PREFACIO

En que se demuestra que a pesar de sus cuerpos en formas "gordas" o "debiluchas", los héroes de la historia que vamos a relatar no tienen nada de empollones.

Hace ya unos cuantos días, revisaba los archivos de mis marcadores en Google Chrome y me encontré con un curioso club que había dejado de lado. En un artículo sin nombre —que no puedo replicar por cuestiones de autoría— las fuentes desactualizadas llevaban el nombre de Club des Hashischins.

Nos pareció a todos un hallazgo maravilloso, y se nos fue concedido el permiso de compartirlo. La primera parte, cambiando su titulo a El club de míticos escritores dedicado al estudio de la marihuana, es la que ofrecemos hoy a nuestros lectores. Y le pido que ponga en cuenta de aquel escritor anónimo su satisfacción o su fastidio. Senado esto, empecemos con nuestra historia.

—Para toda clase de males hay dos remedios; el tiempo y el cannabis— dijo Alejandro Dumas mientras trataba de abrir sus ojos lo más posible.

Capítulo I

De como algunos míticos escritores disfrutaron con algunas míticas bocanadas de humo

El siglo XIX significó muchas cosas, el cambio total de nuestras costumbres con la revolución industrial y principalmente, la época en que empezamos a experimentar con la marihuana.

Particularmente, el doctor francés Jacques-Joseph Moreau se hallaba muy interesado, y para estudiar supuestamente sus cualidades tóxicas decidió tragarse una de las hojas verdes. Desde ahí, conoció al filósofo y escritor Théophile Gautier para proponerle la idea de crear una especie de sociedad que estudiara esa euforia, alucinación y el rápido flujo de ideas.

Estaba en una casa vieja de la Isla de San Luis, el hotel de Pimodan construido en Lauzun, donde el extraño club al que yo me había unido recientemente celebró su sesión mensual. Estaba asistiendo por primera vez".
—Hago esto con un interés evidentemente científico —dijo Gautier mientras terminaba de enrolar un porro.

El grupo se reunió desde 1844 a 1849, y consistía en un montón de literatos vestidos en tradicionales ropas arábicas mientras probaban el nuevo concepto de "intoxicación intelectual".

Con el nombre de Club des Hashischins o Club de hachís, la sociedad meramente "científica" reunió a grandes personajes como: Alejandro Dumas, Victor Hugo, Honoré de Balzac, Eugène Delacroix y Charles Baudelaire. Quienes pasarían a narrar algunas de sus experiencias en obras posteriores.

Fisonomías del porro

En ciertas ciudades de provincia hay casas que al contemplarlas, inspiran un gran sentido de permanencia. Acaso sea porque en una de ellas sale un olor extraño y adormecedor que de constante exposición puede recordar a esos momentos de curiosidad en la infancia.

Ya sentado en dicho Hotel de tres pisos, un señor de gran corpulencia y dedos de salchicha suele reposar su mano derecha sobre el pecho mientras aspira indirectamente aquellos aromas y risas indulgentes de sus compañeros escritores. Él solía decir: —No puedo decidir nada sin haber consultado con mi mujer. Pero en el candor de la rutina y por el año de 1845, el hombre rompió con sus mansas manos algunas hojas y las masticó con desesperación. De muy interesante contextura y con un color verde estimulante, el hombre escuchó "voces celestiales y observó visiones de pinturas divinas".

—Al diablo mi espo... lo que ustedes digan voces angelicales.

Me gusta recordar esas eufóricas épocas...

Me gusta recordar esas eufóricas épocas En que placía a Balzac a su esposa no contar, En tanto el flujo de las ideas, en su momento más alto, Todos gozábamos y sin angustia alguna, Y, el amoroso humo envolviendo nuestros cuerpos, Los límites de nuestra bella máquina ejercitábamos.

He aquí un dulce verde, singularmente oloroso, tan oloroso que causa una especie de repulsión y con efectos variados, que si bien me atrevo a enunciar en mi propio libro Paraísos artificiales, prefiero simplemente citarlo como el gran Baudelaire que soy, diciendo que:

Al principio, una cierta absurda, irresistible hilaridad te supera. Las palabras más ordinarias, las ideas más simples asumen un aspecto nuevo y extraño. Esta alegría es intolerable para ti; Pero es inútil resistir. El demonio te ha invadido ...
—Sin duda el demonio me ha poseído...

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