Durante la década de 1940, las tropas nazis fueron generosamente suministradas con una metanfetamina llamada Pervitin, mientras que los soldados aliados se mantuvieron alertas con la ayuda de la anfedamina Benzedrine.

Soldados incansables

Los oficiales médicos de ambos lados distribuyeron estos estimulantes, y otros, para mantener en estado de alerta a los soldados cansados ​​por largos periodos de tiempo, y a la vez atenuar los efectos debilitantes de la neurosis de guerra y el trastorno de estrés postraumático.

Los soldados que tomaron estas drogas fueron empujados más allá de los límites de sus capacidades normales; pero los funcionarios médicos militares ignoraron en gran medida los impactos a largo plazo del uso de drogas.

Las anfetaminas (un grupo de estimulantes que incluye las metanfetaminas) afectan el sistema nervioso central e inducen una sensación de euforia, aumentan el estado de alerta y disminuyen el apetito y el sueño.

La metanfetamina alemana Pervitin se comercializó inicialmente en la década de 1930 como un estimulante recreativo. De acuerdo al reconocido historiador de la Segunda Guerra Mundial, James Holland, los científicos experimentaron con Pervitin antes de la guerra para ver cuánto tiempo podían permanecer despiertos los estudiantes y aún rendir bien en los exámenes.

Para 1940, Pervitin estaba ampliamente distribuido entre los pilotos de la fuerza aérea nazi (la Luftwaffe), y de ese modo “prepararlos” para los rigores de las misiones largas, o para evitar el insomnio y el hambre si sus aviones eran derribados.

Los registros de la Oficina de Guerra Británica estimaron que durante los tres meses de Blitz (ataque de los nazis a Gran Bretaña), de abril a junio de 1940, se enviaron alrededor de 35 millones de tabletas de Pervitin a 3 millones de soldados, marineros y pilotos alemanes.

Después de esta infusión de drogas, las tropas alemanas marcharon y lucharon durante 10 días consecutivos, atrapando y derrotando al ejército británico en Dunkirk, una victoria militar decisiva para los nazis.

Siguiendo el ejemplo

Después de que los agentes de inteligencia británicos descubrieron las tabletas de Pervitin en un avión alemán derribado, los funcionarios tramaron un plan para alimentar a los soldados aliados con una ventaja química similar.

Para ello, recurrieron a la anfedamina Benzedrine en forma de tabletas e inhalantes. En 1941, la Real Fuerza Aérea de Gran Bretaña sancionó oficialmente su uso, para ser suministrada a discreción del oficial médico adjunto al escuadrón o base aérea.

Aunque el efecto del Benzedrine no era tan peligroso como Pervitin, la droga todavía conllevaba riesgos. Si bien este fármaco reduce la necesidad de dormir, no evita la fatiga, y el cuerpo al no tener ninguna posibilidad de recuperarse llega un momento en el que simplemente colapsa.

Los ejércitos aliados adoptaron el uso de anfetaminas, no por aumentar el rendimiento en sujetos fatigados, sino más bien por sus capacidades de alterar el estado de ánimo: incrementó los niveles de confianza –y agresión– y proporcionó un impulso a la moral de los soldados.

Algunas de las consecuencias a largo plazo del uso de estas drogas incluyen pérdida extrema de peso, adicción, pérdida de memoria, comportamiento violento, paranoia y muchos otros.

Para el momento, los efectos devastadores del consumo indiscriminado de estas drogas no se “entendieron correctamente” y se brindó muy poca ayuda a las personas que se convirtieron en adictos.

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