Los ojos son órganos engañosos. Gracias a ellos podemos ver todo aquello que nos rodea, facilitando la interacción con nuestro entorno. Sin embargo, a veces nos juegan malas pasadas, haciéndonos ver objetos, formas o colores que realmente no están ahí. O al menos no delante de nosotros. Este es el caso de las miodesopsias y los fosfenos.

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Las primeras, también conocidas como moscas volantes, son esa especie de hilitos plateados que se balancean frente a nosotros, cuando fijamos la vista sobre un fondo claro o muy iluminado, como una hoja en blanco o una ventana a plena luz del día. En cambio, los fosfenos son todo lo contrario, ya que se trata de puntitos de colores que normalmente pueden verse después de cerrar o frotar con fuerza los ojos.

Pero en realidad nada de eso está ahí. ¿Entonces qué es lo que pasa? La respuesta es muy diferente para cada uno de estos fenómenos.

Miodesopsias: cuando tu ojo se hace viejo

El ojo humano está formado por una serie de estructuras que funcionan a modo de lentes, de manera que la luz las va atravesando hasta formar una imagen invertida en la retina, que se sitúa en el fondo. Una vez allí, esta imagen se transforma en señales eléctricas que viajan a través del nervio óptico hasta el cerebro, donde se descodifica la información que contienen.

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Para que todo esto ocurra correctamente son necesarios otros componentes, como el humor vítreo, que es una sustancia gelatinosa, situada entre el cristalino y la retina. A medida que el ojo envejece, este fluido se va haciendo más líquido, de modo que las fibrillas que le daban la consistencia de gel se aglomeran, dando lugar a un efecto similar al de la mayonesa cuando se corta. Al paso de la luz, estos pequeños coágulos generan sombras sobre la retina, que se ven como mosquitas, bailando con el contoneo del líquido en el que nadan.

Que aparezcan con el envejecimiento del ojo no quiere decir que los niños y los adultos jóvenes no puedan verlas. De hecho, este proceso empieza aproximadamente a los cuatro años de edad; aunque, como es lógico, se hace más acentuado con el tiempo. También se intensifica en personas miopes o diabéticas, por lo que puede ocurrirles con gran frecuencia desde muy jóvenes.

De cualquier modo, se calcula que le ocurre a un 70% de la población, normalmente sin ningún tipo de trasfondo preocupante. De hecho, según un estudio publicado en 2011, se calcula que sólo se dan miodesopsias visualmente discapacitantes en 3’1 de cada 100.000 habitantes al año. En el resto de casos, el cerebro las obvia, de modo que si no pensamos en ellas ni siquiera somos conscientes de que están. Es posible que quién esté leyendo estas líneas haya comenzado a verlas por un momento, pero no hay de qué preocuparse. Su cerebro volverá a obviarlas enseguida.

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Sí que es cierto que en algunas ocasiones las miodesopsias pueden aumentar en tamaño, número o frecuencia, indicando alguna afección ocular, como desgarros en la retina o desprendimiento del humor vítreo. Por eso, en caso de que se produzcan cualquiera de esos cambios en las moscas flotantes o incluso que se queden totalmente inmóviles, se debe acudir a un oftalmólogo cuanto antes.

Fosfenos: un espectáculo de luces al abrir los ojos

Otro fenómeno tan frecuente como curioso es el de los fosfenos, que aparecen cuando cerramos los ojos, en forma de pequeñas lucecitas sobre la más profunda oscuridad. También pueden aparecer al abrir de nuevo los ojos o después de frotarlos. ¿Pero qué son exactamente?

El fenómeno fue descrito por primera vez en 1918, como una reacción que tenía lugar después de estimular eléctricamente el córtex visual. Desde entonces muchos científicos han tratado de dar una explicación más exacta al mecanismo, siendo una de las más recientes la que se publicó en 2008 en la revista Biosystems. En ella, un equipo de científicos de la Universidad de Semmelweis, en Hungría, estableció que los fosfenos se basan en la capacidad de las células del sistema visual humano para producir biofotones de luz. Estos actuarían sobre la retina de un modo similar al de la luz procedente del exterior, por lo que se generaría una imagen en forma de manchitas de colores. Curiosamente, se ha comprobado que estos fosfenos solo se dan en personas ciegas que pudieron ver en algún momento y nunca en ciegos de nacimiento, por lo que es necesario que se haya producido una exposición visual previa para que el fenómeno pueda producirse.

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Normalmente se dan sin estar asociados a ninguna patología ocular. En estos casos pueden ser más intensos con motivo de factores externos, como el consumo de alcohol o drogas, el estrés, la fiebre o algunas condiciones psicóticas. Sin embargo, como ocurre con las miodesopsias, también pueden ser síntoma de enfermedades visuales, especialmente las asociadas a la retina. Por eso, si comienzan a producirse estos destellos de una forma más intensa de lo normal es importante acudir a un profesional en busca de un diagnóstico específico.

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