Poco o nada se le puede enseñar a una región que lleva emprendiendo desde que existe este concepto. Ya sea por un clima envidiable, sus buenas conexiones y sus precios más económicos respecto a Madrid y Barcelona, por las naranjas o el sector hortofrutícola, por la industria del calzado o la madera; el caso es que Valencia ha tenido un entorno empresarial desde bien temprano. Y muchas aceleradoras: Plu&Play, Demium, Startupxplore y una rezagada Lanzadera son sólo algunas de una amplia oferta.

En el caso de la última, rezagada porque fue la última en llegar a una comunidad que estaba plenamente consolidada en materia de aceleración de empresas tecnológicas, se está haciendo un hueco por algo más que por venir del ideario de Juan Roig, el fundador de Mercadona. Según explica Javier Jiménez, director general de Lanzadera, “de Roig hay mucho en la aceleradora, así como de la filosofía de Mercadona”, como no podía ser de otra manera. Lo que ha funcionado para la cadena de mercados, bien podría servirles a cientos de emprendedores tanto dentro como fuera de Valencia. Una variable que, según ellos, “puede ayudar a las empresas de una manera más fiable su llegada al éxito”. Si Mercadona tiene a los Jefes, los clientes, como el pilar central de su modelo de negocio, –amen de las críticas que han podido recibir desde varios puntos del sector–, el modelo de lanzadera quiere situar a los emprendedores también como centro de su aceleradora. Al igual que ocurra con otras incubadoras de empresas, las entrevistas a los fundadores y el resto del equipo van incluso antes que la propia iniciativa emprendedora. Unos emprendedores que "ni citan ni mencionan la palabra crisis", pero que tampoco deben perder el foco del riesgo que implica emprender, ni el hecho de "tener siempre los pies en el suelo y especialmente cuando les va bien".

Con más de 1.500 peticiones al año para formar parte de los programas de aceleración, lo que piden es "esfuerzo y pasión, además de conocimiento del producto en el que están centrados", comenta Javier. Con algunos casos de éxito como Waynabox con sus viajes sorpresa de fin de semana o Exovite, de los que ya hablamos en Hipertextual, que enfocan su actividad a la creación de férulas a partir de tecnología 3D y que alcanzó el éxito en un proceso de financiación sindicada de Startupxplore. Pero otras muchas han terminado en fracaso, por una parte Javier opina que "quizá no hayan sabido aportarles todo lo que deberían y requerían y, por otra, puede que el mercado tampoco ayude y no te lo acepte". Por norma general, antes de empezar a invertir en empresas, las aceleradoras e inversores ya saben que algunas terminarán en fracaso y otras en éxito, esperando que las segundas puedan cubrir a las primeras:

Hubo un caso en el que estábamos a punto de lanzar un producto y semanas antes de lanzar, Facebook lanzó exactamente lo mismo. No se llegó a sacar y fue una lástima, pero el primero que llega es el primer que se lleva el gato al agua".

Es en este punto donde Lanzadera ha sido más polémica, con algunas quejas de emprendedores que no triunfaron en su proyecto y que sufrieron crisis de ansiedad por no poder llegar a los exigentes objetivos impuestos. Un equipo acelerado por el proyecto de Roig nos explica que pese a las ayudas recibidas, si no consiguen más financiación externa, lo más seguro es que tengan que cerrar. El paso de las aceleradoras al mundo real sigue siendo complicado y, en opinión de Javier, "es donde tienen que mejorar mucho todas las aceleradoras".

Vinculados a los videojuegos

Al igual que hiciese Demium en su momento, creando una división únicamente para startups de videojuegos, Lanzadera ha decidido hacer algo similar con la ayuda de Sony. Los mayores talentos de España emigran a trabajar a empresas internacionales para crecer en su sector, el problema es que no pueden volver porque no hay compañías competitivas. Para Javier es un tema de tiempo: "España es un país que ha entrado hace muy poco en todo este mundo y vamos poco a poco; estamos muy desarrollados en tema de turismo, distribución, salud, calzado o juguetes. El de los videojuegos es muy reciente y hay que hacerlo crecer". Y mucho además, porque sólo el 5% de los videojuegos que se consumen en España tienen origen en el país. El caso de Social Point es una excepción a una regla que dista de equipararse a las experiencias de otras geografías.