El pasado 22 de noviembre llegó a los cines la esperada segunda entrega de Frozen: el reino de hielo. En esta ocasión, Elsa y Anna emprenden una aventura juntas hacia lo desconocido; su relación de hermanas más fortalecida que nunca. Nuevas canciones, nuevos personajes y la misma motivación que en la cinta original: los miedos de la reina de Arendelle y la insistencia de su hermana pequeña por protegerla y apoyarla en todo momento.

No obstante, nos cuentan un relato que destila madurez y crecimiento personal. Se trata de una aventura con tintes más oscuros de los que Disney nos tiene acostumbrados y eso, *para muchos espectadores, ha sido la clave para considerar que Frozen 2 es superior a la primera parte. Sin embargo, hay que analizar las demás diferencias entre ambas para poder llegar a una conclusión más precisa. Si no has visto Frozen 2 es hora de salir de este artículo, porque comentaremos la película con spoilers.

Crítica de ‘Frozen 2’: madurez y oscuridad en una secuela mejor que la original

¿Qué tiene de nuevo Frozen 2*?

Han pasado tres años desde la coronación de Elsa como reina de Arendelle, y los cambios en cada personaje son más que notables. Anna y Kristoff han afianzado su relación hasta convertirse en una de las parejas más adorables de Disney. Su confianza mutua y el cariño con que se tratan han dejado al público extasiados. Anna demuestra una madurez que solo podíamos atisbar en la cinta de 2013. Los años la han convertido en una joven fuerte y tenaz, valiente y obstinada. Poco queda de su espontaneidad infantil, aunque sigue siendo la misma muchacha vivaz que conocíamos.

Su arco de personaje llega al culmen con una canción propia, Hacer las cosas bien o The next right thing, en inglés, que tiene una de las letras más emotivas de la película. Es en ese momento —cuando cree que Elsa ha muerto y Olaf desaparece en sus brazos— cuando vemos su verdadera naturaleza; la de una princesa que se sobrepone a la adversidad y toma las riendas de la situación para hacer lo correcto. Si Elsa representa la aceptación personal, Anna es el mejor reflejo del paso a la edad adulta.

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Si hay un tema que sobresale en Frozen 2 es precisamente ese cambio hacia lo adulto, y es lógico. Frozen se estrenó en 2013, y su público objetivo eran niños de seis o siete años; ahora, seis años después, esos niños están entrando en la adolescencia. La maduración que muestran los personajes en la cinta, sus miedos e inseguridades hacia el cambio, son los mismos que pueden estar experimentando estos jóvenes que irán a ver la continuación de una de las historias más icónicas de su infancia.

Y por extraño que parezca, es Olaf, el muñeco de nieve animado, quien pone voz a esta etapa de transición. El alivio cómico de la primera película se ha convertido en un personaje ligeramente menos infantil, que empieza a sentir inquietud por cuestiones filosóficas y por el paso del tiempo. Su canción, Cuando madure (When I am older), no podría expresar mejor este momento de transformación: “Cuando sea mayor podré saberlo, comprender lo que hoy no sé explicar”, canta Olaf, y los preadolescentes de la sala asentirán con la cabeza.

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En realidad, toda la película gira en torno a esta idea de maduración y cambio. Cuando Anna y Elsa pensaban que su vida se había estabilizado, aparece una voz misteriosa que altera sus vidas y las inicia en una aventura hacia el bosque encantado. Cuando regresen a Arendelle nada será como antes, pero eso no significa que sea peor. Normalizan el cambio y le dan un visión positiva. En otra de las canciones de la película también podemos ver reflejada esta idea.

“Lo que no cambiará es lo bueno que veo en ti, lo que se mantendrá es lo bien que estamos así”, rezan algunos versos de Lo que no cambiará (Some things never change). Y le sigue Kristoff: “Lo que no cambiará es que estoy loco por su amor”. Aunque haya llegado el otoño, y con él las dudas sobre el futuro, estos personajes tienen algo muy claro, y es que sus sentimientos no los alterará el paso del tiempo. Un mensaje perfecto para lanzar a un grupo de edad en el que todo parece incierto.

De ‘Suéltalo’ a ‘Muéstrate’ hay un largo camino de aceptación

Frozen 2
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**Frozen 2 ha conseguido dar más protagonismo a personajes que quedaban en la sombra en la primera entrega. Conocemos mejor a Anna, liberada por fin del miedo a perder a su hermana, y a Kristoff, que se ha coronado como el novio del año. Incluso el reno Sven tiene sus momentos de gloria, igual que Olaf, con su canción propia y sus dudas sobre hacerse mayor.

Pero todo esto no minusvalora la presencia de Elsa. Podríamos pensar que su arco de personaje estaba completo en el momento en que acepta sus poderes mágicos y aprende a controlarlos, en lugar de temerlos. Desde que canta Suéltalo hasta que salva a su hermana y descongela el reino la vemos crecer en confianza**. Sin embargo, aún no ha encontrado su sitio, sigue sintiéndose diferente a los demás.

De damiselas en apuros a heroínas: la evolución de las Princesas Disney

En Frozen 2 exploramos el origen de sus habilidades mágicas y observamos el potencial de toda su energía. Con la canción principal de la película, *Mucho más allá (Into the unknown*), nos señalan su inquietud por conocer su pasado. Elsa siente el impulso de embarcarse en una nueva aventura, aunque al principio le dé miedo: “Tengo miedo de seguirte y arriesgarme a ir (...) algo hay en mi interior que quiere ir mucho más allá”.

El culmen de su viaje llega cuando se enfrenta a la verdad de su pasado y del de su pueblo, al emplear todos sus poderes para llegar al místico río de la memoria del que su madre le habló cuando era niña. Allí canta su segunda canción, que algunos no han tardado en tildarla de nuevo himno LGTBI+. Lo cierto es que *Muéstrate (Show yourself*) tiene muchas lecturas y, aunque no es suficiente para cubrir las expectativas de las generaciones queer que pedían representación en esta película, es lógico que haya una buena parte del público que se vea reflejada en la letra.

¿Por qué Elsa, de ‘Frozen’, se considera un icono lésbico?

Se trata de una canción que llama al autodescubrimiento y la búsqueda de una aceptación social que hasta entonces no se ha conseguido. Elsa busca su sitio en la vida, su propósito. No lo encontró como reina de Arendelle, ni como ermitaña de un palacio de hielo en medio de la nada. Su lugar, comprende, está en el bosque encantado, junto al resto de criaturas mágicas. Y su función en el mundo es la de conectar ambas realidades: Arendelle, y la vida humana, y los pueblos encantados de la naturaleza.

Humor para niños y adultos

**Si en algo resplandece Frozen 2 es en su manejo del humor. Teniendo a una Anna más madura, las escenas en las que se llena la cara de chocolate quedan descartadas, e incluso Olaf rebaja un poco el nivel con respecto a la primera parte. Aún así, sigue siendo el principal alivio cómico de la cinta. Sus ocurrencias nos sueltan la risa fácil y algunas secuencias, como su resumen teatral de la primera película, son verdaderamente graciosas*; una estrategia que repite en la escena postcréditos.

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En esta ocasión, el humor de Olaf se ve reforzado por otros personajes: desde un lagarto que representa al espíritu del fuego y hará las delicias del merchandising* de la película, hasta las intervenciones de Sven como consejero amoroso, pasando por el propio Kristoff, que intenta pedirle matrimonio a Anna.

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La accidentada pedida de mano se alarga durante todo el filme y, aunque llena de clichés, es uno de los tópicos más adorables que vemos en él. La inseguridad del chico da lugar, además, a su propia canción, *Perdido en el bosque (Lost in the woods*). Se trata de una canción de amor verdadero en el que nos demuestra dos cosas: que los personajes masculinos también pueden tener sentimientos, y que parodiar baladas ochenteras en una película de Disney es posible —y deseable—.

Incluso Elsa tiene sus momentos de brillantez, cuando *tiene que enfrentarse a la imagen de su yo pasado que se contonea al ritmo de Let it go***. Si la reina del hielo viviera en nuestro mundo, seguramente hubiera tenido la misma reacción avergonzada al descargar su antiguo perfil de tuenti y recordar sus tiempos de adolescencia e inmadurez.

¿Es mejor Frozen 2 que la original?

Frozen 2 ha sabido crecer con su público y ofrecer un producto más maduro y profundo. El descubrimiento personal, la transformación y la pérdida son temas recurrentes a lo largo de toda la cinta. No pierde el enfoque infantil, pero da más agencia al espectador, confía más en que no necesita una aventura inocente para disfrutar de la película y sabe que puede tocar temas más importantes, como diría Olaf.

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Por otro lado, el mensaje es básicamente el mismo: nos habla de amor y de lazos fraternales; de esa unión que vuelve a ser la clave para salvar el día en la segunda entrega. Aunque, eso sí, Anna tiene mucha más autonomía en esta ocasión. Un cambio que es de agradecer.

No podemos ignorar el hecho de que Disney se haya acobardado —para sorpresa de nadie— y no haya hecho referencia a la sexualidad de Elsa. Su evolución como personaje no tiene ningún fallo, cierra perfectamente las dudas que le quedaban después de Frozen y gana la confianza que necesitaba para cederle la corona a su hermana y vivir la vida que quería vivir. Sin embargo, la compañía ha perdido la oportunidad de posicionarse a favor de la visibilización LGTBI+. Sin hacer ningún cambio en la trama, ni introducir un interés romántico, Elsa podría haberse convertido en la primera protagonista lesbiana de Disney, pero lo han evitado.

Disney muestra el tercer trailer de ‘Frozen 2’

En comparación con la primera parte, Frozen 2 tiene una trama más complicada, aunque no termina de explicar el origen de Elsa —sabemos que es un espíritu de la naturaleza, pero no tenemos más información sobre esta magia—. La historia da un viraje hacia el drama y pierde toda la inocencia de la primera entrega. *Allí donde Frozen: El reino de hielo* era novedosa y sorprendente, Frozen 2 es oscura e intimista**. Un cambio que nos deja muchos buenos momentos, pero que no tienen por qué agradar a todos los espectadores.

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