El episodio con el que regresa la tercera temporada de *Fear the Walking Dead* (Robert Kirkman y Dave Erickson, desde 2015) tras el parón veraniego de dos meses, titulado “Minotaur” (3x09), se inicia con un montaje paralelo de la rutina de los Clark y los Otto en el Rancho Broke Jaw, mecida por la elocuente canción “Death Is Not the End”, de Nick Cave y The Bad Seeds. Madison Clark (Kim Dickens) muestra de entrada un curioso y sutil anhelo de jefatura, que no debe extrañarnos en absoluto por sus enérgicos antecedentes para tomar la iniciativa en las decisiones importantes, y que además se asocia con la evocación de la culposa caída de Jeremiah Otto (Dayton Callie), el último de los fundadores que quedaba con vida tras algún accidente y los enfrentamientos con el grupo del peligroso abogado indio Qaletqa Walker (Michael Greyeyes), durante “Children of Wrath” (3x08).
El acuerdo paz con este grupo, que incluye compartir recursos y espacios, no gusta a todos, especialmente al difícil Troy Otto (Daniel Sharman), quien sigue siendo una fuente de inestabilidad y que por ello puede poner en riesgo la supervivencia de todos. Mientras tanto, parece que las cosas son muy distintas en la presa con la dirección de Lola Guerrero (Lisandra Tena) y Daniel Salazar (Rubén Blades), que acabó violentamente con el infausto reinado de Dante Esquivel (Jason Manuel Olazábal) en “100” (3x04). Resulta interesante pensar en el paralelismo entre lo que hicieron los Clark con el líder del Rancho y el proceder de Daniel con el de la presa, en cómo están dispuestos a intervenir para obtener sus objetivos.
Walker y Jake Otto (Sam Underwood) expresan sus buenos deseos para la nueva colaboración que quieren construir ante toda su gente, que si sigue la tónica general de este tipo de ficciones, no durará mucho. Y otra de las dificultades son las distintas traiciones cometidas hasta que se llegó a ella: la de Troy contra los Trimbol en “Red Dirt” (3x06), la de Ofelia Salazar (Mercedes Mason) contra los habitantes del Rancho en “The Unveiling” (3x07) y la de Madison y Nick Clark (Frank Dillane) contra los Otto en el capítulo anterior. Pero no son dichas traiciones por las que estalla el conflicto inmediato y la balacera, sino la oposición de Troy al acuerdo de paz, que obliga a Nick a revelarle que lo de Jeremiah no fue un sacrificio por el bien del Rancho. Los dos deben afrontar las consecuencias indeseadas, y el final del episodio tal vez sea uno de los más agradecidos dramáticamente de la temporada actual en su estimable sencillez.
“The Diviner” (3x08) comienza con una grata alucinación de Nick sobre un elocuente y burlón Troy, y continúa con Madison, Walker y Jake haciéndose cargo del problema enorme con el cercano desabastecimiento de agua que ella descubrió en el episodio precedente y que, por supuesto, no alegra demasiado a los moradores de Broke Jaw a causa del lógico racionamiento consiguiente. Cuando liberan a Nick de su castigo, lo que queda de la milicia envenenada con ántrax por Ofelia ve en él a un líder de la resistencia contra “la invasión de los indios”, con lo que, hasta con Troy en el destierro, la estabilidad de este refugio contra el apocalipsis zombi sigue peligrando sin tregua.
A continuación, Madison y Walker nos descubren un mercado caótico y surrealista en el interior de lo que fue la plaza de toros de Mexicali antes de que el mundo se desmoronara, todo un obsequio referencial por lo representativa que esta es de dicha ciudad mexicana. Alicia Clark (Alycia Debnam-Carey) tiene unas cuantas palabras no muy agradables con Ofelia por ciertos malos comportamientos al recoger el agua que se raciona, y cuando la segunda se refiere a “la gente” de Alicia, nos percatamos de lo lejos que se ha ido de los que pudo considerar los suyos cuando la catástrofe empezó. Y no son los únicos alejados de la joven Clark, pues una charla con su hermano Nick sobre cómo está actuando y lo que él y su madre le hicieron a Jeremiah explicita sus importantes diferencias de opinión.
Madison se topa con Victor Strand (Colman Domingo) en la plaza, nuevamente en aprietos, tal como se venía comportando en la civilización derruida, por sus apuestas riesgosas de pícaro; y los realizadores de Fear the Walking Dead vuelen a demostrar que no saben darle intensidad alguna a las reapariciones ni a los reencuentros. En el Rancho, una bronca por el agua incrementa la tensión entre el grupo de Walker, Ofelia y Perro Loco (Justin Rain) y el de los Otto y los Clark, con Nick oponiéndose finalmente a que los primeros tomen más el control, o encargándose de ello para que Coop (Matt Lasky), Blake Sarno (Michael William Freeman) y compañía no se precipiten y todo se vaya al garete en medio de un baño de sangre.
En su escondite de la plaza, Madison y Strand tienen un momento de intimidad amistosa cuando ella le relata lo que ha sucedido durante su separación. Luego, él es atrapado e iba a recibir un largo escarmiento del supervisor sin rostro hasta que pagase su deuda, pero Madison resuelve el entuerto de forma muy inteligente —bien, guionistas, bien— y se propone matar dos pájaros de un tiro. La labia del bribón de Strand, por otra parte, nos recuerda que echábamos un poco de menos sus comentarios lúcidos y un tanto ingeniosos. Y, cuando el barril de pólvora de Broke Jaw está a punto de estallar en una nueva refriega, la posible salvación de los zahoríes, de la pseudocientífica radiestesia, a los que se ha unido Alicia calma los ánimos sin mucha preparación y los reconcentra en la búsqueda de un acuífero los salve a todos.