El mundo de los cómics de superhéroes, ya sean de Marvel o de cualquier otra editorial, tiene un gran número de seguidores, con perfiles muy distintos. Da igual si eres “de ciencias o de letras”, mayor o pequeño, hombre o mujer. Cualquiera puede disfrutar leyendo estas historias. Sin embargo, sí que es cierto que entre sus mayores seguidores a menudo suelen destacar las personas con carreras científicas. No hay más que pensar en la serie The Big Bang Theory , cuyos protagonistas son mucho más que un simple estereotipo, al menos en lo que a aficiones se refiere.
De hecho, tal es la afición de los científicos por los superhéroes, que muchos de ellos han dedicado verdaderos ]trabajos de investigación a analizar sus superpoderes. Siempre con la búsqueda de algún fin útil, claro. Otros no han llegado tan lejos como para publicar en una revista revisada por pares, pero sí que se han esforzado en dar a conocer sus teorías sobre sus ídolos favoritos. Algunos, sorprendentemente, concluyen que los poderes en cuestión están perfectamente respaldados por la ciencia. Otros, por el contrario, encuentran bastantes incoherencias en sus historias. De cualquier modo, todos lo hacen desde el respeto y sin olvidar que, al fin y al cabo, no son más que personajes de ficción.
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Spiderman tendría que tener pies gigantes
Una de las grandes habilidades de Spiderman es su capacidad para trepar rápidamente por las paredes verticales de los rascacielos, entre los que también se mueve con ayuda de la tela de araña súper resistente que fabrica desde la base de su mano. ¿Pero sería esto físicamente posible?
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La respuesta la dio en 2016 un equipo de zoólogos de la Universidad de Cambridge, en un estudio publicado en PNAS. Eso sí, el artículo en ningún momento nombra al superhéroe de Marvel, aunque resulta imposible no pensar en él, dadas las conclusiones a las que llegan. El objetivo de este trabajo fue estudiar la capacidad de algunos seres vivos para adherirse a las superficies y trepar por ellas. Así, podrían obtener datos para el desarrollo de adhesivos bioinspirados con múltiples aplicaciones.
Según estos investigadores, el animal más grande que puede trepar naturalmente por superficies rectas es el gecko. Otras especies mucho más pequeñas, como las arañas o la mayoría de insectos, tienen también esta capacidad. La razón es la relación entre volumen y superficie, ya que a medida que aumenta el volumen de un animal la relación que tiene con este su superficie disminuye. Es decir, un cuerpo pequeño, como el de una hormiga, es prácticamente todo superficie de contacto. Sin embargo, un hipopótamo tiene poca superficie “expuesta” en comparación con todo su volumen. Esto hace que los animales de menores dimensiones, como los ácaros, empleen 200 veces menos superficie corporal a las almohadillas adhesivas que los geckos. Ahora bien, ¿qué superficie de almohadillas debería tener un ser humano como Peter Parker para poder trepar por las paredes?
En base a este estudio, una persona tendría que tener el 40% de su cuerpo cubierto de almohadillas adhesivas; un 80% si solo se pudiesen colocar en la parte frontal. El resultado, según la conclusión a la que llegaron en su día los propios investigadores, sería que tendría que tener un pie de la talla 145.
De cualquier modo, estamos hablando de personas “normales”. La población de humanos a los que les haya picado una araña radiactiva es bastante escasa y, puestos a recibir una picadura tan dolorosa, ¿qué menos que poder desafiar a las leyes de la física?
Capitán América y la genética experimental
Otro de esos científicos que dedican parte de su trabajo a buscar la relación entre los superhéroes y la ciencia es el biólogo de la Universidad de Stanford Sebastián Alvarado. Concretamente, ha sabido encontrar la relación entre Capitán América y algunos de los últimos avances realizados en el campo de la genética.
La historia de este superhéroe comienza con Steve Rogers, un dibujante delgaducho que soñaba con ser soldado durante la Segunda Guerra Mundial, a pesar de que su físico no parecía el más idóneo para conseguirlo. Desesperado, aceptó ofrecerse voluntario para un proyecto de alto secreto en el que se probaría un suero experimental, que junto a un tipo concreto de radiaciones, los rayos Vita, debería poder transformar a cualquier hombre en “supersoldado”. ¡Y vaya si funcionó!
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Como bien señala Alvarado, a día de hoy ese suero sigue siendo fruto de la ficción. Sin embargo, sí que es cierto que la ciencia ha conseguido grandes avances al respecto. Destacan dos hechos clave. Por un lado, se han localizado cuáles son los genes implicados en factores tales como la mejora de la resistencia o el aumento de la masa muscular. Por otro, se han desarrollado técnicas que permiten activar y desactivar genes concretos, bajo determinadas circunstancias, como si de un interruptor se tratara. El truco para que todo esto tenga un mínimo de parecido con la historia del Capitán América sería introducir estos interruptores en el organismo a través de cápsulas que solo liberaran su contenido al ser irradiadas por longitudes de onda muy concretas. Sería aquí donde entrarían en juego los rayos Vita.
Lógicamente, todo esto no son más que especulaciones divertidas, con algo de fundamento científico, pero muy lejos de poder llevarse a la realidad. De hecho, las técnicas de edición genética no gozan aún de la seguridad suficiente para poder utilizarse en humanos, y mucho menos con fines como los que cita Alvarado.
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Hulk más allá de la explosión
No contento con buscar una explicación al suero del Capitán América, Sebastián Alvarado también enunció en su día una curiosa teoría para apoyar el origen de Hulk; aunque, como él mismo afirmó, en este caso había que tirar aún más de imaginación.
En este caso el protagonista de la historia es Bruce Banner, un físico que se ve atrapado en mitad de una explosión de rayos gamma de la que, increíblemente, logra salir con vida. Dado este accidente, cabe esperar que sus moléculas de ADN sufrieran múltiples roturas, que tendrían que ser reparadas por los mecanismos naturales del organismo. Sin embargo, al tener que arreglar una gran cantidad de ADN, podría ser que durante la reparación se produjeran fallos, que quedarían incorporados al material genético. Esto podría generar aleatoriamente algunos “interruptores” como los del capitán América, pero en su caso no se activarían a través de radiación, sino mediante la acción de algunas de las hormonas que se liberarían cuando Banner se enfada.
¿Por qué los hematomas cambian de color?
Todo eso está muy bien, ¿pero por qué se volvería verde? Alvarado también tiene explicación para eso; aunque, de nuevo, le echa bastante imaginación al asunto. Esta vez la culpable es la biliverdina, un compuesto resultante de la degradación de la hemoglobina y responsable del color verdoso que toman algunos moratonesun tiempo después de aparecer. Se supone en este caso que la transformación en Hulk sería muy traumática, por lo que esta sustancia podría generarse por todo su cuerpo. Sí, rápido, uniforme y sin pasar por otros colores. La explicación tiene sus lagunas, pero es digna de valorar. ¿Estarían pensando en todo esto Stan Lee y Jack Kirby cuando lo crearon? Ya nunca lo sabremos. Pero si hay algo claro es que los autores como ellos son los Julio Verne del siglo XX: visionarios cuya imaginación no solo creó grandes personajes de la nada, sino también una nueva ciencia, que con los años se ha ido puliendo, acercándose cada vez más a la ciencia real y ganándose el respeto y la admiración de investigadores y científicos de todo el mundo.