La serie creada por Baz Luhrmann para Netflix estrenó su segunda temporada para todos los suscriptores de este servicio de streaming hace muy poco. La historia ubicada en la década de los setenta en el corazón del Bronx en Nueva York llega a buen término para los protagonistas aunque no tanto para los fans de la serie. Veamos por qué.

El año pasado 'The Get Down' arribó a Netflix con una mezcla ecléctica de personajes e historias, casi como un miniuniverso de la gran ciudad de Nueva York. La recreación de la época es un gran acierto en toda la serie y una divertida forma de mirar a ese pasado lleno música, conflictos sociales y políticos.

Los sueños de los protagonistas, Maylene y Ezekiel son el motor de toda la historia. Ezekiel apareció desde el primer episodio como un rapero ya famoso frente a un público inmenso y utiliza este escenario para contar la historia de sus inicios como músico y los caminos que lo llevaron hasta ahí.

En esta segunda temporada (o podemos decir "parte" pues la serie se tuvo que dividir por cuestiones de producción vemos resueltos muchos de los conflictos e historias de los personajes de la serie. En primer lugar, Maylene por fin encuentra la forma de llegar al estrellato, no sin antes enfrentarse a la autoridad de su papá. La historia de la familia Cruz no es sencilla y veremos en esta última etapa un gran conflicto, tanto por la hija que quiere ser artista a toda costa, como los padres de ella que tienen un profundo problema de pareja.

The Get Down

Luego tenemos al propio Ezekiel y a sus Get Down Brothers. Los conflictos del barrio son tales que simplemente vivir ahí ya es un problema grave. Luego de la presentación que hicieran para cerrar la primera temporada, los Get Down Brothers se dieron a conocer en cada rincón del Bronx y pronto pudieron abrir un lugar (claro, patrocinado por la mafiosa Fat Annie) en donde tocar y hacer fiesta. Claro que la mafiosa aprovecharía así a el público para venderles droga, no es que fuera a permitir que el buen Shao anduviera haciendo su música por amor al arte.

Esta oportunidad de Ezekiel y compañía resulta ambivalente. Por un lado se dan a conocer entre la gente y por el otro se enredan cada vez más con el mundo de los narcotraficantes. Ahora bien, el propio Ezekiel tendrá grandes problemas en su búsqueda de compaginar los dos mundos en los que vive: el chico del barrio que hace música underground y el del chico que aspira a estudiar en Yale.

Más música

La segunda parte de 'The Get Down' es interesante pero bien puede decirse que no necesitaba tantos capítulos para contar el final de la historia. Sí tiene mucha más música que en la primera parte y, hasta cierto punto es válido pues es una serie musical, sin embargo, la historia es bastante predecible y muy pronto sabemos qué es lo que va a suceder y, para nuestra sorpresa (o con falta de esta) sucede como imaginamos.

En varias ocasiones la historia no se sustenta y, en los mejores momentos para los protagonistas hay graves faltas de veracidad. Otra cosa es que cambiaron ciertas escenas con animaciones que se supone el propio Dizzee (Jaden Smith) escribe para su amigo Thor (Noah Le Gros). Estas resultan atractivas pero "extrañas" pues a veces cuentan lo que ya vimos en pantalla. Ahora bien, estos dos personajes (Dizzee y Thor) construyen una amistad muy cercana e íntima, lo cierto es que se sugiere que entre ellos hay una relación sentimental pero esta no se resuelve; pareciera por momentos que los creadores se censuraron así mismos.

A la mitad de los capítulos de esta segunda entrega, se siente que la historia se ralentiza a propósito. Los problemas más álgidos entre los propios personajes se tocan muy poco y lo cierto es que la serie deja varias incógnitas, ¿será con intención de otra temporada? Esa podría ser una respuesta. Aunque quién sabe si Netflix apostará por otra entrega de este título, hasta la fecha no se ha renovado para otra temporada, aunque es pronto para esto. Una tercera entrega sería muy divertida pero debe volver con fuerza y con cohesión pues esta última parte no se siente así.

Es verdad que los personajes dan para mucho más, sobre todo lo que tiene que ver con la familia Kipling. (Por cierto, Winston Kipling, interpretado por Ron Cephas Jones, es el mejor papá del mundo). Y cómo Ezekiel y Maylene concretan sus propias historias de vida.

Así pues, si bien el soundtrack de la serie se disfruta mucho, es cierto que la entrega por momentos decae, sin embargo, es una buena serie para dedicarle nuestro tiempo. Visualmente es increíble, el diseño de producción y de vestuario son otros aciertos, así como las grabaciones originales de la época. Veamos, pues, qué nos espera en el corazón del Bronx y de Baz Luhrmann.

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