Una chica conduce a un chico por un matadero. Al fondo, entre reses sacrificadas, hay una puerta que da acceso a lo que parece una discoteca. Música techno, gente con ropa de cuero, sudor. El chico pronto empieza a darse cuenta de que aquello no está del todo bien... y lo confirma cuando comienza a caer sangre del techo. Había entrado en una Blood Rave. Pronto, descubre que ha sido llevado a una trampa para ser el deleite de los vampiros, hasta que al otro lado de la sala aparece un tipo con cara de no querer hacer amigos, y alguien grita: “Es el Daywalker”.

Así de impactante era el comienzo de Blade (1998) la primera y hoy referenciada película del caza-vampiros de Marvel que, cuando se estrenó, a casi nadie importó si ese tipo tan molón que iba por ahí repartiendo estopa a los hijos de Drácula había surgido de un personaje de cómic o no.

Veinte años después, hoy todo el mundo está pendiente de qué próximo personaje de sus cómics va a adaptar Marvel para sus películas. Y Blade está de regreso. La Comic Con de San Diego fue el lugar elegido por Kevin Feige para anunciar su Fase 4, pero no solo eso. Al final del evento, el jefe de Marvel Studios, lanzó una retahíla de títulos en los que la Casa de las Ideas estaba trabajando para más allá de 2021. Entre ellos, además de las esperadas secuelas de Black Panther y Capitana Marvel, se citó el esperado regreso a casa de Los 4 Fantásticos y los X-Men; pero lo mejor estaba por llegar.

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Cuando parecía que todo había acabado, el ganador de dos Oscar Mahershala Ali irrumpió en el escenario para confirmar que él sería el próximo Blade, el caza-vampiros que interpretó hasta el punto de hacer suyo Wesley Snipes en las películas originales a caballo del cambio de milenio.

Wesley Snipes responde al ‘reboot’ de Blade hecho por Marvel

Blade fue en ese momento un paso más de Marvel en su carrera por vender derechos para conseguir liquidez. Sin embargo, la trilogía escrita por David S. Goyer (también al libreto del Batman de Nolan o de El Hombre de Acero) fue un éxito que hoy se ve como el gran preludio al auge del cine de superhéroes que estamos viviendo, precisamente sin que Blade fuera conocido por la mayoría de la audiencia como un personaje salido de los cómics. La historia del caza-vampiros da para mucho, y más aún para explicar cómo Marvel pasó casi de estar en bancarrota a ser lo que es hoy bajo el paraguas de Disney.

Blade en los cómics: poca importancia hasta las películas

¿Pero qué peso ha tenido Blade en los cómics? Pues más bien escaso. Blade fue hasta el estreno de la película en 1999 un personaje secundario sino terciario dentro de la familia Marvel. Creado por el escritor Marv Wolfman y el dibujante Gene Colan, tuvo su primera aparición en el número 10 del cómic La tumba de Drácula de 1973.

Blade primer aparición en The Tomb of Dracula #10, 1973.

En esta historieta, basada en la aventura y el terror, como entonces aún solía hacer la editorial además de los superhéroes, Blade aparecía como una especie de detective con capacidades para combatir a los vampiros gracias a su inmunidad. Colorido y con un amplio afro, no queda duda de que tiene poco que ver con el que vimos décadas más tarde en las pantallas.

Blade fue un personaje secundario durante los 70, que tuvo una pequeña historieta en solitario dentro de estas colecciones de terror juvenil (Vampire Tales, 1974) y que también se dejó ver enfrentándose a Morbius, el vampiro sintético y antihéroe ligado a Spider-man. Desde entonces, apariciones como secundario y dentro de equipos, hasta que en los 90 tuvo un periodo algo más destacable como miembro de los Nightstalkers, donde junto con otros dos personajes se dedicaba a investigar lo paranormal en conexión con Doctor Strange, quien también podría ser su vínculo de entrada al UCM -habrá que ver cómo nos explican ahora que además de extraterrestres o un país escondido en África supertecnológico, también hay vampiros-.

Sin embargo, el cambio de milenio trajo consigo una refundación de Blade. Marvel adaptó completamente el personaje al estilo que la película dio a Wesley Snipes, volviéndolo mucho más oscuro, estoico y descartando un carácter de fanfarrón y parlanchín que había tenido hasta entonces. La interpretación de Snipes y su simbiosis con el personaje tuvo tal calado que cambió los cómics preexistentes, y hasta Ryan Reynolds, quien participó en Blade Trinity, afirmó con los años que nunca llegó a “conocer a Wesley Snipes, solo conoció a Blade”.

La insólita historia de las películas de Marvel antes de su Universo Cinematográfico

Eso sí, las diferencias hasta entonces entre ambas plataformas eran varias. En el origen del cómic se nos cuenta que Blade es el apodo de Eric Brooks, quien había nacido en Londres en 1929 hijo de una madre prostituta que fue atacada y mordida por un vampiro antes de dar a luz. Las enzimas de la sangre vampírica trasladaron al niño las cualidades positivas de los vampiros, como una mayor longevidad, fuerza y agilidad, pero sobre todo lo hicieron inmune a su mordedura. Es lo que en la cultura balcánica se conoce como un dhampiro, un híbrido que puede soportar la luz del sol y que es especialmente válido para cazar a los que persiguen sangre humana. En las cintas, Blade sin embargo sí que tenía la necesidad de beber sangre de vez en cuando para no perder su poder regenerador.

De la bancarrota al primer éxito en el cine

La historia sobre cómo un personaje secundario como Blade pudo llegar a la pantalla tiene su perspectiva en la situación de Marvel y del cine de superhéroes en general a mediados de los 90. DC con Warner había dominado la década con sus cintas de Batman, mientras que Marvel solo había conseguido sacar al mercado algunas cintas directas a vídeo y su primera incursión con un personaje en el cine como tal, había sido un rotundo fracaso.

Hablamos de Howard the Duck (1986), personaje hoy parodiado en Guardianes de la Galaxia del que se encaprichó George Lucas para hacer una película en acción real que acabó siendo un absoluto fracaso, pero también haciendo historia al ser el primero de La Casa de las Ideas en la gran pantalla.

Tras esto, los 90 fueron una época muy dura para Marvel. Acuciado por las malas decisiones empresariales, la huida de sus mejores creativos para lanzar sus propios estudios, y la explosión de la llamada burbuja del cómic, Marvel rozó la bancarrota en 1996. Para salir del embrollo, comenzó a malvender los derechos de sus personajes para el cine. De ahí saldría la marcha de los X-Men hacia FOX, de Spider-man a Sony y también de Blade a New Line Cinema.

La tortuosa historia de los derechos de Marvel hasta reunir a los Avengers y X-Men

New Line llevaba varios años preparando una película del personaje, y mantuvo conversaciones con actores como Denzel Washington antes de que Snipes atrajera todos los focos. El resto en cierto modo es historia. La primera parte de Blade, con un presupuesto de 45 millones de dólares, logró recaudar 131, y con sus secuelas un acumulado total de 415 millones, a pesar de que estas prefieran calidad.

En el momento del estreno poca gente asociaba al caza-vampiros con el cómic, como decimos, pero la fuerza de la historia y el buen trato de Goyer, Snipes y el director Stephen Norrington lograron un producto redondo. Recibió buenas críticas, recaudó millones y, aunque hoy entreguemos ese valor a Black Panther, fue el primer ídolo del cómic negro en llegar a la gran pantalla. Blade no era un superhéroe al uso ni se reconocía como tal, pero tenía una trama y una estética que después se puede referenciar en otros títulos como Matrix (1999), Resident Evil (2002) o Underworld (2003).

Blade, contigo empezó todo

Sin embargo, el éxito de Blade, aunque reconocía el valor creativo de Marvel, no lo fue tal en términos económicos. Según ScreenRat, Marvel solo se llevó 25.000 dólares de la película fruto del mal acuerdo firmado -con X-Men fue peor, tras vender los derechos por una suma no confirmada, luego no ha visto ni un dólar de las películas-. Pero confirmaba una cosa: los personajes de Marvel podían tener tirón en el cine, y vaya si lo tuvieron.

Tras Blade llegaron los X-Men, el Spider-man de Sam Raimi, el Daredevil perdido de Ben Afleck, el Hulk de Eric Bana... todo cintas que fueron haciendo que Marvel volviera a vender más cómics por simple repercusión de vuelta en los personajes, hasta que a alguien dentro de la editorial se le encendió la bombilla: Marvel se propuso hacer películas por sí mismo para así llevarse todo el beneficio.

Así, en 2005, el productor ejecutivo David Maisel entró en escena. Aunque la figura de Maisel ha acabado opacada por el que sería el cerebro narrativo y logístico del UCM, Kevin Feige, él fue quien impulsó una primera ronda de financiación para que Marvel comenzara a producir sus primeras películas, en principio con dos personajes tildados en la época como “menores”, pero que ahora son icónicos Vengadores: Iron Man y el Hulk de Edward Norton (2008).

La apuesta de Maisel logró recaudar 525 millones, la mayoría del fondo Merrill Lynch, con el apoyo adicional de Paramount y Universal a cambio de derechos de distribución. El objetivo era hacer 10 películas con un presupuesto de 165 millones para cada una. El Universo Cinematográfico de Marvel había comenzado, y ya nadie pudo pararlo. Tras el éxito de Iron Man, Disney entró rápidamente en liza y adquirió Marvel en 2009 por una suma cercana a los 4.000 millones. El resto, ahora sí, es historia.

El UCM sigue escribiendo sus nuevas películas, a las que ahora regresará un Blade interpretado por Mahershala Ali con el beneplácito de Wesley Snipes, el actor que a pesar de su edad muchos reclamaban que volviera a poner en la figura del caza-vampiros, uno de los personajes más infravalorados dentro de Marvel, pero que sin duda alguna dio el pistoletazo a la fiebre de los superhéroes en el cine.