El Samsung Galaxy Fold supone la consecución de un sueño que la firma surcoreana llevaba persiguiendo desde 2013. Fue entonces cuando pudimos ver públicamente sus primeras ideas de teléfonos plegables y, aunque entonces no estaba listo para ser puesto a disposición del gran público, sí lo está seis años después a través de un terminal tan caro como singular.

Hipertextual ha sido uno de los pocos medios que ha podido probarlo antes de que se ponga a la venta de forma oficial y, aunque en nuestras primeras impresiones ya comentamos qué era lo que nos parecía este terminal, resulta necesario enfatizar sobre ciertos puntos que quedan en el aire tras haber pasado un breve periodo de tiempo con el mismo. Porque el haberlo tenido en nuestras manos ha despejado muchas incógnitas, también ha dejado algunas sin resolver.

¿Hay una utilidad real en los smartphones plegables?

Por muchos fuegos de artificio que haya a su alrededor, la finalidad última de un nuevo modelo que se lleva a producción a gran escala y se comercializa para el público general ha de ser o bien la de mejorar lo ya existente o bien la de aportar utilidades diferentes que lo diferencien de los demás. Es meridiano que el Galaxy Fold cuenta con ese ingrediente distintivo dado por su panel plegable, pero no está tan claro que sea un sensible avance frente a lo disponible hasta el momento.

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Aunque tiene su gracia en un primer momento, desplegar y plegar una pantalla de manera constante a lo largo del tiempo que se tenga el dispositivo (pongamos dos años como ciclo de vida medio) puede terminar por transformar el delito inicial en un eje de frustración con el que sea complicado lidiar a diario en el conjunto de situaciones cotidianas –véase cuando uno va en metro, cuando sujeta un café con la otra mano o cuando, simplemente, no quiere realizar ese paso intermedio que supone la apertura del panel para acceder al contenido sin restricciones–; lo cual nos lleva a la siguiente cuestión.

¿Es el concepto de Samsung el más adecuado?

No existiendo hasta este 2019 ningún teléfono plegable comercial sobre el que basar el diseño de un nuevo terminal, las posibilidades creativas son infinitas a la hora de idear un modelo de este tipo. En el caso de la casa surcoreana se ha apostado por una configuración de dos pantallas, una de 7,3 pulgadas desplegada y otra de 4,6" para cuando, como en las situaciones descritas, no se quiera o pueda abrir el teléfono.

Por lo pronto, en lo que va de año ya hemos podido ver la idea en firme de Huawei con su Mate X y, en menor grado, la de Xiaomi con un modelo aún no bautizado. Estos tres teléfonos (los de las dos marcas mencionadas más el Galaxy Fold) comparten su característica plegable, pero cada uno con una interpretación diferente.

Huawei escoge un camino de una única pantalla que se dobla exteriormente, no quedando el hueco fruto de la curvatura en la zona de la bisagra que vemos en el Galaxy Fold y ofreciendo una mayor zona útil de pantalla cuando el teléfono se quiere utilizar con una mano. Lo más notable en su contra, probablemente, es que tener casi un 100 % de superficie útil por ambas caras supondrá en mayores desperfectos en el panel como consecuencia del paso del tiempo. El de Xiaomi presenta también una única pantalla, aunque esta se pliega en sus dos extremos para dar como resultado un teléfono más compacto y que, igual que en el de su rival chino, su área de superficie de pantalla recubriendo tanto la delantera como la trasera del terminal se traduce en un mayor riesgo.

Cuál de todas ellas es la más adecuada para utilizar en el contexto cotidiano es algo que solo podemos conocer haciendo uso de ellos durante un largo periodo de tiempo, cosa que aún no ha ocurrido.

¿Se puede –de verdad– fabricar un teléfono plegable?

Aunque Samsung asegura que la durabilidad del dispositivo es de unas 200.000 ejecuciones de pliegue y despliegue y que el la "arruga" que surca la mitad de la pantalla principal no irá a más con el paso del tiempo, no son pocas las cejas que se alzan cuando se contemplan estos terminales. En el caso del Galaxy Fold, incluye un complejo mecanismo en su bisagra con una cantidad de partes móviles que permiten efectuar dicho movimiento, pero que traen como contrapartida un sistema que se puede estropear en un momento dado y dejar inutilizado el smartphone.

No obstante, durante los últimos días una sombra se ha extendido sobre este dispositivo conforme las primeras unidades de análisis han llegado a distintos periodistas de medios estadounidenses. Pantallas que dejaban de funcionar espontáneamente, desperfectos en el panel, problemas con un protector plástico que corrompía el dispositivo al extraerlo... Asuntos no menores que han llevado a la firma a aplazar eventos de presentación locales alrededor del mundo y retrasar indefinidamente la llegada del Galaxy Fold a los consumidores en una acción que empaña el lanzamiento de su revolucionario smartphone.

Que existe la capacidad técnica y se tienen los recursos para crear un producto mínimamente funcional es algo que ya hemos podido comprobar, pero preocupa, en este sentido, que Samsung se esté precipitando demasiado en poner esta tecnología en el mercado con el fin único de situarse como primer fabricante en hacerlo.