Todo quirófano debe estar dotado con un ambiente que promueva la concentración y la tranquilidad de los especialistas que trabajan en él.

Para muchos, esta atmósfera de quietud se consigue gracias a la reproducción de música suave, a un volumen adecuado, aunque existen estudios contradictorios en este tema. Algunos aseguran que la música puede dificultar la comunicación entre los trabajadores. Por el contrario, otros aseguran que favorece la concentración y la relajación, aunque los cirujanos menos experimentados podrían distraerse con ella.

Lo que no suele ser demasiado frecuente es que cuando suena música en un quirófano el intérprete de la melodía sea precisamente el paciente que está siendo operado de un tumor cerebral. Sin embargo, que no sea frecuente no quiere decir que no ocurra.

El caso más reciente ha sido el de un pianista, intervenido en el Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña, pero no es el primero, ni en el mundo ni en España.

Música para saber dónde operar

Esta última operación ha sido dirigida por la neurocirujana Sonia Gayoso y el neuropsicólogo Javier Sardiña Agra. El paciente es un músico profesional, que tenía en el cerebro un tipo de tumor conocido como glioma de bajo grado, que se caracteriza por una evolución lenta.

A pesar de avanzar despacio, estos tumores deben ser intervenidos antes de que lleguen a ser graves, por lo que se somete al paciente a una operación en la que se reseca parte de la zona lesionada.

Los enfermos afectados por esta clase de gliomas suelen ser personas jóvenes, con una vida activa, que se vería muy deteriorada si se merman algunas de sus facultades. Por eso, es importante comprobar que no se resecan zonas encargadas de funciones importantes, especialmente las que están relacionadas con su profesión.

Por este motivo, es frecuente operar a los músicos mientras tocan un instrumento, para comprobar que no se deteriora su capacidad para hacerlo.

En este caso, se le abrió el cráneo mientras dormía y después se le despertó para comprobar su respuesta a la inactivación de ciertas regiones cerebrales. No se podía llevar un piano al quirófano, por lo que se utilizó una tablet con una aplicación para tocar el teclado y varias partituras y se pidió a otro músico que controlara si las leía correctamente.

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Lo que se hace normalmente es ir tocando poco a poco cada una de las zonas del cerebro susceptibles de ser desecadas. Si al incidir sobre algunas el paciente pierde la capacidad de realizar las tareas que se quieren conservar, los cirujanos ya saben que no pueden desecarla. De este modo, se realiza un mapa cerebral en el que se marcan las regiones operables.

Lógicamente, no se busca sólo mantener la destreza musical, sino el resto de habilidades necesarias para el día a día de una persona. Por ejemplo, según ha declarado Sonia Gayoso a la Voz de Galicia, también se les enseñan a los pacientes operados dibujos que han de reconocer y describir, más allá de la simple pronunciación de su nombre. Además, se les pide que muevan alguna parte de su cuerpo, que reconozcan expresiones faciales o que lleven a cabo algún cálculo.

Incluso, en el caso de este paciente, se comprobó que podía entender y hablar dos de los tres idiomas que conoce. El otro no se pudo comprobar, al no encontrar a nadie que lo hablara, pero la regiones cerebrales encargadas del control de los idiomas son las mismas, sea cual sea la lengua, por lo que no fue preocupante prescindir de esta comprobación.

Este hospital gallego ha realizado doce operaciones similares, a pacientes entre los 27 y los 54 años. Todos hacen vida normal, aunque pueden notar ciertos cambios en su día a día, a causa del tumor, con el que deben aprender a convivir.

La orquesta completa en el quirófano

Este no es el primer caso de paciente al que se le opera el cerebro mientras toca un instrumento en el quirófano.
En 2015, un joven músico malagueño fue operado de un tumor cerebral en el Hospital Regional Carlos Haya mientras tocaba el saxofón.

El equipo de neurocirugía del hospital, dirigido por el doctor Miguel Ángel Arráez, ya había operado a otros once pacientes despiertos, realizando un mapeo de las áreas corticales implicadas en el lenguaje. Sin embargo, era la primera vez que también se analizaban el lenguaje musical y la capacidad de tocar un instrumento.

Era, de hecho, la primera vez que se realizaba una intervención de estas características en Europa, pero no la primera en el mundo.

De cualquier modo, la causa de la operación no siempre tiene por qué ser un tumor. En 2010, el violinista estadounidense Roger Frisch, de la orquesta de Minnesota, se sometió a una intervención similar, aunque esta vez la causa no era un tumor, sino un trastorno neurológico que le provocaba temblores cada vez más incontrolables. Aunque en algunas ocasiones esta patología se puede tratar con fármacos, su caso era muy extremo y fue necesaria su entrada en quirófano. La intervención que se le realizó, llamada estimulación cerebral profunda, consiste en la colocación de electrodos en las zonas cerebrales encargadas del movimiento, en las que la señalización neuronal era defectuosa.

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La operación, que se realizó en la Clínica Mayo, de la mano del equipo del doctor Kendall Lee, requirió que el paciente estuviese despierto y tocara el instrumento a medida que se procedía, para asegurar que no se afectaban las regiones cerebrales encargadas del lenguaje musical y, a su vez, que se inhibían los temblores.

Tampoco tenía ningún tumor Abhishek Prasad, el guitarrista hindú que fue intervenido el año pasado a causa de una distonía del músico. Esta enfermedad, caracterizada por síntomas como espasmos dolorosos, temblores y pérdida de la independencia de los dedos, dificulta a los músicos su trabajo, hasta el punto en muchos casos de obligarles a retirarse antes de tiempo.

Prasad fue intervenido por el doctor Sharan Srinivasan, que le colocó un electrodo en la zona afectada mientras él tocaba la guitarra, sedado solamente con anestesia local.

La vida sin música no tendría sentido. Afortunadamente, cada vez hay más virtuosos que nos deleitan con sus melodías. Unos tocan teclas, cuerdas y bordones. Otros tocan el cerebro, pero si no fuera por ellos la música no sería la misma.

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