A veces, el futuro de las nuevas tecnologías pasa por reducir el uso de tecnologías. Es una afirmación aparentemente inverosímil, pero es precisamente la premisa básica del nuevo invento de un equipo de científicos de la Universidad de Wisconsin-Madison, que en unos años podría revolucionar la visión artificial.

Se trata de un mecanismo que permite distinguir entre varias imágenes sencillas, sin necesidad de baterías ni circuitos internos y todo en una plataforma tan básica como un fragmento de vidrio.

De números a caras

Para la realización de este nuevo dispositivo, presentado hoy en la revista Photonics Research, reprodujeron mecanismos de inteligencia artificial, con la ayuda de técnicas basadas en la luz. El objetivo era “entrenar” el vidrio para discernir entre una serie de imágenes concretas, sin tener que usar sensores ni redes neurales, como viene siendo habitual.

Empezaron por preparar su invento para reconocer número manuscritos, interpretando la luz procedente de los mismos. Para ello, se colocaron en la parte interna del vidrio burbujas de aire de diferentes tamaños y formas, así como piezas de materiales capaces de absorber la luz, como el grafeno. De este modo, la luz procedente de la imagen del número llegaría hasta el vidrio, donde sería distorsionada por las burbujas y finalmente se enfocaría en uno de los nueve puntos dispuestos al otro lado del cristal, que se corresponderían con cada uno de los nueve dígitos, del 1 al 9. La distorsión generada al llegar al dispositivo sería diferente, según cuál fuera la cifra de la que procedía, de ahí que pueda reconocerse de cuál se trata.

En este caso el entrenamiento, que normalmente se logra con ayuda de las redes neurales, se llevaría a cabo cambiando la disposición de las burbujas hasta obtener los resultados deseados. En definitiva, se “entrena” un material analógico, sin necesidad de códigos digitales. Las pruebas definitivas fueron muy positivas, pues se llegó incluso a discernir cuando un 3 manuscrito se modificaba para convertirse en un 8.

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Los autores del estudio aseguran en un comunicado de prensa que, si bien el proceso de capacitación puede ser muy extenso y computacionalmente complicado, el vidrio es barato y fácil de fabricar, por lo que a la larga podría ser un invento muy rentable.

Su próximo objetivo será comprobar si puede realizar tareas más complejas, como reconocer caras de diferentes personas. De ser así, podríamos estar ante una herramienta clave en el futuro de la visión artificial. ¿Cuánto se podría conseguir con unas gafas elaboradas a base de este vidrio? Sus aplicaciones se antojan inconmensurables, y todo sin necesidad de cargar baterías. Lamentablemente, y a pesar del éxito de las primeras pruebas, este material está todavía en pañales y le queda mucho camino por recorrer para convertirse en ese invento propio de Black Mirror en el que resulta inevitable pensar.

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