Ayer, el mundo del cine recibió con preocupación la noticia que el estreno de la más reciente película de la saga Bond, No Time to Die dirigida por Cary Fukunaga, retrasaría su estreno para noviembre de este año debido a la emergencia que ha provocado la epidemia del coronavirus. Se trata del primero indicio claro de que la gravísima crisis de salud puede afectar de manera directa uno de los mercados cinematográficos más rentables. Lo que, sin duda, podría provocar el efecto de una caída de naipes en el resto del mundo. ¿Estamos a las puertas de una recesión en el negocio fílmico de consecuencias aún por determinar?

Cine en tiempos de Pandemia: ¿cómo encara la industria el impacto del coronavirus?

Por supuesto, los propietarios de cines alrededor de Norteamérica argumentan que el negocio tal y como lo conocemos ha sobrevivido por décadas y, sin duda, a circunstancias más duras y complicadas. Desde la Segunda Guerra Mundial, el largo proceso bélico en Vietnam o crisis políticas de considerable envergadura, el cine en EE.UU. ha logrado superar los escollos adaptándose de forma rápida y eficaz a los cambios y transformaciones. No obstante, el Coronavirus supone un tipo de circunstancia que implica la raíz misma del hábito del cine, por lo que el efecto inmediato de una cuarenta o restricción de actividades públicas masivas, puede de hecho afectar de forma contundente al cine como entretenimiento y en especial, como forma de negocios.

Pero, ¿tan grave podría ser el hecho que se restrinjan las funciones de cine o de hecho, desaparezcan del todo durante semanas o inclusos meses? Es una pregunta que puede responderse analizando de forma cuidadosa el hecho que la rentabilidad en taquilla de proyectos de envergadura como la más reciente película de Bond, Mulan, Black Window e incluso Los Eternos —la más ambiciosa de los films del Universo Cinematográfico Marvel que, en teoría, llegarían a cartelera en noviembre— están construidos sobre la posibilidad de convertirse en éxitos de taquilla.

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A diferencia de los mercados laterales creados por los canales de suscripción streaming — cuya rentabilidad no depende en absoluto de boletería o asistencia a las salas de cine — la industria hollywoodense necesita de éxitos a nivel de audiencia para prosperar. Una noción que hasta ahora jamás se había amenazada, a pesar de las dificultades históricas que el cine atravesó durante diferentes momentos del siglo pasado.

La pantalla a ciegas, a puerta cerrada

Durante la Segunda Guerra Mundial, EE.UU. utilizó el cine y su notoria influencia sobre las masas, para crear un espacio insular de alivio que no soNo lo permitió esparcimiento sino, además, llevar propaganda directa al público. Los conocidos noticieros, que se transmitían antes de las películas e incluso, se llevaban a cabo en funciones únicas, fueron que el gobierno en que la administración política norteamericana, logró elaborar mensajes complejos sobre la percepción directa de la Guerra como amenaza. Al esfuerzo, se unieron directores, escritores y actores, que crearon una versión optimista patriótica, que tenía por directa intención levantar la moral norteamericana.

Desde entonces, el cine se convirtió en aliado de las crisis y de las circunstancias más duras de la vida estadounidense, un fenómeno que se replicó no sólo en otros mercados como el francés y el español — con diversos y diferentes grados de intención y efectividad — y de hecho, se hizo parte de una mirada mucho más compleja sobre la percepción del lenguaje cinematográfico como hecho cultural. De ese modo, el Universo fílmico se convirtió en una estructura que sostuvo un tipo de comunicación con la audiencia intencionada y directa, que pudo replicarse en otras experiencias semejantes.

Este efecto permitió que el modo de negocios de Hollywood se adaptara directamente a esa condición de gran espectáculo de masas y de hecho, a pesar de perder progresivamente influencia y seguir su evolución hacia otras formas discursivas, la inmediata consecuencia de transformarse en un mercado fértil de ganancias basadas en su habilidad para inspirar, aglutinar público y elaborar una respuesta financiera sobre experiencias artísticas, sostuvo a la industria durante el siglo pasado. Eso podría explicar porque el cine nunca llegó a resentirse de diversas crisis, sino más bien, a nutrirse y evolucionar gracias a ellas.

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Pero en esta ocasión, existe la posibilidad que los cines estadounidenses sucumban al hecho que el coronavirus, es una crisis con sus propias condiciones y, además, sus específicas formas de comportarse. Hasta ahora, la propagación en EE.UU. ha sido lenta pero imparable y ya se contabilizan al menos una docena de víctimas, lo que hace suponer el número pueda aumentar en las próximas semanas de manera acelerada.

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“Lo último que la gente va a querer hacer es sentarse en un teatro con un grupo de personas con tos” dijo Schuyler Moore, un abogado de la industria del entretenimiento asociado al famoso bufete Greenberg Glusker. “Eso simplemente no va a suceder”. Según reseña Variety, el abogado está convencido que en algún de los próximos meses, las salas pueden cerrarse o incluso, simplemente clausurarse cualquier evento público que pueda relacionarse con multitudes.

No obstante, todavía no hay señales que el efecto real del miedo paranoico a la Pandemia pueda traducirse en una reducción de la boletería o la asistencia a las salas “Estamos viendo cero impacto de la asistencia en este momento en la taquilla”, dijo Eric Handler, analista de MKM Partners. “En Norteamérica, hemos pasado por el SARS, el Ébola, la gripe porcina y nunca hemos tenido que forzar una situación de cuarentena en la que se cierra la exhibición, por lo que parece prematuro suponer que lo hará ahora”.

Por ahora, las encuestas respaldan la afirmación de Handler y es posible predecir que al menos en las próximas semanas, no habrá un cambio notorio en el comportamiento y hábitos de consumo cinematográficos del público. La mitad de los consumidores sometidos al instrumento de medición, dijeron que no tienen que no existe — por ahora — la más mínima probabilidad de dejar de ir al cine debido a la enfermedad.

Basada en una encuesta que abarcó un universo de 2.200 estadounidenses realizada por Morning Consult, las estadísticas parecen demostrar que aún el negocio es lo suficientemente robusto como para sostenerse en medio de una situación cada vez más difícil de comprender. Sin embargo, si las cosas cambian, la gente dijo que evitarían las películas, lo cual se traduce en que el 62% de los encuestados dijo que sería menos probable que vayan al teatro si el coronavirus golpea a su ciudad natal. Si los cines cierran, los estudios estiman que podría significar la pérdida de ingresos brutos de cientos de millones de dólares relacionados con ingresos de taquilla.

“Simplemente no creo que nadie sepa lo que va a pasar, ya que este es un virus nuevo. Esos otros virus provocaban un poco de temor, pero esto parece mucho más importante” dijo a Variety Jeff Bock, un analista de medios senior de Comscore. “Tal vez son personas que reaccionan de forma exagerada, pero aún no lo sabemos. Tenemos que tomarlo día a día”.

Todavía no hay estimaciones o decisiones claras sobre lo que pueda ocurrir en lo que resta del mes de marzo y el venidero abril. Por lo pronto, el estreno de Mulan también ha sido retrasado en algunos mercados y lo más probable es que si la situación empeora, otras productoras seguirán el ejemplo y evaluarán sus respectivos calendarios de estrenos. Algo que podría en riesgo películas tan esperadas como Black Widow de Disney o Fast 9 de Universal.

“Si estamos hablando del verano a mayo y junio, ese es un gran problema”, dijo Bock. “Ahí es cuando Hollywood está lanzando algunos de los títulos más importantes. Si eso sucediera, sería una gran pérdida para toda la industria.”

Ninguna precaución es poca

Por ahora, los cines toman las mismas precauciones que tomaron durante emergencias parecidas, como la provocada por el virus SARS y la gripe porcina. De hecho, buena parte de las cadenas cinematográficas, están desinfectando los teatros una vez por hora alrededor en los momentos de mayor afluencia, así como dedicar al menos una hora en limpiar las manijas de las puertas, los gabinetes en los registros y mostradores. También se ha pedido de manera directa a los trabajadores no asistir a sus puestos laborales en caso del menor síntoma de la enfermedad.

“No hace falta decir que estamos vigilando atentamente los informes y consejos de las autoridades gubernamentales en los Estados Unidos y en toda Europa, así como de expertos médicos”, dijo el CEO de AMC, Adam Aron, siempre según Variety. “Por supuesto, como era de esperar, seremos un jugador responsable aquí, teniendo en cuenta la seguridad del público y nuestro personal, pero, lo que es más importante, informaremos lo que estamos observando en nuestro circuito de 1,000 teatros en 15 países visitados un millón de veces por día por espectadores de todo el mundo. Hasta aquí todo bien.”

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Según Eric Wold, analista de la industria, el impacto de un probable cierre de los cines tendrá relación directa con la forma en que se comporte el virus — y sus consecuencias — durante las próximas semanas. “El problema es que los estudios no solo tendrán que hacer películas que sean lo suficientemente convincentes como para que salgan de sus hogares, sino que tendrán que hacer películas lo suficientemente buenas como para que las personas estén dispuestas a sentarse con otras personas cuando tengan miedo sobre enfermarse”, dijo Wold, lo cual de hecho resume mejor que cualquiera otra cosa la emergencia en ciernes.

¿Qué ocurrirá para el final de año en medio de una situación cada vez más tensa? La respuesta aun no es clara, pero es evidente que el Coronavirus es una emergencia que pondrá al cine en una situación por completo inédita hasta ahora. Quizás, el elemento más peligroso que rodea a la circunstancia.

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