No es la primera vez que la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa de Estados Unidos, más conocida por el acrónimo DARPA, propone iniciativas controvertidas en el ámbito de la seguridad. Pero su último programa, que será presentado el próximo 2 de marzo y que ya trabaja en la incorporación de equipos científicos, ha comenzado a generar una gran polémica antes siquiera de haber arrancado oficialmente.
La iniciativa, bautizada como Persistent Aquatic Living Sensors (PALS) —que se podría traducir como sensores de vida acuática duraderos—, pretende utilizar organismos marinos como rastreadores de posibles adversarios. El principal objetivo de la misión es estudiar la viabilidad de utilizar tanto seres naturales como modificados para detectar vehículos submarinos de países enemigos de Estados Unidos.
Por qué no debes bañarte en el mar después de una tormenta
Criaturas marinas como "potenciales espías"
El Departamento de Defensa norteamericano baraja, por tanto, la posibilidad de convertir a las criaturas marinas en potenciales espías, dada su estrecha relación con el entorno —su supervivencia depende de ello, aseguran— y sus capacidades biológicas de señalización. De hecho, desde hace años la comunidad científica utiliza seres vivos de los ecosistemas marinos como modelos para estudiar la estructura y las funciones de las células y sus diferentes estructuras o las complejas redes de señalización que emplean para comunicarse con el exterior y dirigir una serie de mecanismos internos.
El nuevo programa de DARPA estudiará diferentes especies acuáticas —ninguna de ellas estará en peligro de extinción ni será considerada como un mamífero inteligente, explican fuentes de Defensa en declaraciones a Motherboard— para determinar cuál es la que mejor podría incorporar sistemas de sensores para detectar vehículos submarinos con y sin tripulación a bordo. Además, el proyecto PALS quiere identificar las respuestas de los organismos marinos frente a la presencia de este tipo de objetivos militares, caracterizando las señales y los comportamientos biológicos con el fin de traducir los datos en información de interés desde la perspectiva de la seguridad norteamericana.
"Si podemos aprovechar las capacidades de detección innatas de los organismos vivos que se localizan de forma ubicua en los océanos, podemos ampliar nuestra capacidad de rastrear la actividad de nuestros adversarios y hacerlo de forma discreta, persistente y con suficiente precisión para caracterizar el tamaño y el tipo de vehículos enemigos", explica Lori Adornato, investigadora de la Oficina de Tecnologías Biológicas de DARPA y directora del programa PALS.
Los diferentes seres que habitan los mares y los océanos cuentan con la capacidad de responder a estímulos acústicos, químicos, eléctricos, ópticos, táctiles y magnéticos, unas habilidades en las que se ha fijado el Gobierno de Estados Unidos, que también pretende desarrollar sistemas de hardware que puedan recoger esas señales a distancias de hasta 500 metros para poder interpretar la información obtenida. Los resultados de este nuevo programa de investigación, en el caso de que sean positivos, podrían tardar años en ver la luz.
"Nuestro escenario ideal para PALS es aprovechar una amplia gama de organismos marinos nativos, sin necesidad de entrenarlos, alojarlos o modificarlos de ninguna manera, lo que abriría este tipo de detección a muchos lugares", sostiene Adornato. La parte más controvertida del proyecto, no obstante, sí incluye la posible manipulación de organismos vivos para mejorar sus capacidades de detección, una idea criticada por grupos ecologistas por la posible alteración de los ecosistemas marinos. Sin embargo, DARPA ha asegurado que los ejemplares modificados "en ningún caso" serán analizados fuera de instalaciones de bioseguridad confinadas, rechazando que que este tipo de seres vivos manipulados lleguen algún día a ser liberados al medio ambiente.
La venganza del calentamiento global se esconde en los océanos