La soledad es uno de los mayores temores que atormentan al ser humano. La posibilidad de vernos solos, especialmente a medida que nos hacemos mayores, es algo que en ocasiones puede llegar a obsesionarnos, sobre todo después de la pérdida de un ser muy querido. Todo esto lleva a que a veces nos sintamos invadidos por la soledad, a pesar de estar rodeados de gente.

Este es un sentimiento muy familiar para Stephanie Cacioppo, una neurocientífica estadounidense que lleva años estudiando junto a su marido los efectos que provoca la soledad en el cerebro. Lamentablemente, John Cacioppo falleció en marzo del año pasado, dejando a su esposa sola frente a la investigación e invadida por ese sentimiento que ha sido el centro de su trabajo durante tanto tiempo. Pero ella no se ha venido abajo y ha seguido con lo que podría ser el colofón de tantos años de dedicación a la ciencia: una pastilla para la soledad. El fármaco, que aún se encuentra en investigación, promete tratar los síntomas característicos de la soledad, con menos efectos secundarios que otros medicamentos destinados a tratar la depresión o la ansiedad. Ahora bien, ¿tiene sentido realmente desarrollar un fármaco para tratar la soledad? En realidad no del todo, aunque eso no quiere decir que el fármaco de los Cacioppo no pueda ser útil y necesario.

Los síntomas de la soledad

Tanto la ansiedad como el estrés son sentimientos evolutivamente necesarios, como bien ha explicado a Hipertextual el psicólogo, youtuber y divulgador de comunidad de ciencia creativa Scenio Mugu, del canal Mugu Piensa. “La ansiedad como respuesta emocional normal es fundamental para todos nosotros y para nuestra supervivencia, ya que nos anticipa los peligros y nos prepara para afrontarlos”, aclara. “Ocurre lo mismo con el estrés adaptativo. Sin él estaríamos muertos”.

Por lo tanto, al hablar de síntomas asociados a la soledad nos referimos al distrés, o estrés negativo, y la ansiedad patológica. Cuando se encuentran asociados a connotaciones negativas o interfieren en el desarrollo normal de la vida de una persona comienza a ser necesario tratarlos, del mismo modo que ocurre si esos sentimientos se manifiestan en individuos con trastornos como la depresión. En estos casos es común recetar antidepresivos, que suelen dar buenos resultados, aunque también pueden generar efectos secundarios como somnolencia, náuseas e insomnio.

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La alternativa ofrecida por los Cacciopo consiste en administrar a los pacientes pregnanolona, un precursor de la mayoría de hormonas esteroideas, que ya se ha estudiado con anterioridad para el tratamiento de síntomas asociados al estrés. En este caso John y Stephanie observaron que cuando los ratones pasan un tiempo socialmente aislados sus niveles de pregnanolona disminuyen. Además, es una reacción que también se da en humanos y que ya había sido estudiada previamente. En 2013, por ejemplo, otro equipo de científicos administró a 31 personas sanas una serie de dosis de un compuesto derivado de la pregnanolona, llamado alopregnanolona. Finalizado el ensayo, comprobaron que el tratamiento había tenido un efecto calmante sobre la ínsula y la amígdala, dos regiones cerebrales implicadas en la detección de amenazas, los recuerdos emocionales y la anticipación de reacciones desagradables. Este estudio condujo a que los Cacciopo llevasen a cabo su propio estudio con alopregnanolona, tras comprobar que se trata de un compuesto bien tolerado por los humanos, que además podría contrarrestar algunos de los efectos cerebrales que ellos mismos habían estudiado en pacientes en aislamiento social.

Investigación en marcha

Los ensayos clínicos, en los que se han administrado 400 mg de pregnanolona por vía oral a individuos sanos, pero socialmente aislados, comenzaron en mayo de 2017 y se mantendrán en marcha hasta junio de 2019. Actualmente Stephanie Cacioppo y su equipo se encuentran en la fase de análisis de los resultados. A falta de conclusiones finales, la neurocientífica ha afirmado en declaraciones a The Guardian que se siente cautelosamente optimista con que se mostrará una disminución significativa de la sensación de soledad en las personas que recibieron el tratamiento, en comparación con las que tomaron el placebo.

Sin embargo, el estudio despierta varias preguntas. ¿Es lógico considerar la soledad por separado de otras situaciones que generan síntomas similares? ¿Podría tratarse con terapia psicológica sin necesidad de fármacos? “La soledad no está tipificada en ningún manual diagnóstico como trastorno”, expone Mugu a este medio. “Somos seres sociales, y por ende, necesitamos socializarnos, pero el sentimiento de soledad (porque no estamos aislados realmente), parece más una interpretación que nosotros damos, que una realidad. Además, no todas los individuos la llevan de la misma manera, hay personas solitarias que son muy felices y prefieren seguir así, en su tranquilidad”.

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De cualquier modo, es innegable que en casos extremos puede suponer un malestar que sí puede ser tratado, igual que la depresión, aunque en primera instancia sería aconsejable recurrir a la terapia psicológica. “En estos casos la mejor opción suele ser la terapia psicológica”, apunta el divulgador de Scenio. “De este modo se consigue que la persona disponga de estrategias para afrontar mejor su vida. Además, las terapias cognitivo-conductuales son más efectivas a largo plazo que la medicación, carecen de efectos secundarios y se les ha demostrado una relación coste-beneficio superior a los fármacos.”.

Sí que sería necesario recurrir a fármacos si el paciente muestra depresión severa o propensión al suicidio, ya que sería la opción más rápida. También es la alternativa predilecta de quienes quieren una solución rápida a su problema, ya que se obtienen resultados mucho más rápido que con la terapia.

De cualquier modo, en opinión del psicólogo entrevistado por Hipertextual, habría sido interesante que el estudio de Cacioppo hubiese incluido aparte del grupo placebo y el que tomó pregnenolona uno que solo se hubiese sometido a terapia psicológica y otro que hubiese tomado el fármaco junto con la terapia. “De este modo se habría podido comparar si es más efectiva que la pregnolonona en monoterapia o saber sus resultados combinados”.

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Finalmente, cabe destacar que la opción de acudir a un psicólogo no aporta una única solución, ya que estos profesionales disponen de diferentes tipos de terapias, según los síntomas que se pretendan tratar. Esto sería interesante en el caso de la “soledad”, ya que se podrían identificar trastornos primarios y actuar en consecuencia para cada uno de ellos. “Por ejemplo, si tienen depresión debido a esa soledad se puede optar por una terapia de tercera generación, como la activación conductual. Por el contrario, si padecen más bien ansiedad, sería interesante recurrir a la terapia de aceptación y compromiso. Otro ejemplo sería si se manifiesta a través de un trastorno límite de la personalidad, en cuyo caso la terapia dialéctico-conductual sería una de las mejores alternativas”.

Todo esto no significa que la pastilla estudiada por Stephanie Cacioppo sea inútil, ni muchísimo menos. De hecho, puede ser muy interesante si funciona bien, genera pocos efectos secundarios y tiene una baja capacidad de producir tolerancia o abstinencia. Pero no debemos olvidar que existen otras muchas opciones que se pueden barajar, siempre que se disponga de tiempo para buscar la mejoría.

En definitiva, sí, la soledad puede generar malestar, incluso provocar cambios en el cerebro, como apuntaron en su día este matrimonio de neurocientíficos. Sin embargo, estas modificaciones no son diferentes a las de otros trastornos, por lo que hablar de una píldora exclusiva para ello puede ser muy beneficioso a nivel de marketing, pero no tendría mucho sentido. Lo que está claro es que en muchos casos la soledad puede ser una losa muy pesada para tratar de llevarla sin ayuda. Un profesional siempre podrá ayudarnos a sobrellevarla y decidirá si es necesario recurrir a algo más que terapia. ¿Quién sabe? Quizás en unos años la píldora de los Cacioppo sea una opción a considerar. Hasta entonces, disponemos de muchas alternativas más.