Después de la calma durante las semanas de agosto en la que el mundo cierra por vacaciones, los temas pendientes que se quedaron sobre la mesa en julio empiezan a dar la cara. El más grande de ellos, sin duda alguna, fue el conflicto del taxi.
Casi una semana de una huelga improvisada, que mantuvo las principales arterías de las capitales colapsadas por un sector que pedía medidas para luchar contra las grandes tecnológicas, Uber y Cabify, a través de sus licencias VTC. El Reglamento de Ordenación de los Transportes Terrestres, reformado en 2015 con varias medidas favorables al taxi, exponía una proporción de una licencia VTC por cada 30 de taxis. El gran volumen de licencias de esta modalidad expedidas antes de la normativa hacía inviable su cumplimiento a largo plazo. La solución de varios Ayuntamientos, entre ellos el de Barcelona con Ada Colau a la cabeza, pasaba por la creación de una licencia urbana (fuera de sus competencias) que obligase el cumplimiento de esa proporción. La negativa inicial de Fomento, la CNMC y un juez causaron la mayor movilización del sector en años.
El día en el que el taxi se convirtió en un tema de Estado
De sus paros salieron varias promesas, pero pocas cosas en claro. En el horizonte se dibujaba un posible Decreto Ley que garantizase el obligado cumplimiento de la proporción 1/30 a través de las mencionadas licencias urbanas. Pospuesto hasta septiembre, con la idea de acercar posiciones con el sector de las VTC, la realidad es que el sector del taxi empieza a tomar posiciones de nuevo. Ya son varias las gremiales que han anunciado nuevas movilizaciones si la esfera política no empieza a mover ficha en lo que a sus promesas se refiere. Tanto es así, que el Ministro de Fomento, José Luis Ábalos comparecerá en el Congreso para explicar las medidas pendientes de llevar a cabo a petición de los partidos de la oposición; especialmente desde Podemos, los cuales se han mostrado a favor del taxi desde el primer momento. Hasta la fecha no ha trascendido ningún detalle de la misma, pero promete el cumplimiento de la proporción con el objetivo de corregir los desequilibrios.
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El problema no serán las licencias
Mientras taxis, tecnológicas y Gobiernos se debaten en normativas, la realidad es que el futuro se juega mucho más lejos. Concretamente en Silicon Valley, donde Uber ya trabaja en su flota de coches autónomos recientemente alimentada con una inyección de capital de 500 millones de dólares de Toyota. Tanto así el caso de Waymo, compañía que permitió la entrada de cámaras a sus almacenes de coches solo accesibles para un grupo de testers: flotas completas de vehículos plenamente operativos que esperan su momento para sustituir al taxi.
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Pero no solo flotas autónomas, en una entrevista a Financial Times, el CEO de Uber Dara Khosrowshahi apuntaba a la estrategia que tomaría la compañía a largo plazo. Más bicicletas y patinetes, a través de la compañía en la que ha invertido recientemente la tecnológica -Lime- y que acaba de aterrizar en Madrid, que sustituyan al coche en los trayectos cortos por la ciudad.