físicamente a los lugares y hacer que se moviera a su lugar”, explica. Además, Cummings elaboró un diseño para la cápsula que permitiera que sus partes pudieran transportarse de manera individual, y que en cierta forma pudiera seguir teniendo un aire funcional y realista, incluso sobre tierra. El diseñador cuenta que el equipo trajo la cápsula de aire al Parque MacArthur en Los Ángeles, pero no pudo volar intacta a España. Siempre según Variety, para las escenas en la última ubicación, la producción trajo “piezas que representaban el tren de aterrizaje por el que los actores podían caminar” y los cineastas podrían tener algo físico para ayudar a construir y elaborar la zona.

Volar, la última frontera

La imagen de un automóvil volador ha sido parte de las fantasías sobre el futuro de buena parte de películas y series que analizan el dilema del transporte, en épocas en la que la energía no dependerá de hidrocarburos o en todo caso, habrá encontrado una fuente limpia que no suponga la recarga inmediata.

Westworld resolvió el dilema con una cápsula de aire autopropulsada de diseño ergonómico, que además de tener una elegantísima apariencia de cabina rodeada de paneles de cristal, tiene la funcionalidad de descender de manera autónoma y ligera en lugares poco comunes. Para brindar la sensación que en realidad el innovador vehículo estaba volando, el equipo de producción construyó una “pared LED curva y masiva con luces al otro lado y sincronizó las placas del horizonte” dice Worth. La idea era que se percibiera a través del cristal el movimiento de luces, de la misma forma que ocurre en el vuelo rasante de un helicóptero actual. La proyección de fondo se movió independientemente, al igual que la cámara y la cabina del módulo de aire, lo que hizo parece que la cápsula pendía sobre el fondo, sin moverse en realidad del piso a quince pisos de altura en que se encontraba ubicaba.

Los efectos especiales colocan la “cabina” donde los pasajeros podrían sentir el movimiento real. “Nuestros actores no solo se están inclinando, de hecho toda la estructura está cambiando e inclinándose”.

Para dar la sensación que hay más de un modelo de vehículo volador, la cabina tiene asientos intercambiables y también partes que permiten suponer, se trata de diferentes “automóviles” . El vehículo usado en el primer episodio fue un modelo corporativo de alta gama, para el cual Cummings quería crear un “aspecto de poder” con un interior de cuero de “calidad de limusina” que “exuda elegancia”. Más adelante en la temporada, revela, habrá versiones más militaristas. Y otros, mucho más parecidos a un vehículo genérico doméstico.

Inteligencia artificial, ese gran reto

Por supuesto, también hay mucho para descubrir sobre la tecnología punta que sostiene un mundo semejante: el futuro en Westworld tiene sus propios robots, no tan sofisticados como Dolores y compañía, sino más enfocados en facilitar la vida corriente, como el humanoide metálico George, que trabaja junto con Caleb (Aaron Paul).

Para estas tomas, la producción utilizó artistas en trajes oscuros con detector de movimiento para crear la sensación de peso y sustancia que necesitaban para elaborar un lenguaje visual consistente. Para tomas más complicadas donde George estaba escalando el costado de un edificio, el tiro práctico fue una panorámica del edificio, con el robot compuesto más tarde por medios digitales.

La inteligencia artificial nos engaña tanto como el ojo humano en la búsqueda de extraterrestres

“La corporación Delos incorpora mucho más que solo los parques, y hay mucha robótica en la que están involucrados”, dice Cummings. Para la tercera temporada, Westworld está intentando mostrar toda la amplia gama de cosas que puede crear y construir la corporación, que no sólo se limita a lo que hemos visto por ahora en el parque “no todos están necesariamente hechos para parecer humanoides [porque] no todo tiene que ser tan complicado como Dolores”.

Solo nos queda esperar el resto de los capítulos para entender este futuro posible, por primera vez levemente optimista pero peligroso, que plantea el programa. ¿Podrá funcionar como concepto?

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