En medio de la debacle que fue Suicide Squad (David Ayer -2016), la actriz Margot Robbie logró lo que parecía imposible: convertir al personaje de Harley Quinn en lo mejor de la película y brindarle una inesperada tridimensionalidad. Lo que le valió convertirse quizás en el único elemento rescatable en medio de uno de los más sonados fracasos taquilleros del cada vez más complejo universo cinematográfico expandido de DC.
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Para su primera aparición en el cine decidió que el personaje sería una combinación de la salvaje antiheroína del cómic que es en la actualidad, y también de la amante obsesiva del Joker que fue en su origen. Justo cuando fue incluida como parte de las películas animadas del Universo DC como un secundario extravagante pero sin mayor peso en la trama.
Entre ambas cosas, la figura ambivalente de Harley Quinn tendría que atravesar la prueba de fuego de sostener una línea argumental por sí sola. Además, la combinación exigía una interpretación a mitad de camino de un marcado rasgo caótico y algo mucho más complejo relacionado con un tipo de violencia latente. Margot Robbie asumió el reto y no solo se convirtió en el centro de un argumento deslucido y desordenado, sino que además demostró que Harley Quinn tenía la suficiente potencia para sostener una historia sobre sus en apariencia frágiles hombros.
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A pesar del desastroso guion del film y de las críticas de todo tipo que recibió, la actuación de Margot Robbie resultó sorprendente, vital y una reinvención plena de una extraña forma de poder femenino en medio de un argumento mediocre y poco consistente.
Aves de presa se concibió desde su origen como el intento de llevar al personaje — bajo el impulso de Robbie como principal elemento de interés — a una nueva dimensión y sobre todo, brindarle el protagonismo que en Suicide Squad necesitó pero jamás obtuvo. El proyecto atravesó diversos problemas para llegar a cristalizarse —sobre todo la desconfianza d los ejecutivos de Warner Bros sobre su capacidad para convertirse en un producto exitoso— y al final, solo el empeño y el considerable peso de Margot Robbie como figura en alza, logró que se llevara a cabo.
No obstante, la desconfianza sobre su calidad siguió presionando como un lastre y quizás fue ese elemento lo que terminó por condenar la película a un fracaso temprano, incluso antes de su llegada a la pantalla grande.
Estrenada el fin de semana pasado, la película obtuvo una buena recepción de la crítica pero mediocres cifras de taquilla. De hecho, se le considera el peor estreno de la factoría DC después de haber recaudado cerca de 80 millones de dólares, cuando algunos cálculos apostaban a que podría alcanzar la mítica barrera de los 100 millones durante un fin de semana sin competencia directa. Y sobre todo con una actriz nominada al Oscar de la Academia 2020 en el elenco. Pero el film tuvo un pobre desempeño el viernes con 34 millones de dólares en el mercado local, mientras que su recaudación internacional se mantuvo por debajo de las estimaciones más pesimistas. ¿Cómo ocurrió semejante debacle?
La combinación de factores que convirtieron a Aves de presa en el primer fracaso taquillero del año, que podría resumirse en un par de palabras: marketing y comercialización. La absoluta falta de confianza del estudio en un producto experimental y, sin duda, arriesgado, provocó que la película fuera incapaz de sostenerse por sus propios medios, además de lidiar con un mercado hostil en el que se le considera un producto especialmente problemático.
Aún en medio de un cambio de narrativa sin un objetivo claro, DC parece seguir sin encontrar una fórmula concreta que unifique sus esfuerzos para crear y sostener un concepto cinematográfico único. Y Aves de presa parece ser la primera víctima de semejante improvisación.
Un vuelo con alas rotas
A primera vista, Aves de presa tenía todo a su favor para triunfar: con su equipo de superhéroes femeninos, estética audaz, un actor como Ewan McGregor como el villano titular y, además, un guion ágil que celebraba de manera burlona el empoderamiento, el film resumía lo mejor de la nueva perspectiva del cine del Universo DC.
De alguna forma, completaba el camino que Aquaman, Shazam! e incluso Joker, todas convertidas en una serie de éxitos de taquilla con directores que enfocaron de manera diametralmente distinta al amplio mundo de la editorial. Aves de presa venía a simbolizar el primer esfuerzo real de Warner por seguir la misma línea de universos independientes y crear algo más elaborado y adulto, en una clara intención de alejarse de la propuesta Marvel y las características predominantes de sus películas.
Pero Aves de presa era un producto complicado de origen y eso afectó directamente su comercialización y la forma en que la película se promocionó, lo que podría explicar el escaso interés de la audiencia por el regreso de la Harley Quinn de Robbie a la pantalla, a pesar de su éxito y ser la favorita de todos incluso después de casi de tres años de su llegada a la pantalla grande. En realidad, todo el marketing del film se centró en el personaje de la actriz y dejó entrever que se trataba de algún tipo de spin off directamente relacionado con el fracaso. Lo que no solo perjudicó la percepción sobre el producto final, sino también a la manera en que se analizó el guion y su posible resultado.
En realidad, para Warner Bros el real interés parecía ser el destacar el hecho que Margot Robbie — convertida en figura taquillera por derecho propio y una de las actrices promesas de su generación — había regresado para sostener de nuevo el martillo de Harley entre las manos.
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No obstante, Aves de presa es una película enfocada en un equipo de antiheroínas desconocidas para buena parte del público y que de hecho, en los trailers y demás promociones fueron minimizadas en favor de la figura radiante y popular de Quinn. De modo que la Cazadora, Black Canary y Rene Montoya (todas figuras de considerable relevancia en el mundo del cómic) pasaron desapercibidas en medio de la publicidad del film. Convertidas en el mejor de los casos en una especie de grupo de aliadas invisibles para el personaje de Robbie.
Con el fracaso a cuestas y una promoción que no fue capaz de desvincular Aves de presa de Suicide Squad, las buenas críticas y el reconocimiento de Rotten Tomatoes para la película no fueron suficientes para atraer al público. Como si eso no bastase, el estudio tampoco parecía confiar en el producto, tanto como para permitir levantar el embargo crítico con la suficiente antelación como para que las diferentes reseñas en periódicos y web especializadas pudieran dejar claro al mundo de Aves de presa tenía poca o ninguna relación con el desastre argumental de la anterior entrega. Para cuando finalmente los ejecutivos de Warner permitieron proyecciones tempranas — apenas tres días antes del lanzamiento — las buenas opiniones no fueron suficientes para contrarrestar la publicidad negativa que la película enfrentaba de origen.
Por supuesto, a eso hay que añadir la clasificación R, que pudo reducir su público natural y su lanzamiento en un mes especialmente flojo para la taquilla, después de la temporada de premios y en medio del regreso a la pantalla de las triunfadoras en diferentes escenarios internacionales. Por si todo lo anterior no fuera suficiente, habría que añadir una variable casi extravagante que afectó directamente la taquilla internacional de Aves de presa: la mayoría de los cines en China se encuentran cerrados debido al coronavirus, lo que podría incidir en el hecho que un mercado de considerable importancia en la actualidad quedara fuera de la formula de taquilla en esta ocasión.
¿Podrá Aves de presa al menos cubrir la inversión de producción? Se espera que el de boca en boca y las críticas favorables, además de no tener demasiada competencia en el resto del mes, le permita remontar con lentitud.
No obstante, no hay demasiadas esperanzas al respecto. Ya hay un debate incómodo sobre su pertinencia e incluso, indirecto mensaje político feminista en redes sociales, que podría afectar — aun más — su rendimiento. De modo que quizás, la película termine su recorrido por las salas de cine convertida en una extraña confluencia de motivos que convirtieron a Aves de presa en víctimas de variables que no podía controlar y que le convirtieron en un singular ejemplo del deficiente manejo de un buen material que tenía mucho más futuro del que posiblemente tendrá.