Aunque la gran mayoría de consumidores lo ignoren, fabricar un teléfono móvil y hacer que este ofrezca una buena experiencia de uso supone un ejercicio titánico de organización, duro trabajo y planificación.

El fabricante español BQ, por ejemplo, estima que algunos sus productos tardan en desarrollarse entre 9 y 10 meses. Eso es lo que asegura Iván Castro, Product Manager Director en la compañía. Él ha liderado el desarrollo de algunos de los productos que forman el catálogo actual de la empresa, y conoce muy bien todo lo que transcurre "entre bambalinas".

Con Iván nos sentamos durante unas horas en Las Rozas, donde BQ tiene su cuartel general. Muy detalladamente, nos explicó todo lo que él y su equipo hacen desde que el CTO de la empresa tiene una idea hasta que esta se materializa y llega a las manos de los consumidores.

Los equipos detrás de un teléfono

El desarrollo del producto se lleva a cabo por un equipo de aproximadamente 180 personas. 40 de ellas están basadas en China, donde controlan que todo lo que se ha decidido desde España, como la cadena de producción y cualquier proceso que involucre a proveedores y fábricas de ensamblaje, se cumpla correctamente. El resto de los ingenieros se encuentran en España, lugar en el que diseñan, planifican, comprueban y estudian todos y cada uno de los componentes que finalmente se integran en cualquier producto.

El equipo de ingenieros españoles, a su vez, se divide en varios departamentos:

  • Software. Desarrollan funciones, aplicaciones y características únicas de los teléfonos de BQ, como la aplicación de la cámara o algunas funciones diferenciales. También se encargan de amoldar la versión de Android "en bruto" al hardware que deciden incorporar en un teléfono.

  • Mecánica. Trabajan de cerca con el equipo de hardware y el equipo de diseño industrial. Integran los componentes en el chasis del equipo.

  • Hardware. Este equipo diseña las placas base de los equipos y comprueba el correcto funcionamiento de todos los componentes que se conectan a ella. Tal y como Iván Castro cuenta a Hipertextual, esta es una de las fases más complejas y sorprendentes de todo el desarrollo de producto.

  • Diseño industrial. ¿Qué radio de curvatura debe tener la esquina del teléfono? ¿Qué acabado debe tener la cubierta trasera? ¿Qué nivel de fricción debe generar el cristal de la pantalla con el dedo? Esa clase de detalles que definen la experiencia de uso del teléfono y su aspecto exterior son los que se resuelven en el equipo de diseño industrial. Este también trabaja de cerca con el equipo de hardware y mecánica para ofrecer una línea de diseño homogénea a lo largo del producto.

  • Calidad. De nada sirve fabricar un teléfono excelente si no se comprueba la durabilidad y el correcto funcionamiento del producto en diversas situaciones. BQ, al igual que otros fabricantes, cuenta con un equipo dedicado única y exclusivamente a esto, y para ello se apoyan en una serie de laboratorios propios. Allí ponen a prueba hasta la deformación de los botones cuando se usa el teléfono con una funda.

  • Especialistas. Aunque integrados en el resto de departamentos, BQ cuenta con una serie de especialistas que trabajan y supervisan aspectos muy concretos del producto. Las áreas de enfoque van desde la cámara fotográfica hasta la calidad de la pantalla.

Por encima de todos estos equipos están los Project Managers, o "Jefes de Proyecto". Cada producto que se desarrolla cuenta con uno, y es él quien dirige el rumbo del desarrollo. Este depende directamente del CTO de la compañía.

Las fases de desarrollo

A lo largo de los 9 meses que se tarda en desarrollar un producto, los diferentes equipos involucrados atraviesan una serie de fases. La principal de ellas es la fase "Proto", donde se define, a nivel conceptual, el producto que se quiere diseñar. Para afrontarla, todos los departamentos se reúnen y estudian aspectos como el tipo de mercado que se quiere cubrir, la tecnología disponible o la parte económica del producto.

La importancia de esta fase es muy alta. Cualquier cambio realizado a posteriori es decisivo puesto que implicaría posponer la ventana de lanzamiento del producto. Para evitarlo, BQ emplea todo el tiempo que sea necesario en esta fase del producto.

La segunda fase de desarrollo es conocida como "verificación de ingeniería". En esta ventana temporal se construyen los primeros prototipos y se unen las piezas de los diferentes departamentos. Aquí se trabaja también sobre las primeras placas base, los primeros chasis, etc.

Cuando todo encaja (o parece encajar), se pasa a la fase de "verificación de diseño". Aquí ya se generan los planos de fabricación del teléfono, se hacen controles de calidad y se diseñan posibles soluciones a los errores detectados. Este proceso puede repetirse tantas veces como sea necesario, pues esta es la última etapa antes de comenzar a estudiar la producción masiva de unidades.

Si el producto cumple todos los estándares de calidad y el equipo ya está 100% finalizado, BQ inicia la fase de "verificación de producción". En ella se encarga un número limitado de unidades a las fábricas y se comprueba que todas ellas están ensambladas correctamente. Si el resultado es positivo, se inicia la fase de producción masiva, que concluye el desarrollo del producto.

A lo largo de todo este proceso, el número de retos que emergen es muy variable. Los teléfonos más innovadores (como el BQ Aquaris X Pro) implican cambios más profundos en las cadenas de producción, trabajar con nuevos componentes electrónicos y preparar nuevas estrategias de desarrollo. Todo es mucho más complejo de lo que a simple vista parece, pero justo ahí está la magia de la tecnología y las empresas tecnológicas: hacer extremadamente simple lo increíblemente complejo.

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