Varias curiosidades son las que contiene el inicio de “Brother’s Keeper”, el duodécimo episodio de la tercera temporada de *Fear the Walking Dead*. Era de esperar que se ocupasen por fin de la situación en la que se encuentra Troy Otto (Daniel Sharman), desterrado desde el final de “Minotaur” (3x09), y su solitaria búsqueda de alimento nos recuerda que tal la labor en la que suelen concentrarse los supervivientes de este apocalipsis, aunque haga tiempo que no nos lo muestran ni aquí ni en The Walking Dead. Que el capítulo se abra con la imagen de una víbora de cascabel lo conecta con el anterior, “La serpiente” (3x11), aunque sea por los conceptos; ¿y que Troy se la embuche será una profecía respecto a Victor Strand (Colman Domingo) y su futuro?
Por otra parte, nada deja más claro que la reaparición de Phil McCarthy, o de lo que queda de él pudriéndose en su silla sobre la roca ya sin ningún pajarraco interesado en picotearle el coco, el hecho de que su escena en “Burning in Water, Drowning in Flame” (3x05) es icónica e inolvidable en esta temporada o, quizá, en la propia serie. La resolución de Troy, disparando la única bala de la que disponía al aire desde la roca en la que habían sentado al hombre del cuervo, nos inquieta por lo que esté planeando hacer ahora tras hallar un arma contundente, en uno de los comienzos más pulcros de lo que va de este tercer ciclo.
En Broke Jaw sacrifican a las reses por la escasez de agua, así que quizá deban plantearse no llamarlo rancho hasta nuevo aviso; y uno especula que tal vez se arrepientan cuando Madison Clark (Kim Dickens), Qaletqa Walker (Michael Greyeyes) y Strand retornen con su tanque lleno desde la presa por cortesía de Lola Guerrero (Lisandra Tena) y Daniel Salazar (Rubén Blades). Varias conversaciones sobre lo que atribula a sus habitantes y cómo remediarlo se suceden; y comprobamos que Nick Clark (Frank Dillane) sigue siendo el personaje de Fear the Walking Dead más difícil de descifrar para comprender su comportamiento y motivaciones, aunque su hermana Alicia (Alycia Debnam-Carey) nos ayude con algunos apuntes sobre lo que le reconcome.
El bueno de Troy aparece de madrugada en el Rancho y le anuncia a Nick de que se avecina una destrucción sin precedentes. Desconocemos si se trata de un delirio y si él va a ser el responsable, pero seguro que al joven Clark le gustaría que fuese otra alucinación. Nick se lo cuenta a Alicia y Jake Otto (Sam Underwood), y cuando los dos jóvenes van en busca de Troy, descubren que está más ido que nunca y que se ha dedicado a conducir deliberadamente a una enorme horda de zombis hacia Broke Jaw. Durante su encuentro, uno de los muertos vivientes muerde a Jake, a quien Nick corta el brazo para prevenir la infección total y su ingreso en las filas de la horda, y se dirigen de vuelta al Rancho, donde ya se preparan para la embestida.
Pero todo es inútil: Jake sucumbe y se transforma en un zombi ante su hermano, cuya destructiva y veleidosa conducta no está trazada y expuesta por los guionistas con la precisión que debe esperarse de la profesionalidad; y las defensas improvisadas no resisten el empuje de la tropa de los muertos, que acceden al último refugio que habían encontrado los Clark; Coop (Matt Lasky) la palma, y la tremenda acometida obliga a los supervivientes a resguardarse en la bodega, en un final que más bien parecería destinado al penúltimo episodio de una temporada por la gravedad de lo que acontece. ¿Qué se les podrá ocurrir a Nick, tal vez Troy, Madison, Strand y Walker cuando acudan al rescate de Alicia, Ofelia Salazar (Mercedes Mason), Perro Loco (Justin Rain) y los demás del asedio de la muerte que camina?