Llegaron como tantos otros al sector de las empresas tecnológicas: con el objetivo de poner tecnología en un negocio que hasta la fecha se había mantenido en el mundo de lo analógico puro y duro. Como tantos otros servicios que, un día, se trasladaron del universo físico al mundo de digital. Aún se recuerda cuando los primeros billetes de avión vía web tenían una dudosa validez, la falta de la interacción con la agencia de viajes se seguía haciendo más que necesaria. Lo mismo con la ropa vendida a través de la web. Nada estaba claro por aquel momento. A día de hoy, casi el total de los viajes se venden en web y la convivencia de la tienda física y online se mantiene en un perfecto equilibrio. En 2014, el turno le llegaba al sector de la limpieza a domicilio con el nacimiento de Clintu de la mano de su fundador Alex Espel.
Existen algunas, otras se han quedado por el camino, varias de ellas se enfocan a la limpieza de ropa, otras a arreglar desperfectos en el hogar, otras para hacer la compra y, algunas, centradas en la limpieza del hogar. Las mal llamadas mama apps, como sustituto estereotipado del papel de una madre, llegaron al mundo para quedarse. Un mercado a veces saturado que, como comenta el fundador de la compañía, se enfrenta a otras apps sí, "pero también al mundo offline que sigue tirando mucho para la mayor parte de los usuarios".
Manitas de bolsillo
"Quisimos montar una plataforma que permitiese organizar la oferta disponible en el sector de la limpieza del hogar y también la demanda de clientes", explica Alex. Un sector en el que los que habían trabajado hasta la fecha se encontraban con la limitación del boca a boca y que intenta poner algo de cordura en el mismo desde entonces.
Huyendo de las polémicas de los repartidores
Desde hace unos meses, prácticamente desde verano del año pasado, la polémica se ha asentado en el sector de los repartidores a domicilio. Pidiendo más derechos, reclamando su posición como falsos autónomos e intentando que la situación de precariedad acabe para un grupo muy importante de la llamada nueva economía, la realidad es que los riders han removido algo más que su negocio. Se ha extendido a plataformas como Uber o Cabify y, por qué no también a compañías de servicios de limpieza.
"La limpieza es un sector precario y eso es así tradicionalmente. La precariedad que a veces se reclama en estos servicios a veces es desconocida por la opacidad de el sector original, pero hay que tener en cuenta que a través de apps como estas las limpiadoras cobran de media un poco más, lo cual ayuda a que mejore su situación".
No quieren hacer símil con Deliveroo o Glovo, pero no pueden negar un hecho que sigue siendo inherente al mundo de la limpieza. La mujer, entendida casi como una madre, sigue siendo el centro. Con un 99% de mujeres registradas para abordar servicios de limpieza, ese tanto por ciento restante pertenece a los pocos hombres que se prestan a limpiar casas ajenas. Y, comenta el CEO, "duran muy poco en la aplicación". Los usuarios solicitan mujeres, que no hombres para limpiar sus casas y rechazan cuando la propuesta se realiza; los que postulan terminan emigrando a otras actividades por falda de demanda. Triste, pero cierto, "pero en este sector la discriminación de sexos es muy fuerte".
Una ronda de financiación aún con grandes pérdidas
Clintu levantó una ronda de financiación seed en 2016 para empezar a moverse en el negocio. "Compañías que están basadas en internet como la nuestra requiere mucha inversión en tecnología, en personal y mucho marketing", comenta Alex, pero se quedó corta. Más de cinco meses les ha costado cerrar su segunda operación, cerrada en enero de 2018, por valor de un millón de euros. Un objetivo que, comentan, lleva demasiado tiempo que quizá debería estar dedicado al trabajo diario porque "el objetivo de una empresa no es levantar inversión, sino tener clientes, pero no deja de ser un 'mal' necesario". Añadiendo que nunca es facil convencer a terceros para que inviertan su dinero.
Con la entrada de Seaya Ventures, mismos inversores de Glovo, Spotahomeo Cabify en su momento, The Crowd Angel y Media Digital Ventures en el capital de la compañía la idea es crecer en negocios como el de la pintura o mudanzas. Pero especialmente, y con el acuerdo de Media for Equity, sería el de entrar en el mundo de las campañas de publicidad a gran escala. No saben aún cómo afrontarán este reto, aunque reconocen que tarde o temprano se verán en un anuncio de televisión. No deja de ser el medio masivo por excelencia que otros ya supieron aprovechar, Wallapop o Chicfy ya se adelantaron hace tiempo.
Sin embargo, uno de sus mayores baches sigue siendo el tema de la facturación. Con idea de alcanzar el break even en 2018, Alex Espel asume que si bien en 2017 lograron 230.000 euros de facturación tras 2 millones y medio de servicios aproximadamente, las pérdidas a cierre de año se resumen en bastante elevadas. Sin más comentarios al respecto.