Quien no haya intentado quitarse una decepción amorosa, laboral o de cualquier otra índole devorando una tarrina de helado de chocolate, que tire la primera piedra. Vivimos en una sociedad que insiste en que ciertos alimentos pueden ayudarnos a lograr la felicidad, o al menos a contrarrestar la tristeza ocasional. Sin duda, el chocolate es el caso más trillado, pero no el único. Por ejemplo, no es raro leer que el plátano puede ser tan efectivo para el tratamiento de la depresión como el prozac o que comer pavo nos ayuda a estar más felices.
¿Pero es realmente cierto que una modificación en nuestra dieta pueda ayudarnos a alcanzar un mejor estado de ánimo? Cualquier día es bueno para tratar de responder a esta pregunta, pero sobre todo hoy, ya que el 20 de marzo se celebra el Día Mundial de la Felicidad.
¿Qué nos hace felices?
Triptófano en la comida y serotonina de postre
Las dos sustancias más mencionadas al hablar de alimentos que nos ayudan a ser más felices son el triptófano y la serotonina. El primero es un aminoácido y, por lo tanto, compone uno de los “ladrillitos” que se agrupan para dar lugar a las proteínas. Pero esa no es su única función, pues es el precursor de la melatonina, la vitamina B3 y la serotonina. Esta última es un neurotransmisor involucrado en muchos procesos fisiológicos, siendo los más conocidos los que conducen a la sensación de bienestar y felicidad.
Así, si se simplifican mucho las cosas, se puede suponer que introducir en nuestra dieta opciones que contengan serotonina o triptófano nos ayudarán a sentirnos mejor, pues la primera está relacionada directamente con la felicidad, mientras que el segundo actúa como materia prima para fabricarla.
Por eso, alimentos ricos en serotonina, como los plátanos, y en triptófano, como el pavo, se encuentran en los puestos más altos de las listas de alimentos para alcanzar la felicidad. Pero, por desgracia, el tema no es tan sencillo como parece.
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Para empezar, la serotonina ingerida en la dieta no ejerce ningún efecto sobre el sistema nervioso central, ya que es incapaz de atravesar la barrera hematoencefálica. Esta es una especie de muro que impide el paso al cerebro de algunas sustancias que puedan ser nocivas para él, a la vez que facilita el de otras que sí son esenciales para su correcto funcionamiento. La serotonina no puede franquear esta barrera, por lo que solo podrá tener un efecto a nivel cerebral la que se fabrique directamente dentro, a partir del triptófano, que sí que puede atravesarla.
Lamentablemente, sigue sin ser tan sencillo, como explica el psicólogo Simon S. Young en un trabajo publicado en 2007 en Journal of Psychiatry and Neuroscience. En él, argumenta que los diferentes aminoácidos procedentes de las proteínas ingeridas en la dieta compiten por el sistema de transporte que les ayuda a cruzar la barrera, de modo que el triptófano no logra llegar al otro lado.
Esto descartaría los efectos del pavo, por ejemplo, aunque se ponen en duda otros alimentos. Concretamente, Young hace un aparte para referirse a la α-Lactalbúmina, una proteína presente en la leche, cuya cantidad de triptófano es superior a la de otras proteínas contenidas en los alimentos. Esto aportaría al triptófano una ventaja en la competición, hasta el punto de que algunos estudios apuntan a que la ingesta de esta sustancia puede ayudar a mejorar el ánimo. Sin embargo, es poco abundante en la leche, por lo que su ingesta tampoco podría considerarse adecuada para “buscar la felicidad”.
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Por otro lado, sí que es cierto que algunos estudios apuntan a que una dieta rica en triptófano puede ayudar a mejorar en cierto modo el estado de ánimo, aunque esto depende mucho del estado inicial en el que se encontrara un individuo. Alguien que de base se encuentra triste, ansioso o deprimido podrá encontrar la solución a sus problemas visitando a un psicólogo, pero no tomando un sándwich de pavo.
¿Y qué pasa con el chocolate?
El caso del chocolate es aún más complejo, pues también hay quien lo considera un sustituto del amor, ¡e incluso del sexo!
Este alimento no solo es una buena fuente de triptófano, sino que además incluye en su composición otras sustancias, como la feniletilamina, relacionada con los sentimientos amorosos. Aunque, ojo, en todo momento nos referimos al cacao negro, de alto porcentaje de pureza. El chocolate con leche es otro cantar y el blanco bastante tiene con seguir llamándose “chocolate”.
En el caso del triptófano, ocurre lo mismo que con el resto de casos mencionados, ¿pero qué pasa con la feniletilamina? ¿Es cierto que nos produce el mismo sentimiento que un roce de manos o un cruce de miradas? La realidad es que no. Es verdad que se trata de un precursor de la dopamina, que se genera en el cerebro en situaciones amorosas, pero al ser ingerido en la dieta es degradada por una enzima, llamada monoaminooxidasa, de modo que la cantidad que llega al cerebro es muy baja.
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Así que no, comer plátano con chocolate no nos hará ser más felices, aunque es una gran combinación y, sin abusar, puede ser un postre estupendo.
Dejando a un lado la alimentación, si hay algo que sí ha mostrado tener buenos efectos sobre el estado de ánimo es sin duda el ejercicio físico. Por lo tanto, quizás la solución esté simplemente en llevar una dieta equilibrada, practicar ejercicio físico, no estigmatizar las visitas al psicólogo y, sobre todo, no sentirnos culpable por tener días negros de vez en cuando. Al fin y al cabo, estos también forman parte de la vida.