Una guerra es algo malo en cualquier circunstancia. Pero si además coincide con una pandemia se convierte en toda una pesadilla. No porque los soldados de un bando puedan contagiar la enfermedad a los de otro, como algún experto ha alertado en redes sociales últimamente. Eso sería un problema, sí. Pero hay cosas muchísimo más graves. Como que los ciudadanos, que siempre son los más dañados por la avaricia de los gobernantes, se queden sin oxígeno. Y es que eso es lo que está pasando ahora, literalmente, con la invasión de Rusia a Ucrania.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha alertado que muchos hospitales ya se han quedado sin oxígeno para las personas ingresadas. Otros están a punto de agotar sus reservas. La situación es insostenible, a pesar de los esfuerzos de la OMS y de muchos países por intentar mandar suministros médicos.
Y es que ayer, 28 de febrero, en Ucrania había más de 1.700 personas ingresadas por COVID-19. Muchas de esas personas necesitan oxígeno. Y las que llegan incesantemente a los hospitales a causa de las heridas de la guerra también. Dos situaciones dramáticas han coincidido en el tiempo, provocando una crisis sanitaria terrible. Y lo peor es que, por desgracia, esto parece no haber hecho más que empezar.
Sin oxígeno por la invasión de Rusia a Ucrania
Hay dos motivos principales por los que las reservas de oxígeno en los hospitales ucranianos están cayendo a pasos de gigante.
La primera es la más obvia: ha aumentado muchísimo la demanda. Ya no se trata solo de los enfermos de la pandemia de coronavirus. También hay muchos heridos por la invasión de Rusia a Ucrania que necesitan oxígeno.
Por otro lado, las empresas que generan este gas de uso médico están teniendo problemas tanto para su producción como para su transporte. Especialmente están experimentando las consecuencias de la carencia de zeolita.
Este es un mineral microporoso que tiene la capacidad de retener algunas moléculas de un fluido, en base a su tamaño. Es muy útil en este tipo de industrias, porque con él se fabrican filtros para purificar el oxígeno del aire. Y es que, gracias a sus poros, el nitrógeno se queda retenido, dejando pasar solo el oxígeno puro.
La situación bélica que atraviesa Ucrania ha llevado a la escasez de este mineral en las fábricas, mermando así las reservas de oxígeno médico.
Pero las reservas de oxígeno no son el único problema que atraviesan los hospitales. Los cortes de electricidad también están poniendo en peligro a sus pacientes. Y, por si eso fuera poco, muchos tienen problemas para llegar a tiempo cuando las ambulancias que les transportan se quedan atrapadas entre el fuego cruzado y los bombardeos.
Así planea ayudar la OMS
Numerosos países están enviando ayuda humanitaria y suministros médicos, incluyendo bombonas de oxígeno para los hospitales.
La OMS se puso manos a la obra desde los primeros instantes de la invasión de Rusia a Ucrania, liberando millones de dólares para la adquisición de suministros. Ahora solo queda poder llevarlos a su destino de forma segura. De momento, se está intentando hacerlos llegar a través de la frontera con Polonia. Pero no está siendo sencillo.
Mientras tanto, el oxígeno continúa agotándose y las cifras de muertos, por unas y otras causas, siguen aumentando. Hemos visto numerosos casos en los últimos dos años que demuestran que los virus no entienden de fama ni clases sociales. Por desgracia, las guerras sí lo hacen. Y las víctimas siempre son los más débiles. No quienes las empiezan con su avaricia, sino quienes no desean nada más que vivir en paz.