Frozen 2 se estrena el próximo 22 de noviembre y es una de las películas más esperadas del año. La primera parte, basada de forma libre en el cuento La reina de las nieves de Hans Christian Andersen, había dejado las expectativas muy altas, por lo que Disney tenía muy difícil superarse a sí misma creando una nueva historia que encajara con lo que ya se había contado antes. Sin embargo, con esta secuela más madura y oscura, sin dejar de tener ese punto infantil, lo han conseguido.
Anna y Elsa nos dieron en Frozen la mejor historia de amor verdadero que podía crear Disney: dos hermanas que se adoran, a pesar de ser muy diferentes y de llevar un tiempo alejadas la una de la otra. En su nuevas aventuras tendrán que enfrentarse a la propia naturaleza para salvar Arendelle de la destrucción. Una llamada que tan solo escucha Elsa hará que las dos, acompañadas de Kristoff, Sven y Olaf, pongan rumbo a un bosque encantado del que su padre les habló. Ambas se sumergen en una búsqueda del pasado para entender por qué son tan distintas y de dónde vienen los poderes de Elsa. ¿Serán capaces de conseguir salvar el reino? ¿Se perderán a sí mismas para salvar Arendelle? Está claro que después de adentrarse en el bosque ninguno de ellos volverá a ser el mismo, como Olaf dice durante la película: "Los bosques son lugares de transformación".
‘Frozen 2’: «A veces todo lo que tienes es a ti mismo»
Elsa tendrá que enfrentarse a sus inseguridades para conseguir respuestas a por qué es diferente a su hermana y por qué tiene poderes, será una búsqueda por la verdad difícil y, como ya señaló el productor de la película, Peter Del Vecho, en su visita a Madrid en septiembre, "a veces todo lo que tienes es a ti mismo". Por su parte, Anna seguirá luchando por mantener a su hermana mayor a salvo y le recordará, una y otra vez, que no se va a separar de ella, que no está sola y que podrán solucionar la situación. Aunque Anna sigue admirando y confiando en Elsa por encima de todo, se nota que su personaje ha madurado porque ya no es tan ingenua e impulsiva como en la película anterior.
Por su parte, Olaf atraviesa una crisis existencial. Está en esa etapa preadolescente en la que ya no es un niño, pero empieza a plantearse preguntas más complejas, tiene ganas de crecer, pero a la vez tiene mucho miedo de los cambios, como demuestra en su canción. Sigue siendo uno de los personajes más divertidos de la película, ya que es el que descarga los momentos de tensión ("¿Samantha?") y es la representación del público objetivo de la película: niños que tenían entre 6 y 10 años cuando se estrenó Frozen y que, ahora, seis años después, ya son más mayores y se encuentran al borde (o atravesando de lleno) la adolescencia. Aún con ese toque de madurez, sigue siendo una película dirigida a un público infantil.
Disney ha querido volver a jugar con los papeles clásicos asignados a los enamorados, en este caso Anna y Kristoff, para darnos un nuevo modelo de masculinidad muy diferente a los presentados en otras películas más clásicas como Cenicienta, Blancanieves o La sirenita que, en estos tiempo modernos, ya era más que necesario. Aunque en la primera película jugaron con el beso de amor verdadero, en esta ocasión lo hacen con la forma en la que Kristoff asimila las situaciones que pasan en la relación (y mete mucho la pata de forma bastante graciosa, en su línea).
Además, Kristoff tiene una de las canciones más divertidas de la película, con aires de balada rock ochentera y escenas muy graciosas. Por otra parte, en cuanto al resto de canciones, Más allá (Into the Unknown) promete ser el nuevo Suéltalo (Let it go) de la secuela: tiene fuerza y ritmo. Anna también tiene su propia canción, más oscura, depresiva, que otras anteriores, pero muy acorde con la situación y su personalidad. La música de este film es sorprendente, uno puede pensar que no se podría superar a Frozen a nivel musical, pero lo han conseguido.
Todo esto viene aderezado con una gran cantidad de magia. Uno ya se espera que Frozen 2 sea así por los poderes de Elsa, pero se unen también los espíritus del bosque encantado. De hecho, parte del equipo realizó un viaje por varios países nórdicos para sacar ideas para esta historia y todo esto se puede ver tanto en la mitología como en los preciosos paisajes que muestran desde una aurora boreal hasta los fiordos. La magia no solo está en Elsa sino también en todo lo que la rodea.
La película dura 1 hora y 43 minutos, aunque no se hace lenta, sí que hay un momento en el que se hace un poco pesada hacia el final de la película. No obstante, tarda solo unos minutos en volver a recuperar el ritmo y presentarnos el desenlace de esta historia.
Esta secuela, gracias a los ladrillos (y todos los clichés rotos) que Disney puso en Frozen, es el culmen de ese amor hermanal y del significado de qué es la familia. La película también habla de crecer, de los cambios, de la pérdida, de encontrarse a sí mismo, del miedo y, además, vuelve a jugar, con acierto, con los papeles clásicos de los enamorados. De esta forma, Disney vuelve a romper el tópico del amor romántico al que nos tiene acostumbrados, todo esto sin necesitar de un triángulo amoroso.
En definitiva, Frozen 2 tiene todo lo que hizo triunfar a su predecesora, pero lo lleva aún más allá: más magia, más música, más aventura y más amor entre hermanas.