“Me van a salir canas de lo estresada que me tienes”. Más de un adolescente ha escuchado a su madre decir esto en algún momento de su vida. No es para menos, pues la mayoría de ellas merecen el más grande de los monumentos, por todo lo que tienen que aguantar. Pero esa no es la cuestión. La duda es: ¿realmente salen canas por culpa del estrés?

Dicen que el pelo de María Antonieta se volvió completamente blanco durante la noche previa a su ejecución. Sin duda, ver cómo se acercaba el momento de la guillotina debió ser una situación extremadamente estresante. No obstante, esto está más considerado una leyenda que una realidad. Pero, sí, es verdad que el estrés propicia la aparición de canas, aunque hasta ahora no se sabía por qué. Lo ha descubierto recientemente un equipo de científicos de la Universidad de Harvard, cuyos resultados se han publicado hoy en Nature, y lo mejor es que no solo han despejado una incógnita muy común, sino que también han dado información esencial para el estudio del envejecimiento celular.

Lucha, huye o encanece

Para la realización de este estudio fue necesaria la participación de un equipo multidisciplinar de científicos, de modo que cada uno apuntara a un sistema diferente del organismo implicado de un modo u otro en el estrés.

Inicialmente se estudió la posibilidad de que este fenómeno estuviese mediado por el sistema inmunitario. Se sabe que este sufre notables desequilibrios bajo situaciones de estrés, por lo que podría ser que, de algún modo, atacara a las células productoras de pigmento. Sin embargo, cuando recurrieron a ratones sin células inmunitarias, comprobaron que al estresarlos seguían apareciendo canas en su pelo.

El siguiente candidato fue el cortisol. Esta es una hormona generada por la glándula suprarrenal, que se genera en una gran concentración en situaciones estresantes y, de hecho, es la culpable de muchos de los efectos perjudiciales que estas generan en el organismo. Sin embargo, los roedores sin esta glándula también encanecían al estresarse.

Ni por estrés ni por disgustos: las leyendas urbanas que aún circulan sobre las canas

Así, siguieron eliminando posibilidades hasta llegar al sistema nervioso simpático; que, junto al parasimpático, está implicado en las reacciones de “huida o lucha” características del estrés. Entre estas reacciones se encuentran síntomas como la sudoración, el aumento del ritmo cardíaco o la dilatación de las pupilas. Evolutivamente, estos y otros fenómenos facilitarían que podamos huir o luchar ante la presencia de una amenaza. No obstante, también pueden generarse de un modo descontrolado, dando lugar a lo que conocemos como ansiedad.

Ahora bien, ¿qué podría tener esto que ver con las canas? Al comprobarlo, descubrieron que los nervios simpáticos se ramifican en los folículos pilosos de la piel y, ante una situación de estrés, liberan norepinefrina, que es absorbida por las células madre regeneradoras de pigmentos. La función de estas es transformarse en nuevas células productoras de pigmento cuando el pelo se regenera. Podría pensarse que, si aparecen canas, lo que se produce es un bloqueo de estas, pero en realidad se da la situación contraria, pues aparece una sobreestimulación, por la cual aumentan sus tasas de producción de pigmento. El resultado es un agotamiento rápido de las reservas del mismo y, con él, la aparición de las temidas canas.

La ansiedad tiene truco: unos científicos descubren cómo luchar con ella

Estos resultados llamaron la atención de los autores del estudio; pues, al contrario que otros síntomas de lucha o huida, este no tendría ningún efecto positivo de cara a la defensa frente a una amenaza.

Pero sus conclusiones no solo son curiosas. También aportan información muy interesante sobre el papel del sistema nervioso simpático y las células madre en el envejecimiento. Lo ha explicado el autor principal, Ya-Chieh Hsu, en un comunicado: "Comprender cómo cambian nuestros tejidos bajo estrés es el primer paso crítico hacia un tratamiento eventual que pueda detener o revertir el impacto perjudicial del estrés. Todavía tenemos mucho que aprender en esta área".

Seguiremos teniendo que recurrir al tinte o, ¿por qué no?, lucir las canas con orgullo. Pero ahora al menos sabemos por qué aparecen cuando nos estresamos. Es un consuelo.

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